Obituario

Francisco Rico, el último de los humanistas

El académico de la RAE y catedrático de literatura española, Francisco Rico.

El académico de la RAE y catedrático de literatura española, Francisco Rico. / RAE

Anna Maria Iglesia

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“El mayor y más joven experto mundial en Cervantes, según él mismo”. Así describía Javier Marías al profesor Del Diestro, nombres tras el cual se escondía el catedrático de literatura española Francisco Rico, fallecido este sábado a los 81 años. Marías y Rico habían coincidido en Oxford, donde el novelista ejerció de profesor de literatura española. Marías llevaría a la ficción su experiencia en la universidad inglesa en 'Todas las almas', la primera novela en la que el académico se convertiría en personaje. Insistió y mucho, así lo contó en más de una ocasión el propio Marías, hasta conseguir aparecer con su propio nombre en las novelas de su amigo. Y lo consiguió. Al profesor Rico lo encontramos en 'Tu rostro mañana' y en las siguientes novelas descrito como un ser algo ególatra, vanidoso y algo soberbio. Lejos de incomodarse, Rico se enorgullecía de ser un personaje de Marías, al que no tardaba en preguntar, nada más saber que estaba trabajando en una nueva novela, si él salía.

“Una gran eminencia, un primer espada, y muy severo", las palabras de Marías para describir al personaje Rico de 'Negra espada del tiempo' sirven también para describir al Rico catedrático de literatura, al académico, al petrarquista, al ensayista que nos redescubrió el Lazarillo de Tormes y al responsable de una de las ediciones canónicas de 'Quijote' -Rico se enfurecía cada vez que alguien añadía el artículo “el” a la obra de Cervantes.

"Leído mucho y vivido poco"

Nacido en Barcelona en 1942, reconocía en el prólogo de 'Una larga lealtad' ser incapaz de escribir unas memorias, pues, como Borges, había leído mucho y vivido poco. Es cierto que nunca llegó a redactarlas, si bien las páginas de 'Una larga lealtad' tienen mucho de memorialístico y componen una especie de autobiografía intelectual. Al retratar a sus maestros, Rico se retrata a sí mismo: retrata al joven profesor que queda deslumbrado por Marcel Bataillon y Giuseppe Billanovich, “los maestros insuperables”, al admirador y amigo de Fernando Lázaro Carreter, al discípulo de José Manuel Blecua, que "sobrellevaba la sordera (…) con un repertorio de frases prefabricadas para dar pie a una conversación unilateral”, y de Martí de Riquer, quien le descubriría el 'Quijote', la obra a la que dedicaría gran parte de sus estudios y que, distanciándose de la lectura romántica, describiría como una novela escrita esencialmente para hacer reír.

Para Rico, la grandeza del 'Quijote', como también la del 'Lazarillo', residía en su relativismo -el héroe de Cervantes, sostenía Rico, era un hombre que se confrontaba con una realidad que “nunca se sabe por donde puede salir”- mientras que su radicalidad tenía que ver con la naturalidad de la lengua. Rico insistía que el 'Quijote' era un libro para ser oído más que leído y, por ello, siendo fiel a la burla que Cervantes hace a “los que escriben libros llenos de anotaciones”, propuso una edición del 'Quijote' en el que el aparato crítico no se impusiera a la lectura: las notas no debían interponerse entre el lector y el texto y la puntuación y la ortografía modernizadas debían facilitar la lectura.

Zweig y Roth

Se definía como romanista, siguiendo la estela de Vossler, Curtius o Auerbach, con quien compartía su pasión por Dante y por Petrarca, a quien Rico dedicaría uno de sus últimos ensayos y de quien siempre destacaría su humanismo. Porque si Petrarca fue el primer humanista consciente, Rico fue el último de nuestros humanistas: si bien en los últimos años reconocía su preferencia a releer los grandes novelistas del XIX antes que leer las novedades, a él le debemos la presencia de las obras de Stephen Zweig y Joseph Roth en las librerías.

Como director de La caja negra, colección perteneciente a la editorial Sirmio, fundada por Jaume Vallcorba y precedente de Acantilado, promovió la publicación de autores centroeuropeos a los que había leído en italiano, gracias a las nuevas traducciones que estaba promoviendo desde Adelphi su amigo Roberto Calasso.

Editó junto a Ramón Menéndez Pidal 'Todos los cuentos', una antología del relato breve desde la Antigüedad hasta el romanticismo, pero siempre reconoció que de haber un género literario por el que sentía devoción este era la poesía. Amigo de Jaime Gil de Biedma y de Pere Gimferrer, con quien compartía el título de ser los dos académicos más antiguos, Rico es el editor de 'Mil años de poesía española' y de 'Mil años de poesía europea'. Si le preguntaban, sin embargo, por el escritor que más admiraba y que más había querido, no titubeaba ni un momento: Juan Benet, respondía, si bien, casi siempre añadía otros dos nombres, el de Javier Marías y el de Cervantes. Rico fue un lector excepcional, pero también un extraordinario prosista: sus textos son la mejor prueba de ello.