Las negociaciones cara a la investidura

ERC, diálogo sin referéndum

Todo dependerá de si los republicanos son capaces de definir una estrategia alejada de la confrontación para mantener vivo el conflicto, en el sentido opuesto a lo que pretenden Torra y Puigdemont

ERC, diálogo sin referéndum

ERC, diálogo sin referéndum / periodico

Joaquim Coll

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Pedro Sánchez no se le puede criticar siempre y por todo. Si hubiera querido gobernar en coalición con Podemos y la ayuda de ERC, podía haber sido investido fácilmente en julio. Intentó evitarlo yendo a segundas elecciones pero le salió mal. Todo lo que dijo en campaña sobre el problema de convivencia en Catalunya o su promesa de reintroducir en el Código Penal los referéndums ilegales habría tenido que bastar para recoger una parte sustancial del despojo de Cs. Sin embargo, existe un recelo profundo hacia su persona, que empezó con el célebre “no es no” y culminó con la moción de censura con el apoyo de los independentistas, que ha derivado en un antisanchismo visceral, cultivado con ardor guerrero por la derecha, que ha impedido ese trasvase de apoyos. Desde una lógica constitucionalista, al margen de personas y siglas, lo ocurrido el 10-N es un desastre. Y por eso al PSOE no le queda ahora otra que volver sobre sus pasos. El PP no va a abstenerse con Vox pegado al cogote, excepto que Sánchez fuese sustituido por otro socialista, y España no puede ir a terceras elecciones sin poner demasiadas cosas en riesgo.

Tras haber cerrado un preacuerdo con Pablo Iglesias en un tiempo récord, lo cual tiene la virtud de haber roto el pesimismo que se instaló la noche electoral entre sus votantes pero también el defecto de mostrar a las claras el oportunismo de uno y otro líder, la cuestión es si ERC se abstendrá para evitar que el frente del 'no' sume una mayoría de bloqueo.

Probable no significa seguro

Faltan muchas semanas para la investidura, que en política es demasiado tiempo, pero lo más probable es que Sánchez sea elegido en segunda vuelta. Si en septiembre Gabriel Rufián estaba dispuesto a abstenerse sin ninguna contrapartida, ¿por qué ahora tendría que votar en contra? Ahora bien, probable no significa seguro porque han pasado muchas cosas en estos meses, desde la sentencia del 'procés' hasta unos resultados electorales que han fortalecido a JxCat y la CUP en detrimento de ERC (con un 17% de votos menos que en abril). Las tensiones dentro de los republicanos son evidentes entre 'intransigentes' y 'posibilistas'. Mientras su portavoz en el Parlament, Sergi Sabrià, exige “amnistía” y “urnas” (autodeterminación) y sus juventudes se muestran radicalmente en contra de investir a Sánchez, el 'vicepresident' Pere Aragonès se limita a pedir “un diálogo político entre iguales” y Joan Tardà escribe artículos a favor de no bloquear.

Al final todo dependerá de si los republicanos son capaces de definir una estrategia completamente alejada de la confrontación permanente e incluso violenta para mantener vivo el conflicto, en el sentido opuesto a lo que pretenden Quim Torra y Carles Puigdemont. Más allá de la retórica autodeterminista, Oriol Junqueras y los  condenados saben que, aunque su situación personal pudiera mejorar (con indultos o solo con medidas penitenciarias), el diálogo entre gobiernos no conducirá jamás a negociar el referéndum que desean. Recuerden el famoso “ni quiero ni puedo” de Mariano Rajoy. Pues lo mismo podría decir Sánchez, que tampoco la soberanía nacional está en sus manos. La solución no pasa por un único diálogo, concepto del que se abusa tanto que se ha vuelto hasta antipático, sino de que se lleven a cabo muchos diálogos en los que nadie quede excluido. Diálogos para que la sociedad catalana cure sus heridas y sane, pues camina hacia una honda decadencia. La fractura social que siguen negando los independentistas, incluso los que aparentan ser moderados, es un grave error que cronifica el conflicto interno y alienta reacciones violentas.