Memoria

40 salas de conciertos míticas de Barcelona

EL PERIÓDICO se suma a la celebración de los 40 años de Sidecar con un repaso a otros tantos locales que han dejado huella en la música en directo de la ciudad

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Rafael Tapounet
Ramón Vendrell
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Disculpas a los teatros Aliança del Poblenou, Club Helena, Saló Diana y Tívoli. Disculpas a los asilvestrados Sot del Migdia y Recta de l'Estadi. Disculpas al Palau d'Esports, el Picadero y la Monumental. Disculpas a La Reina de África, Can Vies y otras okupas. Todos ellos han sido lugares importantes para la música en directo en Barcelona, pero la cosa va de salas de conciertos como celebración del 40º aniversario de Sidecar. Disculpas por último a las salas de conciertos que por a o por be no figuran en esta relación: todas son heroicas desde que abren.

Alfa Bar

Gran de Gràcia, 36. La pandemia acabó con este local emblemático de la noche graciense que durante 29 años sirvió copas y música en directo en un antiguo taller de reparación de máquinas de coser decorado con antigüedades, velas y vinilos. Un sábado de diciembre de 2014 actuó allí una tal Rosalía.

Apolo

Nou de la Rambla, 113. En el principio (esto es, en 1935), fue un parque de atracciones. Y, en el fondo, nunca ha dejado de serlo. En todo este tiempo, el Apolo ha acogido un salón de baile, un ring de boxeo, un cine, un bingo, una pista de patinaje y una discoteca. Desde hace más de tres décadas, es el templo más reverenciado de la música en directo de la ciudad. Aquí nacieron el Sónar y el Primavera Sound. Aquí han actuado Irma Thomas, Mavis Staples y Solomon Burke. No es el de Harlem, pero casi.        

Solomon Burke, en Apolo, en 2010.

Solomon Burke, en Apolo, en 2010. / Ferran Sendra

Be Good / Vol

Sancho de Ávila, 78. La dinamización del Poblenou que llegó con los Juegos Olímpicos de 1992 propició la apertura de numerosos locales de ocio en la zona. Entre ellos, el BeGood, una cavernosa sala de conciertos que acogió fiestas memorables de esas que nadie recuerda. Desde 2016 está gestionada por la cooperativa L’Afluent (exresponsables del Heliogàbal), que ha impuesto su sello de calidad a la agenda de actuaciones y le ha cambiado el nombre por Vol.

Big Bang

Botella, 7. Cuando el Raval era todavía el Barrio Chino, el Bar Kuki era punto de reunión de los gitanos rumberos de la vecina calle de la Cera. En los años 90 llegaron los rockeros y el Kuki, rebautizado como Big Bang, se fue erigiendo en algo así como el epicentro del ‘underground’ barcelonés. Una intervención municipal obligó a suspender la programación musical a finales de 2012, pero tras una larga guerra burocrática la sala pudo reabrir su escenario, que hoy acoge conciertos de jazz, blues y folk y sesiones de micro abierto.

 

Bikini

Diagonal, 571. La sala de fiestas que reinventó el ocio nocturno barcelonés (se inauguró en 1953, cuando el ocio nocturno barcelonés era sinónimo de prostitución y absenta en el Barrio Chino) se hizo rápidamente popular entre la fauna parrandera de la ciudad por su terraza, su minigolf, su bolera y unos sándwiches calientes de jamón y queso a los que dio nombre. Cerró en 1990 y volvió a abrir seis años después en el centro comercial L’Illa Diagonal convertida en una discoteca y sala de conciertos de acústica impecable –y con una lista de artistas de aúpa, de los legendarios The Zombies a la megaestrella Kylie Minogue-, pero, ay, sin minigolf ni sándwiches.

Alan Sparhawk, de Low, en Bikini, en 2015.

Alan Sparhawk, de Low, en Bikini, en 2015. / Ferran Sendra

Boira

Amigó, 47. En este bar de copas que abrió sus puertas en 1978 se echaba a perder la juventud progre de la Barcelona pija hasta que los mods de la ciudad lo tomaron por asalto a principios de los 80. Años de peleas, redadas y conciertos de grupos como Los Rápidos, Telegrama y Brighton 64; una época vibrante que quedó definitivamente atrás cuando, en la década siguiente, la música en directo fue desterrada del local tras una profunda reforma.

