ANÁLISIS

Independentistas contra independentistas

ERC y JxCat son dos divorciados forzados a convivir bajo el mismo techo. Ahora y con gran probabilidad después del 14-F, aunque entonces con una correlación de fuerzas distinta y, quizás, con un tercer actor triangulando en casa

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, en septiembre del 2017, en el Parlament.

Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, en septiembre del 2017, en el Parlament. / periodico

LUIS MAURI

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El enfrentamiento endogámico es el signo de la larga marcha independentista desde la fracasada tentativa unilateral del 2017 hacia las elecciones catalanas de febrero del 2021, virus mediante. Tres años después del 1-O, el nacionalismo se fragmenta en cadena. Hoy, el frente político principal no cruza entre Catalunya y el resto de España. Ni siquiera entre la Catalunya independentista y la no independentista. El frente atraviesa el campo nacionalista.

La coalición que gobierna Catalunya está quebrada sin remedio desde hace un año. El impacto de la pandemia y la proximidad electoral enfatizan la fractura. Los choques y las deslealtades entre las ‘conselleries’ de JxCat y las de ERC se ventilan a plena luz del día, lo que indica la magnitud de la batalla electoral.

Todo es susceptible de disputa entre los dos socios. El bochorno de las ayudas a los autónomos, las restricciones en la restauración y el comercio, la tragedia de los geriátricos…

Estrategias opuestas

Tres años después del 1-O, las facciones independentistas tienen estrategias opuestas. JxCat, encadenada a <strong>Puigdemont </strong>y a su peripecia personal, mantiene el rumbo de colisión con el Estado pese al descalabro del 2017. En ocasiones, con un halo grotesco, como el regodeo del 'expresident', este martes en Twitter, por el fracaso de la Agencia Espacial Europea y la compañía francesa Arianspace en el lanzamiento del cohete que transportaba el primer satélite civil español. Un momento ideal para mofarse de Europa.  

Esquerra asume que el saldo de la aventura del 2017 ha obstruido la vía unilateral y vira hacia la real-politik. Sazonada con una dosis de gestualidad épica, pero real-politik.

Los sondeos electorales parecen encajar con la opción de ERC. El último de ellos, publicado este martes por el Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS, adscrito a la UAB) reconfirma la delantera que todas las encuestas conceden a Esquerra, que obtendría el 22,9% en las elecciones catalanas, seguida del PSC (11,5%) y JxCat (10%). Es el primer estudio en el que asoma el PDECat en respuesta espontánea: 1,1%.

El sondeo del ICPS apunta algunos otros datos significativos para analizar el viraje republicano: el porcentaje que votaría por la independencia en un referéndum (44,4%) es el más bajo desde el 2012 (49,2%). El 31,9% declara que le gustaría que el ‘procés’ desembocara en la independencia, pero solo el 9,1% confía en que eso llegue a suceder. En ambos casos, son las tasas más bajas registradas desde el 2015 (34% y 17,1%).

Bajo el mismo techo

La grave <strong>emergencia sanitaria, económica y social causada por el covid</strong> contribuye a afianzar la apuesta republicana por la gestión de la realidad. ¿Con qué argumento un partido que se reclama de gobierno se negaría a negociar los primeros Presupuestos de la reconstrucción, cuando incluso <strong>Bildu</strong> y los diputados del PDECat entran en la ronda? A cambio, ERC puede obtener del Gobierno combustible extra para la recta final hacia las urnas del 14-F: (re)blindaje de la <strong>inmersión lingüística</strong>, inicio de la rebaja penal del delito de sedición, ayudas anticrisis…

ERC y JxCat son dos divorciados forzados a convivir bajo el mismo techo. Ahora y con gran probabilidad después de las elecciones, aunque entonces con una correlación de fuerzas distinta y, quizás, con un tercer actor triangulando en casa.

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