Los pactos poselectorales

Nosotros y ellos

La salida al conflicto tendrá mucho que ver con la ruptura de la lógica de bloques que no pueden dialogar y acordar

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Carles Campuzano

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El 23 de marzo del 2007 el presidente Bill Clinton formuló un espléndido elogio a la figura de Martin McGuinness durante el funeral de este líder irlandés. McGuinness fue uno de los hombres carismáticos del IRA y del Sinn Féinpieza clave en los acuerdos de paz de Viernes Santo, que supusieron el fin del conflicto en Irlanda del Norte, y ministro de Educación del primer Gobierno autonómico de este pedazo de tierra irlandesa. Un gobierno que fue de coalición con sus acérrimos adversarios políticos unionistas. Clinton, brillante, supo resumir de manera espléndida el propósito de la política del líder irlandés en los últimos años de su vida: ampliar la definición del 'nosotros' y reducir la definición de 'ellos'. En el contexto del conflicto irlandés, con una dosis de violencia entre las comunidades católica y protestante enorme, una fractura social y política entre republicanos y unionistas que aún hoy se arrastra, el propósito de hombres y mujeres como McGuinness no era otro que recoser una comunidad fracturada, como garantía para la paz, la libertad y la justicia, en un país durante tantos años asolado por la violencia. Seguro que no fue fácil. Hacía falta coraje y audacia.

La referencia irlandesa viene a cuento por el ruido y el revuelo que la política de pactos en ayuntamientos, consejos comarcales y diputaciones, tras las últimas elecciones, está provocando estos días. No quiero buscar ningún tipo de paralelismo ni similitud con la situación vivida en Irlanda. Por suerte no estamos en Irlanda del Norte. En nuestro país la violencia nunca ha formado parte del conflicto político entre Catalunya y el Estado, a pesar de que algunos fiscales y jueces se empeñen en insistir en esta idea. Una idea que, por cierto, está en el epicentro del proceso judicial contra los líderes sociales y políticos independentistas y que pretende justificar decisiones tan injustas como las prisiones provisionales de estos presos políticos y la suspensión de su condición de electos en determinados casos. No busquemos semejanzas donde prácticamente no las hay. Pero algunos de los argumentos que se han utilizado en contra de los acuerdos poselectorales que rompen la política de bloques y algunos de los argumentos que justifican esta política, a un lado y al otro de la polarización política que vive el país, me parecen tremendamente negativos para rehacer el camino que hará que Catalunya continúe avanzando.

Acuerdos estigmatizados

Y es que en mi opinión lo más relevante y determinante de lo que se decide en esta política poselectoral es precisamente las definiciones del 'nosotros' y el 'ellos'. Claro que las alianzas en las instituciones tienen que ver con el poder. Los partidos de manera legitima aspiran al poder, pero nos jugamos algo más.

En los dos bloques políticos en los que hoy se articula la política catalana, hay encarnizados partidarios de una definición del "nosotros" bien estrecha, que estigmatiza cualquier posibilidad de acuerdo o pacto municipal o supramunicipal con los 'otros'. Algunos justifican determinados acuerdos solo con el argumento de impedir que los independentistas gobiernen; otros acusan de 'botiflers' y traidores a los que practican acuerdos entre independentistas y federalistas. La audacia y el coraje para romper la política de bloques se convierte en un arma arrojadiza, que solo busca profundizar en el foso que hoy nos separa y que conlleva el riesgo de quedarnos atrapados y enquistados en un largo conflicto.

Para el mundo soberanista, el ejercicio de romper la política de bloques tiene la enorme dificultad de hacerlo en tiempos de procesos judiciales cargados de falsedades, exilios, cárceles provisionales injustificadas. Hay mucho sentimiento de injusticia, impotencia, dolor, tristeza y frustración acumuladas. Es cierto. Mientras esta situación se prolongue en el tiempo se hará muy difícil hacer política y 'fer país' con normalidad. Y eso hoy no depende de la política catalana, y bastante poco de la política en general. Pero el país solo avanzará en la medida que seamos capaces de reconstruir una definición de "nosotros, los catalanes" que nos incluya a todos. Una definición de los "nosotros" que reconozca que somos un solo pueblo, pero diverso, plural y complejo, como todas las comunidades nacionales, por otra parte. Una definición del "nosotros" que haga posible el pacto entre adversarios políticos, también.

La salida al conflicto tendrá mucho que ver con la ruptura de la lógica del bloques que no pueden dialogar y acordar. No solo de eso, claro. Tampoco debemos ser ingenuos. La política española en su conjunto también debería tener coraje y audacia, y hoy no lo parece. Todo lo contrario. Pero los catalanes, seamos partidarios de la independencia, del derecho a decidir, del Estado plurinacional o sencillamente del derecho al autogobierno, debemos reconocernos en un "nosotros" que aspire a que los sueños de unos no sean las pesadillas de los demás.