"En una relación hay que ir a por todas"

HELENA GARCIA MELERO

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No sé si le he hecho una entrevista o he ejercido de psiquiatra. Quizá me haya inspirado eso de conversar en su consulta, pero Joan Corbella, el doctor Corbella, como todos le conocemos, es un hombre que da confianza. Sabe tratar, sabe responder y cuenta, porque está acostumbrado a escuchar. Ahora su vida está a punto de dar un vuelco. Será abuelo y padre a la vez. Tendrá una hija de su segunda esposa, la escritora Maria de la Pau Janer, a quien conoció en un plató hablando de Coses de la vida.

--¿Cómo se lleva lo de estar a punto de ser padre y abuelo a la vez?

--Como se puede... Las emociones personales son muy difíciles de analizar.

--¿Para un psiquiatra?

--Sí, porque le intentas buscar más explicaciones. Lo cierto es que me hace ilusión volver a vivir las dos experiencias. Pero lo que mas ilusión me hace es que a mi hija le haga ilusión el hijo que voy a tener con mi mujer.

--¿Para cuándo les toca?

--A Maria de la Pau le toca en diciembre, y a mi hija, a finales de noviembre.

--O sea, que la tía y el sobrino van a ser amigos.

--Amigo y amiga. Con el problema que supone que al principio no se van a poder conocer, porque cuando Maria de la Pau tenga la niña se instalará en Mallorca. Así lo hemos decidido, ya que ella tiene a toda su familia allí. Y yo iré y vendré.

--Usted ha sido generoso en su relación de pareja. Hay muchos hombres que tienen una relación con una mujer más joven y que, si ellos ya tienen hijos, no quieren volver a empezar.

--Es que la paternidad y la maternidad son cosas distintas. Los hombres no tenemos instinto paternal. Los hombres queremos a los hijos a medida que crecen, establecemos con ellos unos vínculos económicos, de linaje, de apellido, pero no es lo mismo que sentís las mujeres. Un hombre se decide a tener hijos en la medida en que ama la vida y a una persona. Pero no tiene necesidad de hijos, aunque los pueda querer mucho.

--Pero si tienes pareja...

--Si tienes pareja, o vas o no vas. Y si decides vivir una relación de pareja, debes ir a por todas. Pero, lo que decía, en general la maternidad ha sido siempre, históricamente sobre todo, una experiencia bastante solitaria de la mujer.

--¿Quién hace de psiquiatra a un psiquiatra? ¿Los pacientes?

--Escuchar a los pacientes ayuda mucho. Los amigos también, pero, si realmente tienes un conflicto, necesitas un profesional. Afortunadamente, no ha sido mi caso. Lo que está claro es que no te puedes tratar a ti mismo, porque necesitas que te observe alguien que puede hacer otra lectura de lo que te pasa. Tus problemas los tienes demasiado cerca como para poder ser lúcido.

--¿Quién nos lo iba a decir? El doctor Corbella, casado con una mujer 20 años más joven. ¿Le ha dado miedo el cambio?

--Más que miedo, respeto. Cualquier cambio necesita ser analizado. Me ha dado respeto la posibilidad de perjudicar a alguien, pensar que alguien se podía haber sentido herido. Pero, finalmente, he tomado una decisión. En la vida se tienen dilemas, y las decisiones se toman cuando uno consigue poner de acuerdo lo que siente con lo que piensa.

--¿Cómo ve el papel de la familia hoy en día?

--El gran problema de la familia hoy es que, aunque parezca paradójico, en su seno uno tiene mucha relación con gente con quien en realidad no se relaciona. Muchas veces la familia anula la dualidad de las relaciones. Y es necesario que se produzcan encuentros individuales entre sus miembros, de tú a tú. Si eso no ocurre, se asumen roles: el padre hace de padre, la madre de madre... Y en muchas ocasiones las familias absorben a las parejas.

--¿Cuál es la enfermedad psiquiátrica de nuestro tiempo?

--Sobre todo, la angustia. Vamos muy deprisa, muy acelerados, premiamos mucho la exigencia, siempre queremos sacar un 10, y eso produce angustia.

--¿Echa de menos a los espectadores?

--Para mí, la televisión es algo anec- dótico. Mi vida es este despacho. Cuando alguna vez me embarco en un proyecto televisivo, lo único que hago es anular las visitas de un día de la semana por la tarde, preparar los temas con los guionistas y grabar un programa. La gente cree que yo me he dedicado mucho a los medios, pero a mí nunca me han absorbido. No echo de menos, para nada, la popularidad.

--Porque ya la tiene...

--Está claro que hacer programas me ha permitido conocer a gente muy interesante. He hecho amistades muy buenas, pero salir por la pantalla no me quita el sueño.

--¿Qué le ha parecido el caso de Natascha Kampusch?

--Leí la exclusiva de EL PERIÓDICO y, sinceramente, yo no creo a esa chica. Es muy difícil de creer que un mes después de ser liberada tenga un discurso tan bien elaborado. Entre otras cosas, porque cuando la secuestraron no tenía la personalidad formada.

--¿Sufre el síndrome de Estocolmo?

--Ella lo sufre, claramente, pero todos los que estamos casados, no se lo diga a nadie, tenemos el síndrome de Estocolmo. Queremos a nuestro secuestrador.