Inicio del Festival de Jazz de Barcelona

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Kenny Barron en el Conservatori del Liceu, el pasado lunes.

Kenny Barron en el Conservatori del Liceu, el pasado lunes. / Jordi Calvera/Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona.

Roger Roca

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Eubie Blake, uno de los grandes pianistas de la historia del jazz, vivió hasta los cien años. “Yo le conocí cuando tenía 99”, contó Kenny Barron el lunes por la noche en el Conservatori del Liceu, antes de atacar una pieza de Blake. Era el colofón al concierto a piano solo que dio arranque al 55 Voll Damm Festival de Jazz de Barcelona. Con 80 años Kenny Barron es, él también, historia del jazz. Ha tocado con todo el mundo y ha sido siempre el pianista que los demás necesitaban: dúctil, impecable, al servicio de lo que pide la música en cada momento. Sólo muy de vez en cuando ha querido ser protagonista.

Su vuelta a Barcelona coincidía con la publicación del disco “The Source”, uno de los poquísimos registros de Kenny Barron en solitario. Pero en el conservatorio del Liceu no sonó ni una de las piezas del disco. Ha vivido tanto que podría dar una infinidad de conciertos sin repetir una sola canción y estaría siempre contando su propia historia. 

Kenny Barron en el Conservatori del Liceu, el pasado lunes.

Kenny Barron en el Conservatori del Liceu, el pasado lunes. / Jordi Calvera/Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona.

“Veo a gente mayor de treinta años, o sea que a algunos os sonará esta canción”, dijo para presentar “Embraceable you”, una melodía que los hermanos Gershwin escribieron hace casi un siglo. La conocían los mayores de treinta y también los más jóvenes que llenaban la sala, muchos de ellos alumnos del Conservatori, con los oídos pegados a la magistral interpretación de Barron. Porque un estándar tocado por Barron es una lección magistral. Lo que ocurre en una sola pieza suya daría para una tesis, y al mismo tiempo todo lo que toca suena ligero, fácil al oído. La riqueza de sus armonizaciones, su tempo impecable, la claridad de las ideas, su elegancia. 

Todo eso está en su música porque está en su carácter. Un concierto de Barron es una forma de autobiografía. Recorre episodios de la historia del jazz que son parte de su vida. “Up jumped spring” es una composición del trompetista Freddie Hubbard que se balancea con gracia. Pero también es una pieza vinculada a sus primeros recuerdos de Barcelona, cuando en los setenta vino a la ciudad acompañando al trompetista. Con las palabras justas y sin regalarse, tal cual toca el piano, Barron explicó que en los ochenta iba siempre que podía a un club de Nueva York, Sweet Basil’s, a admirar al pianista sudafricano Abdullah Ibrahim, para quien escribió una preciosa melodía, “Song for Abdullah”. Fue el momento más emotivo de la noche con permiso de “Nightfall”, una balada de quien fue su compañero y su amigo, Charlie Haden.

Sonaron estándares y un homenaje a Bud Powell y quedaron fuera del recorrido episodios importantes: la bossa nova que ayudó a construir con Stan Getz, el legado de Thelonious Monk que evocó con rigor y pasión durante años. Pero toda una vida no cabe en una hora y media de concierto.