Boîte, La

Avenida Diagonal, 477. Abierta por el grupo Mas i Mas en 1991 donde había estado la discoteca Zacarías. La sala, orientada a la música negra, acogió conciertos de titanes del jazz como Jimmy Smith, Lou Bennet o Elvin Jones. Las actuaciones de The Loved Ones, con un joven Bart Davenport al frente, fueron atómicas.

Cibeles

Còrsega, 363. Sala de baile inaugurada en 1940, cerrada en 2005 y derribada en 2009. A finales de los 70 los artistas Carlos Pazos y Manell Valls organizaron las veladas Bailes Selectos y la cosa se puso sabrosona con pases de Raúl Castillo, Orquestra Plateria, La Voss del Trópico (Jordi Farràs), Rocky Muntanyola (Jordi Batiste) o Gato Pérez. En los 80 acogió conciertos de Fischer Z, The Bluebells o Les Rita Mitsouko. 

Coconut

Plaza de los Jardins d’Alfàbia, 12-14. El orgullo de Nou Barris en la era de las ‘boîtes’. "Local refrigerado", rezaba la publicidad. Funcionó de 1969 a 1973. Tenía un fantástico logo de letras bulbosas rojas y verdes que en forma de adhesivo distinguía los coches de los pintillas más molantes. Pasó un ‘who is who’ de los últimos tiempos de los conjuntos y los primeros del rock progresivo: Los Mustangs, Pop Tops, Los Kifers, Tony Ronald, The Vampires, Los Bravos, Los Ángeles, Los Vikingos, Lone Star, Fusioon, Máquina!

Communiqué

Hostafrancs, 18. En un antiguo almacén dedicado a la maduración de plátanos nació en 1984 este recordado local que en su peligroso sótano acogió actuaciones de centenares de grupos locales de todo género y tribu y hasta alguna estrella internacional como Henry Rollins. La inesperada muerte del propietario, Pepe Bellido, en 1993, supuso un golpe fatal para la sala, que aguantó aún tres años más antes de bajar la persiana.

Cova del Drac, La

Tuset, 30. El primer local público dedicado en exclusiva a la presentación de espectáculos en catalán nació en 1965 en el sótano de la cafetería Drac-Drug-Store gracias al empeño de Ermengol Passola y Josep Maria Espinàs. Una sala de ambiente ‘fin-de-siècle’ que ofrecía programación diaria de música, teatro, magia y cabaret y por la que pasó la Nova Cançó en pleno. A mediados de los 70, Ramon Tordera se hizo con el control de la sala y la convirtió en un espacio jazzístico de referencia en el circuito europeo. Bajó la persiana el 31 de diciembre de 1991 con un concierto de Tete Montoliu y reabrió poco después en otro emplazamiento y con el nombre de Jazzroom. 

Don Chufo

Plaza de Joan Llongueras, 5. Célebre por su pista giratoria y por las batallas campales a sus puertas entre pijos de la zona y chavales venidos del extrarradio en busca de acción, la discoteca Don Chufo ofrecía en los años 70 una programación de actuaciones en directo alineada con el gusto de su propietario, Chufo Llorens, en la que se alternaban los cantantes melódicos (aquí debutó José Luis Perales), los humoristas y los rumberos. En 1991 cambió de dueño y se convirtió en Halifax. Poco después, con el nombre de Nitsa, impulsó el desarrollo de la música electrónica en Barcelona. Luego fue Lolita y BeCool, antes de transformarse en un restaurante.   

 

Estándard

Travessera de Gràcia, 35-37. Tardío y más bien efímero exponente del ‘boom’ de los bares de diseño en Barcelona en los 80. Prince ofreció un concierto 'secreto' el 22 de agosto de 1993, tras su actuación en el Palau Sant Jordi.  

