LA CLAVE

Con Barcelona no se juega

Hay que exigir a todos los alcaldables un proyecto para la ciudad atractivo y autónomo, no supeditado a batallas identitarias ni a personalismos

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Enric Hernàndez

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Cuando se acercan las municipales, Barcelona siempre es el oscuro objeto de deseo de las fuerzas catalanas. ¿Qué partido no sueña con gobernar la capital catalana, destino turístico consolidado, motor económico del país y con unas finanzas públicas más que saneadas? Pero, por enriquecedora que sea la competencia electoral, hay pulsiones ajenas a los intereses ciudadanos que amenazan con convertir a Barcelona en botín de guerras ajenas.

Ada Colau no se juega solo la reelección como alcaldesa; también el futuro de un espacio político, el de los ‘comuns’ ‘comuns’, venido a menos por su funambulismo en los momentos más convulsos del ‘procés’. Con solo 11 concejales, Colau perdió margen de maniobra al romper el pacto con Jaume Collboni (PSC)Jaume Collboni (PSC) con el pretexto de la aplicación del artículo 155, para luego aupar a la Moncloa al socialista Pedro Sánchez, que lo había apoyado.

A falta de un balance triunfal que esgrimir –arduo hito con tan exigua mayoría--, a Colau el aterrizaje de Manuel Valls le viene como agua de mayo, pues le permite vindicarse como la ‘alcaldesa del pueblo’ frente a un ‘parvenu’ auspiciado por la ‘jet set’ barcelonesa. Amén de desdibujar en campaña el eje nacional, en el que los ‘comuns’ suelen salir trasquilados. Y lo mejor para ella: tras las elecciones el independentismo le regalaría el bastón de alcaldesa antes de permitir que lo empuñase Valls.

Al exprimer ministro francés el traje de Ciutadans empieza a tirarle de la sisa en su apuesta por seducir al catalanismo de centro izquierdaCiutadans  nostálgico de la era de Pasqual Maragall. Mucho deberá hincar los codos y desgastar las suelas para paliar su escaso conocimiento de la ciudad, que de acuerdo con las encuestas es mutuo.

EL MONOPOLY ‘PROCESISTA’

Sin novedad en el frente independentista. ERC saca lustre a otro Maragall, Ernest,ERC  Maragall, Ernest, para arañar votos por la izquierda, mientras el ‘pinyol’ de Carles Puigdemont sigue clamando por la lista única. Barcelona, ficha del Monopoly ‘procesista’.

Entre tanto tacticismo, hay que exigir a los alcaldables un proyecto para la ciudad atractivo y autónomo, no supeditado a batallas identitarias ni a ambiciones personalistas. Con Barcelona no se juega.