Memoria barcelonesa

Una historia cultural de la plaza Reial: de la rumba catalana al 'indie'

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"El turismo ha alejado a los barceloneses de la plaza Reial más que la heroína"

Nazario

Nazario / Nazario

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

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La plaza Reial y su entorno fueron durante décadas un polo cultural de primer orden, quizá el más poderoso que jamás haya tenido Barcelona, con permiso a lo sumo del Paral·lel anterior a la Guerra Civil. Ya no. Un hotel de cinco estrellas gran lujo de la cadena Sonder y restaurantes de los grupos Tragaluz (Tomate), La Pomada (Glaciar), Andilana (Les Quinze Nits), MariscCo (MariscCo) y Degusplus (Rossini) dominan la Reial. Cierto, el Ambos Mundos y el Tobogán, rebautizado La Gallega de la plaza Real, siguen en manos familiares, y el Ocaña juega la carta de evocar el pasado bohemio del enclave. Pocos barceloneses frecuentan unos y otros. En los alrededores, además de restaurantes para turistas, también hay bares para turistas y tiendas de recuerdos, de conveniencia y cannábicas. No siempre fue así.

La taberna flamenca El Charco de la Pava (Escudellers, 5) funcionó entre 1947 y 1961. Allí actuaron Antonio González ‘El Legañas’ y Antonio González ‘El Pescaílla’, padre e hijo. Se dice que pudo nacer en ese lugar ‘el ventilador’. En cualquier caso, lugar sagrado de la rumba catalana. Muy cerca estaban Casa Matías (Nou de Sant Francesc, 6) y La Macarena (Nou de Sant Francesc, 5), templos flamencos abiertos en 1940 y 1941, respectivamente. En el bar de alterne El Paso, en Escudellers, se forjaron en los años 60 Los Amaya.

Lou Bennett, en el Jamboree, en los años 60.

Lou Bennett / Archivo

La Sexta Flota

La Sexta Flota de Estados Unidos comenzó a atracar en Barcelona en 1951. Con los marinos estadounidenses llegaron a la capital catalana muchas cosas, todas ellas susceptibles de ser analizadas en clave colonial. En otra ocasión. A los efectos que nos interesan, surgieron bares con música (y mujeres), ‘boîtes’ y ‘night clubs’. Uno de esos garitos de mala catadura, el Brindis (plaza Reial, 17), se transformó en la cava de jazz Jamboree en 1960 tras observar su propietario que al Tobogán, justo enfrente, no le iba nada mal como sede de las sesiones del Jubilee Jazz Club. El Kit Kat (Escudellers,10), con un ambiente llamado Stereo Club dedicado al jazz y otro en formato de 'night club' donde todo valía; el Zodiac y el Montparnasse (ambos en el pasaje Madoz) se sumaron a un micromundo jazzístico en toda regla. La discoteca Jazz Colón fue un añadido tardío.

Melenudos y punks

Minotauro y Glaciar, ambos locales en la Reial, fueron mecas melenudas en la década de 1970. El pintor José Pérez Ocaña, solo Ocaña para los restos, empezó a vivir en la plaza, número 12, en 1973. El Karma abrió en 1978 y ofreció conciertos hasta que las regulaciones de seguridad obligaron a eliminar el escenario para colocar una salida de emergencia. El Texas, residuo de la era Sexta Flota, fue reciclado en 1980 por Xavi Cot como refugio de los primerísimos punks de Barcelona. Actuaron, al menos, Último Resorte, 1984 y Clinic Humanoyds. El 13 de noviembre de 1982 se transformó en Sidecar.

Pete Doherty, en una actuación en Sidecar.

sidecar / Archivo

Los 80 fueron años de gloria para la Reial y cercanías. Pese a que era una zona chunga de verdad a causa de la epidemia de heroína. De puerto a montaña: el Fantástico, en Nou de Sant Francesc, era un hervidero punk; casi puerta con puerta, el Camel acogía a personal más veterano y del barrio; el Bogie (Vidre, 7) concentraba a la parroquia heavy. En la Reial, los ya citados Karma y Sidecar, pica moderna en ambiente patibulario. Y más arriba, en Rauric, el Kike, desfasado bar 'protoqueer', o simplemente maricón, en el que Nazario y compañía hicieron las mil y una, todas buenas. Por el Kike pasó Marc Almond y en el Kike dejó grafitis perdidos Keith Haring. Las historietas de Anarcoma, de Nazario, reflejan ese ambiente, del que también formaba parte el EA3.

No mitificaremos los 80 en la Reial. Como dice una fuente: "Había cien manguis por cada guiri; ahora es al revés".

Impulso 'indie'

En los 90 se añadió el Malpaso y a caballo de los 90 y los 2000 todo ese sustrato de mala vida cobró nuevo impulso 'indie'. Con el New York, donde antes habían estado El Charco de la Pava y el New York, escenario del espectáculo de Peki d'Oslo, más adelante conocida como Amanda Lear. Con el Tequila, también en Escudellers, ahora una panadería 365. Con el Fonfone (pasaje de Escudellers, 24), de donde emergerían los Nasty Mondays.

Motivos culturales para ir en la actualidad a la plaza Reial y alrededores son el Sidecar (veremos), el Jamboree (reabierto en 1992) y el Marula Café (Escudellers, 49).

Esta memoria urgente se limita al Gòtic. Si cruzarámos la Rambla y entráramos en el Raval ya la cosa se saldría de madre: desde La Criolla hasta el Moog.

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