Garatge Club

Pallars, 195. Ubicado en el antiguo garaje de una fábrica de cuberterías del Poblenou, fue el club ‘underground’ por excelencia de Barcelona de 1992 a 2002. Green Day, Elliott Smith, Jon Spencer (11 entradas vendidas) o The Make-Up actuaron allí antes de ser nombres resonantes. Gwar y Rammstein impactaron con espectáculos ‘grand-guignolescos’. Fue meca del hardcore. Más de 600 conciertos por los que les perdonamos la inveterada impuntualidad en el inicio de los pases.

Harlem Jazz Club

Comtessa de Sobradiel, 8. Incrustado en pleno Barri Gòtic se halla uno de los poquísimos locales de Barcelona al que es posible acudir casi cualquier día de la semana (cierra los lunes) con la certeza de que habrá música en directo. Aquí manda el jazz, pero hay espacio para el blues, el folk, la canción y la música latina. Solo la pandemia interrumpió una programación diaria iniciada en 1987. Heroico se queda corto.  

Heliogàbal

Ramón y Cajal, 80. Fundado como asociación cultural en 1995 por el trotamundos napolitano Paolo d’Antonio, uno de los personajes reales poco camuflados de la novela de Sebastià Jovani ‘Emulsió de ferro’. Lo que pasaba en Heliogàbal en esas madrugadas de recitales poéticos, música experimental y descontrol rampante en Heliogàbal se quedaba. Sobre esos cimientos, el Heliogàbal que todos conocemos comenzó andadura a finales de los 90 y se convirtió a lo largo de los 2000 en epicentro barcelonés de la música independiente. Manel, Mishima y hasta Rosalía están en deuda con el ‘Helio’, que en sus mejores tiempos llegó a programar 250 conciertos al año. Todo quisque de la escena alternativa local ha actuado allí, como también lo han hecho Robert Foster, Comet Gain, Christina Rosenvinge o Joan Miquel Oliver. El local recibió un Premi Ciutat de Barcelona en 2012, lo cual no impidió que viviera un calvario administrativo hasta hace nada. 

Jamboree

Plaza Reial,  17. Mitiquísimo club de jazz de paredes y techo de ladrillo situado en los sótanos del antiguo bar Brindis que sustenta su leyenda en las actuaciones de gigantes como Dexter Gordon, Ornette Coleman, Chet Baker, Bill Coleman o Art Farmer. Cerró sus puertas en 1968 y las volvió a abrir en 1992, en pleno subidón olímpico, con una programación diaria orientada no solo al jazz sino también a otros géneros de la música negra.

Karma

Plaza Reial, 10. Antes de consolidarse como el gran clásico del tiraje-de-caña-beodo-mientras-suena-rock-pureta de la noche barcelonesa, este antro subterráneo inaugurado en 1978 tenía una programación de música en directo de amplio espectro (de blues acústico a La Banda Trapera del Río pasando por el rock progresivo de Adictonía). Los conciertos se acabaron cuando las regulaciones de seguridad obligaron a eliminar el escenario para colocar una salida de emergencia.

KGB

Alegre de Dalt, 55. Una antigua fábrica de teñidos textiles reconvertida en 1984 en club pionero en Barcelona de la estética de hangar. El interiorismo fue obra del arquitecto Alfredo Vidal y el logotipo, del diseñador América Sánchez. Era un espacio ‘multifuncional’, apto para espectáculos de la órbita teatral, exposiciones, desfiles de moda, música en directo y golfeo hasta las quinientas; fue en las dos últimas parcelas donde arrasó. El Último de la Fila rindió tributo a su formación germinal, Los Burros, con una actuación memorable como Las Burras, en una fiesta de 1987 en la que también actuaron The Stomachmouths y The Pantano Boas. KGB (acrónimo de Kiosco General de Barcelona) ofreció desde sus inicios y durante todos los 90 una programación musical intensísima. Era prueba de fuego para bandas locales con potencial (Los Negativos, Los Sencillos, el segundo intento de Los Desechables) y brindó conciertos legendarios de The Fleshtones, Fugazi o Pavement. La sala fue clausurada por el ayuntamiento en 2014 tras incontables quejas vecinales.

