Apunte

Previsiones y augurios (económicos)

El problema es cuando los presagios se destinan solo a corroer al Gobierno

Nadia Calviño

Nadia Calviño / DAVID CASTRO

Agustí Sala

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Creo que es momento de recurrir al diccionario ya que se nos habla de estimaciones, de previsiones. Y veo que prever tiene tres acepciones, que son "ver con anticipación; conocer, conjeturar por algunas señales o indicios lo que ha de suceder; y disponer o preparar medios contra futuras contingencias".

Últimamente escuchamos voces que hablan de otoño caliente presagios negativos pese a una campaña de verano que se puede parecer o incluso superar a la prepandémica y los datos de empleo no lo indican. Tampoco existe ningún organismo que revele la posibilidad de una recesión a la vuelta de la esquina. Lo dijo esta misma semana la presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), Cristina Herrero, aunque anunció que rebajará las estimaciones de crecimiento.

Y desde el Gobierno se ha bajado varios grados el discurso optimista de hace apenas un mes. Sin hablar de crisis, la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, ya admite que la escalada de la inflación, situada en junio en el 10,2%, al nivel de hace 37 años, es un problema grave. De ahí las prisas por resucitar un posible pacto para moderar salarios y beneficios, aunque sindicatos y patronal parecen poco por la labor, por ahora.

Y, ene stas, el Banco Central Europeo (BCE) ya tiene lista su receta: subir el precio del dinero, lo que ya ha disparado el euríbor, la principal referencia de las hipotecas. Negras señales para los hipotecados.

Y a diferencia de EEUU, donde la inflación es por exceso de demanda, en la zona del euro, con un IPC medio del 8,6%, el más elevado desde que existe la divisa común, tiene más que ver con la oferta. Y, por tanto, está por ver que la medicina del BCE funcione.

Es aquí donde podemos hablar de augurar que, según el diccionario, equivale a "presagiar, presentir, predecir". La cuestión es que, como las previsiones, los augurios pueden ser buenos o malos e imponer estados de ánimo. Y, lo peor, emplearse solo como instrumento de corrosión al Gobierno desde las bancada de la oposición.

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