Ágora | Artículo de Mark Nieuwenhuijsen

Judicializar las medidas de planificación urbana tiene un coste para la salud

Buena parte de las voces en contra de la implementación de un nuevo modelo anteponen otros intereses a la salud y esgrimen argumentos económicos, obviando los verdaderos costes de cada modo de transporte

supermanzana sant antoni

supermanzana sant antoni / Álvaro Monge

Mark Nieuwenhuijsen

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Los casos de la zona de bajas emisiones, las supermanzanas o Via Laietana dan a entender que las medidas de planificación urbana en la ciudad de Barcelona podrían acabar empantanadas en los tribunales. Judicializar este tipo de políticas tan necesarias y hacerlo en base a enfoques obsoletos no parece la mejor de las ideas desde el punto de vista de la salud, ya que cualquier retraso en su implementación se traducirá en enfermedades y muertes innecesarias, con sus correspondientes costes derivados.

El modelo actual de planificación urbana y de transporte, heredado del siglo pasado, propicia la contaminación del aire y el ruido, las islas de calor y la falta de espacios verdes y de actividad física. Un estudio de ISGlobal, centro impulsado por Fundación La Caixa, estimó que este modelo es responsable de 3.000 muertes prematuras (¡el 20% del total!) y de 5.000 casos de enfermedades cada año en Barcelona. Todo ello se traduce en un coste estimado de 9.300 millones de euros anuales. Otros estudios han mostrado que cada año se producen 1.000 casos de asma infantil debido a la contaminación del aire y que los niños y niñas que van a escuelas más contaminadas tienen un desarrollo cognitivo más lento.

Sin embargo, buena parte de las voces en contra de la implementación de un nuevo modelo anteponen otros intereses a la salud y esgrimen argumentos económicos, obviando los verdaderos costes de cada modo de transporte. Según un estudio, cada kilómetro recorrido por un coche tiene un coste externo de 0,11 €, mientras que ir en bicicleta y caminar representan beneficios de 0,18 € y 0,37 € por kilómetro, respectivamente. O lo que es lo mismo: el coche representa un coste anual de 500.000 millones de euros en la UE, mientras que ir en bici y caminar se traducen en beneficios respectivos de 24.000 y de 66.000 millones.

¿Por qué si solo uno de cada cuatro viajes dentro de Barcelona se hace en coche le reservamos a este el 60% del espacio público?¿Es porque consideramos que el derecho a desplazarse prevalece sobre el derecho de usar y disfrutar el espacio público?

A menudo se menciona la pérdida de negocios minoristas como argumento en contra de las medidas. En realidad el comercio electrónico es una amenaza mayor y más real que puede conducir a un paisaje de locales comerciales vacíos y calles desoladas y a un aumento del tráfico y la contaminación asociados al reparto de paquetería. Por lo tanto, es importante hacer que las compras locales resulten más atractivas. La peatonalización de las calles y la reducción del tráfico de automóviles son buenas formas de estimularlas.

En cuanto a las supermanzanas, un estudio mostró que la implementación conjunta de 500 de ellas en toda la ciudad de Barcelona permitiría evitar casi 700 muertes prematuras al año. Las primeras supermanzanas han dado lugar a resultados variados, pero también han contribuido a mejoras a la calidad del aire, el estilo de vida y la salud. Otro estudio concluyó que los llamados 'Eixos Verds', ejecutados de forma aislada, no reportan beneficios generalizados sobre la calidad del aire, a no ser que se planteen junto con otras medidas complementarias. Dicho de otro modo: el Ayuntamiento no solo debe seguir impulsando un nuevo modelo urbano, sino tiene que ser mucho más ambicioso que en la actualidad.

La pandemia ha acelerado la búsqueda de nuevos modelos urbanos que prioricen a las personas en lugar de a los coches y que no solo tengan en cuenta la movilidad, sino también la sostenibilidad y la habitabilidad y promuevan la salud (por ejemplo, la 'ciudad 15 minutos' o la ciudad sin coches).Las supermanzanas, que han recibido reconocimiento internacional, deben ser la apuesta de Barcelona. Eso sí, combinadas con otras medidas como las zonas de bajas emisiones, la ampliación de la red ciclista, la extensión del sistema de tranvías, la pacificación de las áreas alrededor de las escuelas o la creación de nuevos parques y redes verdes.

Finalmente, mejorar la planificación urbana y el sistema de transporte público en el área metropolitana es fundamental para reducir el flujo de tráfico de entrada y salida, maximizar el potencial de la región y hacerla más atractiva, sostenible, habitable y saludable.