Las Vegas

Aribau, 230. Abrió en 1952 con el sicalíptico nombre de Las Vegas–Chez Elzo (el propietario se llamaba Eloy Zorrilla) y rápidamente se convirtió en lugar de encuentro de artistas famosos (¡Salvador Dalí! ¡Errol Flynn!), burgueses crápulas, policías y maleantes. En lo musical mandaban la rumba (Bambino, Los Amaya, El Chacho y Parrita eran atracciones recurrentes) y el bolero (Moncho hizo del Las Vegas su segundo hogar). Cerró en 1990.

Lipstick

Verdi, 32. En el espacio que después sería la discoteca Verdi y hoy ocupan las salas 5 y 6 de los cines Verdi. A finales de los 70 y principios de los 80 acogió actuaciones de Tequila, Burning, La Banda Trapera del Río o Rebeldes.

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lipstick.JPG / Archivo

Luz de Gas

Muntaner, 246. Luz Casal inauguró el 25 de septiembre de 1995 esta sala de fiestas con decoración de teatro rococó heredado del cabaret Belle Époque. Es un reconocido lugar de esparcimiento para cuarentones divorciados con posibles (y para Joan Laporta cuando tiene algo que celebrar), pero por su escenario han pasado Steve Winwood, John Cale, Kool & The Gang, Earth, Wind & Fire, Jonathan Richman, Billy Bragg y Estopa, entre otros muchísimos. Así que un respeto.

Magic

Paseo de Picasso, 40. Ha visto de todo desde su apertura en 1972, pero nada comparable al asalto del escenario protagonizado por Flowers en un concierto de regreso de La Banda Trapera del Río en 1994: el fotógrafo se quedó en pelota picada ante la estupefacción de todo el mundo, empezando por el grupo, no precisamente formado por monjas. Magic es ‘rock and roll way of life’. 

Mephisto

Roc Boronat, 33. En una antigua nave industrial en la que Renfe tenía unos talleres nació en 1993 el gran templo barcelonés del heavy. Centenares de ‘metalheads’ se reunían aquí los fines de semana para hacer ‘air guitar’ a los sones del ‘Painkiller’ de Judas Priest o para ver en directo a grupos nacionales e internacionales. En 2013 la sala cambió de propietarios y de nombre. Ahora se llama Bóveda, pero su rollo sigue siendo el rock. Duro.

Metro

Llull, 145. En lo que había sido la discoteca Giovane abrió a principios de los 80 la primera sala nuevaolera de Barcelona. Allí debutaron en la ciudad Radio Futura y La Mode, y subieron al escenario Melodrama y Brighton 64, y actuaron Gruppo Sportivo y U. K. Subs. Gracias al ‘flyer’ correspondiente a julio de 1983 sabemos que existieron Lavabos Iturriaga (Bilbao), Flash-Strato (Madrid) y Zincpiritione (Palma). 

Orquídea, La

Bruniquer, 40. Cuartel general de la música experimental a finales de los 70 donde actuaron Macromassa, Jaume Cuadreny, Perucho’s o Los Psicópatas del Norte. Ramón de España explica en un artículo de ‘Barcelona fantasma’ que el fotógrafo Flowers ofreció dos conciertos en 1978. "El hombre berreaba consignas y proclamas revolucionarias mientras el grupo Palo -‘que se merece un respeto’, como nos dijo- le seguía como buenamente podía", relata. 

Otto Zutz

Lincoln, 15. Abrió en 1985 y en abril de 1986 acogió una actuación de Jonathan Richman & The Modern Lovers (para la ocasión, Andy Paley y Brennan Totten) que fue parcialmente emitida en el episodio ‘Qui te por de Jonathan Richman?’ del programa de TV3 ‘Arsenal’. La primera fila era para niños, Richman hizo el pequeño dinosaurio a cuatro patas en, claro, ‘I’m a little dinosaur’ y, como suele decirse, fue un pase mágico, esta vez de verdad. Green On Red, Dream Syndicate, Jeffrey Lee Pierce, Alan Vega o Paul Collin’s Beat también actuaron en Otto Zutz en la segunda mitad de los 80. Los carteles de los conciertos y las entradas estaban diseñados por el grafista Alfonso Sostres.

