Falta de unidad soberanista

'Cosas veredes que non crederes'

El pacto entre PSC y JxCat anticipa la entrada en otra etapa de la política catalana con partidos independentistas sin horizonte ni estrategia independentista

Núria Marín  presidenta de la Diputación de Barcelona

Núria Marín presidenta de la Diputación de Barcelona / periodico

Joaquim Coll

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Se ha dicho mucho que el pacto entre PSC y JxCat en la Diputación de Barcelona responde solo a intereses partidistas, sobre todo que ha primado la voluntad de los posconvergentes de no quedarse fuera de una institución que gestiona mucho presupuesto y reparte generosos cargos. Eso es cierto pero no es toda la verdad porque en otro momento del 'procés' no hubiera sido posible. Lo importante es que por primera vez se ha cortado la dinámica de puja radical en el campo separatista. Lo relevante es que anticipa la entrada en otra etapa de la política catalana con partidos independentistas sin horizonte ni estrategia independentista. Un neoindependentismo sin secesión, al igual que en el pasado la izquierda revolucionaria empezó a hacer política sin revolución pese a su exaltada retórica. Refleja, pues, no hay estrategia ni unidad soberanista.

La desconfianza entre republicanos y convergentes viene de muy lejos, pero a partir del 2012 emprendieron un viaje juntos y hasta compartieron el mismo coche en las elecciones “plebiscitarias” del 2015. Ambos vendieron la ficción del unilateralismo y de que el mundo miraba la causa autodeterminista catalana con simpatía. Pero todo ese relato se ha agotado. Fracasó en otoño del 2017 y se ha seguido hundiendo en este tiempo extraño de 'posprocés', cuyo final es la elección de la socialista Núria Marín al frente de la Diputación mediante un acuerdo con JxCat y el plácet del mismísimo Puigdemont. 'Cosas veredes que non crederes'.

Al independentismo le queda poco gancho sin unidad ni estrategia para desesperación de sus propagandistas. A ERC y JxCat solo les une ya la causa de los presos. Pero han abusado tanto de ese discurso que cuando llegue la sentencia, probablemente condenatoria por alguna forma de rebelión, no ocurrirá nada que no hayamos visto antes. Protestas, manifestaciones y un chorro de victimismo pero poco más. Y en las próximas elecciones al Parlament habrá cambios, con un PSC muy crecido que está demostrando enorme maestría en la política de pactos. 'Cosas veredes…'.