Artículo de Jordi Valls

Alimentaria | ¿Es atractivo el sector de la alimentación?

Alimentaria y Seafood se van a celebrar en un momento de incertidumbre de los sistemas alimentarios globales, en el que la disponibilidad y la accesibilidad de los productos, su impacto climático y su regulación están en plena transformación

Verduras en un supermercado.

Verduras en un supermercado.

Jordi Valls

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Este mes de abril se celebran dos ferias importantes en Barcelona: el gran salón de la alimentación Alimentaria y la primera edición en Barcelona del Seafood Expo Global 2022, la exposición de los productos del mar. 

 Ambos salones son referencias internacionales de primer nivel en el sector, de la alimentación, que es el mayor de la Unión Europea en términos de empleo y valor añadido. Muestra de ello la tenemos en las exportaciones de la UE que, en los últimos años, han alcanzado más de 90.000 millones de euros, siendo España y Catalunya una de sus potencias regionales.

Ambos salones son una oportunidad. En primer lugar, para demostrar que somos una potencia agroalimentaria, pero también para reforzar el debate de la alimentación y los sistemas alimentarios como uno de los grandes retos del siglo XXI. La pandemia y la guerra de Ucrania vuelven a poner en el escenario de debate público global la fragilidad de los sistemas alimentarios. El debate de la alimentación no es consecuencia tan solo de la reducción de la producción y el aumento de precios producido por la guerra, sino por una demanda creciente de alimentos en un mundo cada vez más imprevisible y con cosechas amenazadas por el cambio climático

Aparecen nuevos conceptos para explicar nuevas tendencias ante el crecimiento de precios, como ‘shrinkflation’ para definir los nuevos sistemas de ‘packaging’ (envasado), en los que para mantener los precios se reduce el volumen de producto. Se multiplican iniciativas gubernamentales como la del presidente francés, Manuel Macron, ‘Food and agriculture resilience mission’, ante la escasez de algunos alimentos que puede conllevar una crisis alimentaria, sobre todo en los países menos desarrollados. Y otros países principalmente en América Latina refuerzan su rol como proveedores de materias primas, donde en un recalentado mercado internacional de alimentos de trigo, soja o aceite aparece una nueva ‘comodity’ global como es el salmón, que ya cuenta con su propio índice de Wall Street. Dicho índice ha registrado un alza del 80% en los últimos 8 meses, siendo este producto la segunda fuente de exportación de Chile después del cobre. 

Alimentaria y Seafood se van a celebrar en un momento especialmente importante para el sector de la alimentación, como decía anteriormente. Un momento de incertidumbre de los sistemas alimentarios globales, en el que la disponibilidad y la accesibilidad de los productos, su impacto climático y su regulación están en plena transformación. En que las cadenas logísticas que desarrollan el comercio internacional se están redefiniendo y las cadenas de distribución se están adaptando a los nuevos modelos de consumo de los ciudadanos.

En este entorno, la tecnología alimentaria, ‘agritech’ y ‘foodtech’, será crucial. Es cierto que las grandes empresas emergentes agroindustriales son menos atractivas para los fondos de capital riesgo que las ‘fintech’, empresas que utilizan la tecnología para mejorar o automatizar los servicios y procesos financieros. Poner la naturaleza en una caja no es tan sencillo como están comprobando las empresas agroindustriales holandesas que mantienen una producción excelente en sus invernaderos, pero que requieren un volumen de energía (gas) que hace, en estos momentos, menos rentables sus inversiones/producciones. Pero, en cualquier caso, es necesario reforzar el vínculo entre alimentación, medio ambiente, tecnología, regulación y recursos financieros. 

Y ante este escenario global no podemos olvidar la necesidad de reforzar los sistemas de producción local. Debemos acelerar el programa ‘Farm to fork’ de la Unión Europea. La soberanía alimentaria a nivel europeo es un concepto posible, pero deberemos generar los incentivos necesarios para que nuevas generaciones se incorporen al campo, y el mejor incentivo sin duda es la necesidad de obtener precios justos. Por ello, la ley recientemente aprobada de la cadena alimentaria debería implementarse a la mayor brevedad posible.

El Salón Alimentaria y el próximo Seafood son una gran oportunidad para relanzar el debate de la alimentación, así como para potenciar Barcelona no solo como un escaparate para exponer productos, sino para capitalizar su papel en el sector ‘foodtech’, mejorar el atractivo de capitales financieros en la agroindustria, debatir los grandes retos globales del sector y reforzar los sistemas de producción local.

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