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jonathan .JPG / Archivo

Paloma, La

Tigre, 27. Inaugurada en 1903 en una antigua nave industrial que albergaba la fundición en la que se creó la estatua de Cristóbal Colón, La Paloma es la sala de baile más antigua de la ciudad. También es, objetivamente, la más bonita. Durante décadas se mantuvo fiel al repertorio de boleros, mambo, rumba y chachachá que imponía la clientela de toda la vida, pero a partir de los años 90 las orquestas de siempre tuvieron que aprender a convivir con los disc-jockeys de música electrónica y con los conciertos de artistas de todo pelaje. Entre los momentos para el recuerdo figuran una noche de barbarie balcánica a cargo de Emir Kusturica y la No Smoking Orchestra en 2001 y el glorioso debut en la ciudad de Antony & The Johnsons teloneando a Coco Rosie en 2004.

Razzmatazz

Almogàvers, 122. Fundada en el año 2000 en las instalaciones del Zeleste de Poblenou, es la sala con programación estable de música en directo de mayor aforo de la ciudad. En consecuencia, puede presumir de una lista de bolos sin rival: Morrisey, Kanye West, Coldplay, The Strokes, Kraftwerk, Blur, Public Enemy, Elvis Costello, Arctic Monkeys, LCD Soundsystem, Paul Weller, Massive Attack, David Byrne, Arcade Fire, Beck y muchísimos más. Ah, y Pulp, claro.

Rías, Las

Nou de la Rambla, 145. En su corta existencia (1982-1983) dio cancha a Decibelios, Desechables, Las Vulpess, T.N.T. o Código Neurótico, grupos a los que no les sobraban los locales donde actuar en Barcelona. Estaba donde está la actual discoteca Plataforma.

Rocksound

Almogàvers, 116.  Entre 2008 y 2020, el escenario de esta sala aledaña del Razzmatazz acogió a lo más granado del rock de guitarras de raíz americana, del folk al metal y del country al punk. Supersuckers, The Godfathers, Sturgill Simpson, Pokey Lafarge, Daniel Romano, Sarah Shook, Tift Merritt y muchos otros pasaron por este entrañable remedo barcelonés de un antro de Kentucky, todo bourbon y madera, que la piqueta y los planes urbanísticos del 22@ se encargaron de demoler.

Joe King Carrasco, en Rocksound, en 2017.

Joe King Carrasco, en Rocksound, en 2017. / Ferran Sendra

San Carlos Club

Gran de Gràcia, 137. Pionero disco-club inaugurado en 1963 que, tras una primera fase con el nombre de Estadio y con los King’s Boys como banda residente, acogió en sus sesiones matinales y nocturnas a los principales grupos autóctonos de beat y pop. Entre ellos, a Los Sirex, que le dedicaron una canción (en realidad, una versión del ‘Route 66’ de Bobby Troup): “Es un club muy pequeño, pero bien / y la gente se divierte con el ‘shake’”. Cerró en 1981 después de una etapa como sala de varietés y cabaret sexy.

Savannah

Muntanya, 16. La mejor (¿la única?) sala de conciertos de rock and roll que ha tenido el Clot. Bajo la dirección de Aurelio Morata (exbajista de Los Rebeldes y líder de Los Vagabundos) vivió a mediados de los años 90 una época de esplendor y noches memorables que alcanzó su punto más glorioso con una insuperable actuación de los californianos Redd Kross en 1994. Hoy es un Mercadona. 

Loquillo, en SDavannah, en 2000.

