Bertolt Brecht en la Barcelona del 2021

Hace tan solo un año vivíamos desconcertados, encerrados en casa y nuestro futuro era muy incierto. Pese a ello, el mundo de la cultura no se resignaba a estar de brazos cruzados y seguía preparando nuevos proyectos aunque no tuvieran ni la más mínima garantía de que pudieran llegar a poder presentarse. Justamente en esos días, El Periódico se acercó a una compañía que estaba creando un nuevo musical, L’antiòpera de les oblidades, con todos los artistas trabajando en sus hogares y comunicándose por vídeoconferencia, que nos detallaron su experiencia. Evidentemente, no era la situación ideal pero sirvió para irle dando forma al montaje. Algo más de 365 días después es todo un lujo poder anunciar que están estrenándola en el Escenari Joan Brossa, donde permanecerán hasta el próximo domingo 18, así que hay que darse prisa para poder verla.

El punto de partida es la célebre L'òpera de tres rals, de Bertolt Brecht y Kurt Weill, pero lo que proponen es una relectura adaptándola a la Barcelona de nuestros días con ritmos urbanos más actuales como el trap, el hip hop o la música electrónica, un poco al estilo de Hamilton, el último gran fenómeno en Broadway. Pese a que ha transcurrido casi un siglo desde el nacimiento de la obra original, los temas siguen siendo los mismos: la crisis económica, la pérdida de valores, la miseria de los bajos fondos y el paisaje repleto de banqueros y políticos corruptos, okupas o gente que pide limosna, por mucho que se haya convertido en una era más tecnológica.

Retrato de la Barcelona oculta

Esta obra ha sido escrita y dirigida por Marc Chornet (La dona pantera, Vaig ser Pròsper), mientras que del apartado musical se han ocupado Neus Pàmies y Gerard Marsal, que ya coincidieron en L’infanticida, ópera electrónica a partir del monólogo escrito por Caterina Albert, y la producción artística es del omnipresente Daniel Anglès. El reparto está integrado por ocho jóvenes actores pero con experiencia en el género, muchos de los cuales ya aparecían en la irónica comedia navideña Fins als… Nadals: Alexandre Ars, Àngels Cervelló, Ferran Enfedaque, Laura Font, Clara Giralt, Laia Leal, Sílvia Puertas y Javi Vélez.

El escenario está ocupado por unas estructuras metálicas entre cajas de bebidas en un ambiente bastante destartalado en el que sobresale un micrófono de pie antiguo mientras escuchamos ruidos urbanos de cláxones y vehículos. En el prólogo nos explican, entre bromas, que la historia original data de 1728, The beggar’s opera (La ópera del mendigo), creada por John Gay y que fue versionada exactamente 200 años después por Brecht y Weill. Dudan si fue una copia o un homenaje y ellos pretenden hacer lo mismo llevándola a la Barcelona del Raval, del Born, de la Ribera, mostrando lo que se esconde bajo la alfombra, lo que no ven los turistas y lo ejemplifican con la primera canción, la descarnada La Ciutat, entre móviles y una coreografía grupal.

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Los negocios sucios

A continuación conoceremos a El filàntrop, un individuo que, junto a su mujer, se dedica a explotar el negocio de las limosnas y los vendedores ambulantes de cervezas o de rosas. Su hija, Laia, se ha enamorado de Javi (todos los personajes llevan los nombres de los actores que los interpretan), otro superviviente gracias a los trapicheos cuyo mejor amigo es, curiosamente, un policía con el que comparte noches de fiesta, momento para pasar por la discoteca con todo el reparto. Otro destacable número, es Aprendre a dir que no, una emocionante reivindicación femenina con Laia cantando a cappella mientras el grupo le hace los coros.

Ellas tienen su momento de lucimiento poco después con Laura Font al frente mientras se desprenden de parte de su ropa. Podría resultar sensual, pero la letra consigue convertirlo en más sensible y conmovedor que erótico. Hay canciones de amor, de amistad, de protesta, de denuncia y escenas ingeniosamente resueltas como una alumbrada con la luz de las linternas. En el tramo final destaca su giro más actual con un toque de sororidad feminista, brilla Javi Vélez con Res serveix de res e incluye un epílogo con sorpresa en el que los actores salen de sus personajes.

Por fin, juntos

Lo mejor de la obra es el extraordinario equilibrio entre los actores, su compenetración, su complicidad, todos se complementan y se coordinan a la perfección tanto en las canciones como en los bailes, que son como una intensa sesión de gimnasio. Desprenden una energía muy especial, probablemente cansados de tantos ensayos telemáticos, y felices de poder estar juntos por fin. Todos los elementos están a su servicio, el maquillaje deliberadamente grotesco o el vestuario juvenil contemporáneo (chándal a lo Rosalía incluido). Una antiópera desesperada, realista y cruda que no olvidaremos fácilmente.