APUNTE

A su manera, Piqué dice hasta luego

Barcelona. 20.10.2022. Deportes. Piqué junto a Busquets enel banquillo antes de iniciarse el partido de liga del FC Barcelona contra el Villarreal. Fotografía de Jordi Cotrina

Barcelona. 20.10.2022. Deportes. Piqué junto a Busquets enel banquillo antes de iniciarse el partido de liga del FC Barcelona contra el Villarreal. Fotografía de Jordi Cotrina / Jordi Cotrina

Albert Guasch

Albert Guasch

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Como cantaba Frank Sinatra, Gerard Piqué se va a su manera. Por sorpresa, sin filtraciones, con un vídeo producido con gusto y antes del parón por el Mundial. Ha pillado con el pie cambiado hasta al propio club. De todas las salidas de un futbolista emblemático, esta será sin duda de las más singulares. En noviembre no se marcha nunca un jugador, salvo lesión fulminante. En noviembre aún se pelea por el puesto en el once titular. Pero Piqué siempre ha sido distinto. También en el momento de su adiós. Y han ocurrido demasiadas cosas en este 2022, un torbellino más que un año para el futbolista y la persona. 

¿Por qué se va ahora? Negar que desde el club se le ha empujado a ello sería ridículo. Laporta y su entorno llevan muchas semanas presionando para deshacerse del salario más alto de la plantilla. Hubo un acuerdo en verano para rebajarse la ficha tras varias reuniones con su agente, Arturo Canales. Pero la firma que sellara ese pacto que permitía inscribir a Koundé no se produjo. Piqué se echó atrás.

Laporta quiso mantener un trato respetuoso de puertas afuera con él y Busquets, leyendas ante todo, pero la delicada situación económica hizo aflorar el viejo juego de desgaste a través de las filtraciones, consumadas en una asamblea de compromisarios en que ya no hubo lugar al disimulo. El central fue puesto en el disparadero. Poco después Piqué realizó un partido calamitoso ante el Inter en la Champions. Ya estaba el caldo de cultivo creado para que el Camp Nou pitara al central de 35 años, lo nunca imaginado, y sucedió ante el Villarreal. «Se ha sido muy injusto contigo», escribió ayer Carles Puyol de forma elocuente. 

Xavi ya le aconsejó en verano que se marchara. Fue el mejor central la pasada campaña (confesado por el propio staff técnico), pero la renovación era necesaria. Hacía falta otro tipo de defensa, que empujara arriba, que pudiera correr hacia atrás. Y lo ha relegado no a cuarto, ni quinto, sino a sexto central. Demasiado para el orgullo de un futbolista irrepetible, el mejor defensa de la historia del Barça (algunos dirán que Puyol; tampoco vamos a discutir). 

Palanca caída del cielo

Nunca nadie se imaginó a Piqué mendigando unos minutos. Pese a las turbulencias personales, mantiene una vida plena, con infinitas inquietudes más allá del fútbol, y su estatura histórica y su inteligencia llevaban a pensar que el momento de decir adiós no se alargaría en exceso.  

Su pequeña venganza ha sido leer su testamento futbolístico a espaldas de la directiva. Laporta debió correr a improvisar unas palabras de agradecimiento y reconocerle que haya pensado en la fragilidad de la entidad. Justo lo que parecía negarle hasta ahora. Pero todo el mundo sabe que mentalmente ha abierto una botella de champán. Le ha caído del cielo otra palanca que le permitirá reforzar el equipo en invierno y verano y negociar ligero de cargas el regreso de Leo Messi, si es que es capaz de convencerle. 

Encajar al rosarino en el límite salarial será ahora más fácil. Y encajarle en el vestuario, también. Messi y Piqué no acabaron de la mejor de las maneras. Pero esa es ya otra historia. Es día para los merecidos elogios. Se va, a su manera, un gigante de los de verdad, barcelonista de cuna. Deja dicho que volverá. Nadie puede dudar que es un hasta luego.

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