Igualdad

¿Quién manda en tu cabeza?

Se me ocurrió charlar con una de las chicas más jóvenes de la piscina. Le pregunté por qué no hacía toples y su respuesta nada tenía que ver con la mía

Ambiente en la piscina de Can Zam

Ambiente en la piscina de Can Zam / Zowy Voeten

Imma Sust

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La Generalitat de Catalunya nos ha dado un gran toque de libertad, dejando claro que no se puede denunciar a nadie que haga toples en las piscinas de los ayuntamientos catalanes. Me alegro y pienso en todas esas mujeres que muestran sus pechos tranquilamente en la playa, pero que en la piscina de su pueblo no se atreven. Si algo me violenta más que unos pechos femeninos al aire son los carteles de prohibido hacer toples.

En el pueblo de mi padre, me explota la cabeza cada vez que bajo a la piscina y lo veo. Unos pechos con la señal de prohibido, tachados con una cruz. ¡Al leer la noticia me alegré tanto! Cogí emocionada el cesto de la playa, la bici y me fui a la piscina pública. Sorpresa la mía al entrar al jardín y descubrir a todas las mujeres y chicas jóvenes, tapadas como siempre. Incluso vi a una niña que no tendría más de 4 años con un bikini de la Hello Kitty. ¡Qué grima y qué mal rollo! A esta criatura ya le están diciendo que sus pechos están prohibidos antes de que le salgan. Y yo, la tía más moderna del planeta, hipnotizada por el ambiente carca, obedecí como buena hija de la educación heteropatriarcal y me dejé puesta la camiseta. No vayamos a violentar a los vecinos de mi padre.

Entonces, se me ocurrió charlar con una de las chicas más jóvenes de la piscina. Tenía 17 años y los pechos en su sitio. Le pregunté por qué no hacía toples y su respuesta nada tenía que ver con la mía. ¿Por la presión estética? Le pregunté intrigada. "No, para nada. Tengo unas buenas tetas", me contestó confiada. ¿Y entonces? "Las redes. No quiero que nadie me haga fotos y las cuelgue en internet". Me quedé loca. Primero porque no se pueden publicar pechos desnudos femeninos ni en Instagram ni en Tik Tok y después porque es delito difundirlos. ¿Qué más da si alguien te hace una foto? Hablamos de tu cuerpo, no te están pillando vendiendo droga. Pero entonces lo vi claro. De la misma forma que en mi cabeza a veces manda el patriarcado, en la de las jóvenes de ahora, manda el señor malvado que hay dentro de Instagram. Sí, ese que sonríe mientras acaricia al algoritmo.

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