Derecho no ejercido

Toples en la playa pero no en la piscina: por qué las barcelonesas no lo hacen pese a estar permitido

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Ambiente en la piscina municipal de Can Zam

Ambiente en la piscina municipal de Can Zam / Zowy Voeten

Gisela Macedo

Gisela Macedo

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Uno de los temas candentes de este inicio veraniego ha sido el aviso de la Generalitat a todos los ayuntamientos de Catalunya para que las correspondientes ordenanzas locales no impongan a las piscinas municipales la prohibición de que las mujeres vayan con el pecho descubierto.

No obstante, más allá de la normativa, existe un contexto social, unas normas no escritas, con tintes tan opresivos como los que pueden caracterizar a ciertas regulaciones locales. En Barcelona hace ya cuatro años que está permitido el toples -concepto machista, aseguran las expertas, porque a los hombres no se les aplica- en todas las piscinas públicas y, a pesar de ello, son muchas las que todavía no se atreven a hacerlo en estos espacios, mientras que al mismo tiempo en las playas no les supone ningún problema. 

Así lo han observado diversos trabajadores de piscinas barcelonesas consultados por EL PERIÓDICO. En las piscinas Picornell, sin ir más lejops, su director Oliver Orellana afirma que, aunque ellos nunca lo han prohibido y tienen numerosas usuarias que no utilizan la parte de arriba del bikini con normalidad, “no es la misma proporción que en la playa, ni mucho menos”. “Igual se lo piensan más”, reflexiona. 

En ese mismo sentido, en el Club Natació Atlètic Barceloneta hace años que las mujeres pueden hacer toples, pero al conjunto deportivo le consta que hay mujeres que prefieren hacerlo en la playa y no en las piscinas. “Quizás sienten que es un espacio más privado”, apunta la relaciones públicas del club, Eva Nieves, quien insiste en que igualmente el centro “nunca ha puesto limitaciones” a la libertad de sus usuarias. 

¿Qué lleva a una mujer a esconder su pecho en el césped y no en la arena? Para Mariona Trabal, portavoz del colectivo Mugrons Lliures, esto tiene que ver con que la playa es un espacio "mucho más abierto", donde “eres una persona anónima y resulta mucho más facil alejarte de los demás", mientras que la piscina es un espacio "más limitado y menos íntimo". 

Por otro lado, en la piscina pública del barrio “puedes encontrarte con el vecino o con el carnicero”. Así lo relata a este diario una usuaria de la piscina del CEM Guinardó: “En la playa no me importa, pero en la piscina cuesta más porque es un sitio donde hay más gente en un espacio más cerrado y puedes encontrarte conocidos del barrio… Ahí sí me da pudor”, explica la usuaria.

¿Por qué importa tanto?

“¿Pero por qué nos importa tanto que nos lo vean?”, se pregunta la activista Mariona Trabal, quien se responde automáticamente que “aún nos faltan muchos años de educación”. 

Son diversos los factores que impiden que las mujeres dejen de esconder el pecho femenino en espacios “poco íntimos” como las piscinas públicas. En primer lugar, como menciona Trabal, "falta una educación basada en la igualdad y que deje de sexualizar el pecho de las niñas", comenta Trabal en relación a tiendas donde es habitual ver bikinis con sujetador para bebés o para niñas de edad preescolar.

La activista lo define como una “aberración enfermiza”: “Te enseñan que tú te tienes que tapar, que tu pecho no es igual que el de tu hermano. Si esto sigue siendo así, seguimos maleducando a las niñas”, asevera. 

Móviles, intimidad y presión estética

Otro punto importante a tener en cuenta, en opinión de la activista, son los móviles y las redes sociales. Por un lado, las redes agravan la presión estética que lleva a muchas mujeres a acomplejarse de sus pechos, a que no les parezcan "bonitos" y prefieran que ningún conocido se los vea por miedo a ser juzgadas y observadas. Por otra parte, existe también "el temor a que cualquiera pueda fotografiarlas", aunque es "complicado" determinar si esto es realmente habitual que ocurra.

“Yo estoy convencida de que la gente no mira tanto. No es una cosa tan interesante, el ver a una mujer tumbada tomando el sol. En playas nudistas quizás sí hay mirones, pero en este caso del pecho quizás es un miedo bastante infundado”, opina la portavoz de Mugrons Lliures.

A pesar de las dificultades a las que en 2023 las mujeres siguen enfrentándose para sentirse cómodas con el torso desnudo, desde Mugrons Lliures animan a seguir ejerciendo este derecho, no solo por una cuestión de confort indiscutible, sino también para seguir contribuyendo a que las siguientes generaciones lo vean con naturalidad. “Cuando lo haces, también estás educando. Esto es algo importante, porque es verdad que todavía se tiene que normalizar”, concluye Trabal.

Dejemos de hablar de 'toples'

El lenguaje y las palabras también determinan qué se normaliza en la sociedad y qué no. Cuando una mujer no cubre su pecho en la playa o en la piscina, se le llama “hacer toples”. Para las activistas, si queremos empezar a ver el pecho femenino con la misma naturalidad que al masculino, debemos dejar de emplear términos específicos como el de 'toples'.

“No me gusta el término 'toples' porque no lo usamos para los hombres. Los hombres toman el sol con el torso desnudo y las mujeres también. No hay más”, sentencia Trabal.