CRÍTICA DE LIBROS

'Chevreuse', de Patrick Modiano: una geometría imposible

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El escritor francés Patrick Modiano.

El escritor francés Patrick Modiano. / HELIE GALLIMARD

Valèria Gaillard

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Señales y mensajes en morse que proceden del pasado e interpelan al escritor Jean Bosmans, de 70 años. Nombres de sonoridades extrañas que se enlazan y esbozan una historia que está por explorar, por narrar. Este es el punto de partida de 'Chevreuse', la última novela del escritor francés Patrick Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945). Ganador del Premio Nobel de Literatura en 2014 y del Goncourt con 'La calle de las bodegas oscuras' (1978), Modiano está considerado un autor de la memoria en la estela de Marcel Proust, aunque el enfoque y el estilo son claramente distintos. El nombre de Chevreuse, que vendría a ser la magdalena de Modiano en este libro, no emerge de la memoria involuntaria activada por una impresión sensorial, como seria en el caso de Proust, sino que es un nombre que Bosmans lee en las 'Memorias' del Cardenal de Retz. Más que un pensamiento, el nombre es definido por Modiano como un "detalle" que permite al protagonista rebobinar la película de su infancia, ya que vivió en una casa situada en este valle de la Chevreuse periférico de París y que fue el escenario azaroso de un acontecimiento que marcó su vida. 

La novela, narrada en tercera persona, se desarrolla como una auténtica intriga policial para elucidar este pasado borroso. Aparte, se despliega en tres tiempos que se superponen creando un efecto similar a los relojes blandos de Dalí: la infancia lejana, de la cual adivinamos que encierra un misterio; la juventud en los años 60, una época en la que los teléfonos empezaban a tener siete cifras en lugar de cuatro y se perdía así la indicación del barrio, y finalmente el periodo contemporáneo en el cual Bosmans quiere arrojar luz sobre este pasado hecho de constantes recorridos. Al mismo tiempo, la Chevreuse, con sus conexiones a otros escenarios como el piso de la calle del Doctor-Kurzenne en Auteuil o la fonda Moulin-de-Vert-Coeur perdida dentro del bosque, es una geometría imposible porque es relativa, hecha de distancias que se ensanchan o se encogen según el momento vital en el que se recorren, en el que se recuerdan. 

Un escenario a varias bandas evocado y unos personajes que parecen sacados de una novela de Raymond Chandler, como por ejemplo Camille alias Calavera —un apodo que le gusta—, que frecuenta un piso en Auteuil donde se producen encuentros nocturnos sospechosos; Rose-Marie Krawell, la eterna ausente, pero alrededor de la cual pivota la trama, o Michel de Gama, un hombre con pinta de gánster que en realidad se llama Michel Dagamat. En medio de todos ellos, el protagonista, Bosmans, va descifrando unos acontecimientos que ni él mismo parece comprender, atrapado en una aparente normalidad que esconde muchos silencios, demasiados, pero ya se sabe que, ante el peligro, mejor mantener la boca cerrada. La novela avanza así, creando una atmosfera angustiante que genera un narrador que dosifica finamente la información. No hay respuestas claras y, tal como el mismo Bosmans analiza, el silencio y lo no dicho determina la relación de la literatura con el lenguaje. 

Una mirada panorámica a la propia vida

Modiano indaga cómo los sucesos impactan de una manera u otra en el sujeto, según el punto de vista temporal desde los cuales se contemplan. El protagonista de niño es testimonio de unos sucesos que solo años después cobrarán sentido a ojos de la misma persona, ahora adulta, y este juego temporal permite "una visión panorámica de la vida". Así trata de la materia fragmentaria del pasado, las imágenes borrosas que se superponen a lo Nerval, "era el verano del 64 o del 65" se interroga por ejemplo el protagonista. "Esta vida", continua el narrador, "solo había sido una serie de rupturas, avalanchas o incluso amnesias". En realidad, parece que la trama, bastante rocambolesca en el fondo, sea solo una excusa para abordar la cuestión de la memoria, y lo hace con frases explícitas que se pueden entender como un homenaje a Proust cuando escribe que el protagonista va "en busca del tiempo perdido". De hecho, hacia el final del relato, Modiano se adentra en un juego metaliterario imprimiendo otra vuelta de tuerca a la historia. Es cuando Bosmans recibe la carta de un lector que le aclara algunos detalles biográficos de uno de los personajes más misteriosos. Una operación de 'mise en abyme', a fin de cuentas, arriesgada que todavía crea más confusión en el lector, que ha perdonado la nebulosa temporal y geográfica —marca de la casa—, y sobre todo los azares inverosímiles que presenta la historia, como por ejemplo el encuentro con un taxista en Niza que le desvela el pasado de uno de los personajes centrales de la novela.

Y luego, como no podía ser de otro modo viniendo de Modiano, está París, que aparece en todo su esplendor de barrios, puertas y ribas, bosques e hipódromos, estaciones de tren y plazas. Al fin y al cabo, uno tiene la sensación de que el Nobel francés siempre escribe la misma historia, un hombre mayor que intenta de manera casi obsesiva y terapéutica reconstruir lo que pasó en su juventud con un protagonista escritor que en realidad es su alter ego (Modiano también tiene el nombre de Jean en su partida de nacimiento). Se trata de una prosa límpida, atravesada por 'leitmotifs' como por ejemplo "la mancha de sol" o "la hora azul". En todo caso, 'Chevreuse' responde quizás a una trama más compleja y se lee como aquél que se entretiene en encajar las piezas de un puzle con sorpresa final ya que "entre la vida real y la ficción hay fronteras confusas". 

'Chevreuse'

Autor:

Patrick Modiano

Traducción:

María Teresa Gallego Urrutia / Mercè Ubach

Editorial:

Anagrama / Proa

160 páginas. 18,90 euros