Un ultrasecreto ejército
Los 'Malditos bastardos' de Churchill: cuando Ian Fleming y Christopher Lee mataban nazis
Spirou, en la Bélgica ocupada por los nazis
Sangre, sudor y cómic: la Segunda Guerra Mundial en viñetas
Los silencios del nazismo, al cómic
Anna Abella
Periodista cultural
En esta casa desde 1990. Periodista cultural. Buceando en el mundo de los libros desde 2005.
Durante la Segunda Guerra Mundial, antes de ponerse a escribir sobre James Bond, Ian Fleming fue el arquitecto de muchas de las misiones del ultrasecreto SOE (Special Operative Executive), más conocido como el Ministerio de la Guerra sin Caballeros, un ejército en la sombra creado por el ‘premier’ británico Winston Churchill para poner desestabilizar la retaguardia de Hitler. En sus filas trabajaron Christopher Lee -antes de enfundarse los colmillos de Drácula- o la valiente, bella y fascinante espía polaca Christine Granville, cuyas armas favoritas eran el puñal y las granadas. Todos luchando contra el Tercer Reich a base de sabotajes, atentados, asesinatos selectivos y operaciones encubiertas en territorio enemigo.
Es la historia real que desvela en el cómic ‘Mata nazis’ (Flow Press) el francés Amazing Améziane, nombre artístico de Améziane Hammouche (1972). Como lo define el dibujante, en alusión a la película de Tarantino de 2009, "son ‘los Malditos bastardos’ de Churchill, pero aquí es todo verdad".
No fue hasta 1990, cuando se empezaron a desclasificar los archivos de la guerra que salió a la luz la existencia del SOE, una historia que en abril llegará también al cine dirigida por Guy Ritchie e interpretada por Henry Cavill, Freddie Fox y Eiza González (el título en inglés, ‘The Ministry of Ungentlemanly Warfare’).
Améziane, también conocido como Amé, del que Flow Press ya ha publicado su trilogía del Alma, ‘Muhammad Ali’, ‘Miss Davis’ y ‘Big Black’, usa pinceladas de ficción para vestir el jugoso relato. "¿Complots para asesinar a Hitler y a sus altos mandos? Lo tengo. ¿Una banda de judíos sedientos de venganza y dispuestos a enfundarse el uniforme de las SS para matar la mayor cantidad de personas tras las líneas enemigas? También lo tengo. ¿Mujeres espías con un valor sin igual que llevaron cabo misiones que ningún hombre habría podido y sin desnudarse? Se llama Christine Granville…", escribe en el prólogo.
Esta agente británica era la espía favorita de Churchill. Entre sus logros, detalla el cómic, Granville engañó a los miembros de la Gestapo que vigilaban a dos agentes del SOE apresados en una prisión alemana, a los que iban a ejecutar horas después, y logró liberarlos. Sin embargo, su final fue menos épico, en 1952, un pretendiente obsesionado y repudiado que la apuñaló hasta la muerte.
El SOE reclutó a novelistas. "Necesitaban personas cultivadas, capaces de abordar las situaciones de forma distinta", explica Améziane. Entre ellos, destacó Ian Fleming, que dirigió muchas misiones y que de la experiencia atesorada bebió su incombustible saga Bond. Incluso la famosa Sección Q, que en las novelas del agente 007 se dedica a inventar todo tipo de armas y ‘gadgets’ para los espías británicos, existió antes en el Ministerio de la Guerra sin Caballeros.
Este ejército secreto también echó mano de intérpretes y gente del mundo del espectáculo. Nunca habló de su pasado en el SOE Christopher Lee, cumpliendo a rajatabla el compromiso firmado que instaba a todos los implicados a mantener la boca cerrada. Aunque algún guiño lanzó el actor en el rodaje de ‘El señor de los anillos’, donde interpretaba al malvado mago Saruman, que debía recibir una puñalada. Al director, Peter Jackson le dijo: "¿Sabes cómo se siente uno cuando le apuñalan? Yo sí lo sé".
También otros dos actores estuvieron implicados. Años después coincidirían en el reparto de la bélica ‘Los cañones de Navarone’, intentando destruir el armamento alemán. Fueron David Niven y Anthony Quayle. Aunque este último no pudo resistirse a publicar, en Yugoslavia, su experiencia en el SOE, eso sí, camuflándola como ficción y cambiando nombres.
El asesinato del temible y poderoso SS nazi Reinhard Heydrich, uno de los artífices de la Solución Final contra los judíos, fue una de las misiones más sonadas, la operación Antropoide. El atentado contra su coche lo perpetró, con éxito, un comando de checos llegados del Reino Unido ayudados por la resistencia. Sin embargo, murieron en una numantina resistencia tras ser acorralados en Praga y las represalias de Hitler contra los civiles checos fueron brutales aniquilando a los 400 habitantes del pueblo de Lídice.
Entre los objetivos del SOE, el que no consiguieron fue hacerse con una máquina Enigma para intentar descodificar los mensajes del Tercer Reich. Aunque en la operación participó el matemático Alan Turing (interpretado en el cine por Benedict Cumberbatch en ‘The imitation game’), que sí acabaría descifrando las comunicaciones nazis.
Aunque este ejército en la sombra acabó provocando fricciones diplomáticas y políticas, se defendió su labor alegando que sin él la guerra habría durado al menos medio año más, con la consiguiente pérdida de vidas.
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