Loquillo, en Savannah, en 2000. / Álvaro Monge

666

Llull, 145. La ya citada sala Metro se transformó de la noche a la mañana en 666 en 1984, para sintonizar con la hornada siniestra: las paredes simulaban muros de nichos. El ideólogo fue Cristof, como lo había sido de Metro y lo sería de Psicódromo (Almogàvers, 88), un visionario con traje y chirucas. Nick Cave, camiseta imperio y la cabeza casi tocando el techo del escenario, regaló un concierto imponente el 18 de noviembre de 1984, y también fueron cosa seria las actuaciones de The Lords of the New Church (doble pase de noche y madrugada) o The Chameleons. 

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cave.JPG / Archivo

Sidecar

Plaza Reial, 7. En el principio fue el bar Texas, cochambrosa reliquia de los días de la Sexta Flota a la que Xavi Cot (genuino activista cultural con la, digamos, promotora Cuc Sonat: lo demás son mandangas) bajó un día de 1980 y convirtió en refugio de los primerísimos punks de Barcelona. Actuaron, al menos, Último Resorte, 1984 y Clinic Humanoyds. El 13 de noviembre de 1982 abrió como Sidecar, que ahí sigue 40 años y más de 5.500 conciertos después.

The New York Dolls, con la 'troupe' de Sidecar, en el camerino de la sala, en 2007.

The New York Dolls, con la 'troupe' de Sidecar, en el camerino de la sala, en 2007. / Xavier Mercadé

Studio 54

Paral·lel, 62. El inmueble había sido el Teatro Español, después sería Barts y ahora es Paral·lel 62. Abrió como Studio 54 en 1980 y durante esa década presentó, agárrense, a Public Image Ltd, Siouxsie and the Banshees, Nina Hagen, The Cure, Johnny Thunders, Willy DeVille, The Smiths o Depeche Mode. También actuó Curtis Mayfield, como acredita una foto de la edición original de su disco de 1987 ‘Life in Europe’.

Tabú

La Rambla, 33. Cabaret con una brevísima apertura al rock en 1978, durante la que Loquillo subió a un escenario por primera vez y La Banda Trapera del Río disgustó a la dirección hasta el extremo de hacerle cancelar la aventura rockera. Era el ‘night club’ donde trabajaba María Lanuit, personaje de cómic creado por Alfredo Pons en 1980.

Transformadors

Ausiàs Marc, 60. Espacio municipal que en los 80 dio insólita bola a la cultura juvenil barcelonesa, en especial al punk y el hardcore. Actuaron Odio Social (más adelante L’Odi Social), Anti/Dogmatikss, Kangrena, Shit S. A., GRB o los holandeses BGK. Al margen del núcleo del que surgiría el movimiento okupa, también tocaron Brighton 64, Wom! A2 o Teo y los Reincidentes.

Zeleste

Argenteria, 65 y Almogàvers, 122. Pequeño imperio (sala, sello discográfico y escuela de música) fundado por Víctor Jou en 1973. Fue la sede de la heterogénea onda ‘laietana’ y la segunda casa de Sisa, Companyia Elèctrica Dharma, Orquestra Plateria, Toti Soler, Secta Sónica, Orquesta Mirasol, Gato Pérez, etcétera. En la cuarta historieta protagonizada por Makoki, ‘Noche de masacre’ (1977), el héroe protopunk y sus compinches la lían en un Cheleste donde actúa la Eléstrica Charna Orchestra: Zeleste era el ‘establishment’ enrollado de Barcelona. Con el cambio de década cedió al empuje del punk y sus consecuencias y por su escenario desfilaron Siniestro Total, Alaska y Dinarama, Derribos Arias, Gabinete Caligari, Los Rápidos, Loquillo, Brighton 64, Golpes Bajos, Seres Vacíos… todas las nuevas bandas nacionales. En 1987 se trasladó al complejo fabril del Poblenou donde actualmente está Razzmatazz. Hasta su cierre por deudas en 2000 acogió conciertos de Jerry Lee Lewis, Mano Negra, Keith Richards and the X-Pensive Winos, The Pogues, The Cramps, Paul Weller, Teenage Fanclub y The Posies (menudo doble cartel), Sugar, Oasis o Radiohead. Difícil de superar.

Viñetas de la historieta de Makoki 'Noche de masacre'.

Viñetas de la historieta de Makoki 'Noche de masacre'. / Archivo

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