El tren de la historia

Homenaje a las bibliotecarias

Los viejos cafés que dijeron adiós

1 de febrero de 1976, una foto icónica

Las pioneras de la medicina

Eugeni d'Ors ideó en 1915 una escuela superior solo para mujeres en la que recibían una formación exquisita

Sala de trabajo del personal de la biblioteca del MNAC.

Sala de trabajo del personal de la biblioteca del MNAC. / I CULT CENTENARIO DE LA BIBLIOTECA DEL MNAC SALA DE TRABAJO DEL PERSONAL EN LA SEDE DEL MUSEO A'RT MODERN EN EL PARC DE LA CIUTADELLA

Xavier Carmaniu Mainadé

Xavier Carmaniu Mainadé

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El personal de las bibliotecas de Barcelona está en pie de guerra. Hartos de la precariedad con la que trabajan, han decidido hacer huelga para reclamar mejoras. Seguro que esto ha llamado la atención de mucha gente que nunca se había planteado cómo era la vida laboral de las personas que hacen funcionar unos equipamientos vitales para la cohesión social de pueblos y ciudades (no sólo Barcelona). Y aún serán menos los que alguna vez se han preguntado cómo es que en Catalunya hay tantas bibliotecas públicas. Todo empezó hace unos cien años.

Las personas que ahora trabajan en las bibliotecas son descendientes de las ocho primeras chicas que en 1915 ingresaron en la Escuela Superior de Bibliotecarias. Sí, en femenino. Se consideraba que era un trabajo para mujeres. Según el ideólogo del proyecto, Eugeni d'Ors, la “idiosincrasia femenina” era más adecuada para aquella tarea y además podían pagarles menos que los hombres, o sea que salía más económico. Sabía que había chicas con ganas de incorporarse al mercado laboral pero no tenían lugares a los que ir a trabajar, por tanto, la recompensa de un salario escaso no echaba atrás las que Ors definía como chicas “primera categoría”.

La primera decana

La Escuela formó parte del proyecto de bibliotecas populares impulsado por la Mancomunidad. Sus responsables eran conscientes de que para asentar bien los cimientos del sistema de lectura pública necesitaban personal cualificado: las bibliotecarias. A ellas dedicamos el Tren de la Historia conversando con Assumpció Estivill, que fue la primera decana de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación y, además, es una de las máximas conocedoras de la historia de su oficio, capaz de citar de memoria el equipo docente que trabajó en la Escuela en sus orígenes, donde aparte de Ors estaban Lluís Nicolau d’Olwer, Pompeu Fabra, Carles Riba, encargado de la asignatura de griego (¿os imagináis el nivel formativo que alcanzaron esas chicas?). Y es que además de las asignaturas de cariz más técnico, también se las preparaba en el ámbito humanístico. Y por si esto fuera poco se preveía que seguirían una constante formación continuada para mantenerse al día de las novedades de su sector.

La primera promoción terminó en 1918, justo cuando la Mancomunidad inauguraba las primeras bibliotecas en Olot, Les Borges Blanques, Sallent y Valls. Desgraciadamente, la dictadura de Primo de Rivera impidió consolidar el proyecto, que desmontó todo lo hecho por la Mancomunidad. La Escuela también. El profesorado fue sustituido por docentes afines al nuevo régimen y el temario se modificó para hacerlo menos catalán.

Cuando el régimen militar y la monarquía que la apoyó cayeron y llegó la Segunda República, la Escuela volvió a los planteamientos iniciales bajo la dirección de Jordi Rubió, alma de la institución durante todo ese tiempo. Ni siquiera el estallido de la guerra detuvo el empuje del centro. Al contrario, redoblaron esfuerzos para seguir trabajando en nuevas iniciativas como los bibliobuses del frente para proveer de lecturas a los hombres que luchaban en las trincheras contra el fascismo. Se mantuvo la actividad docente hasta el 23 de enero de 1939, sólo tres días antes de que Barcelona cayera en manos de los golpistas, porque la dureza de los bombardeos ponía en riesgo la vida de las alumnas.

Si la dictadura de 1923 fue dura, la de 1939 fue peor. Ningún profesor pudo mantener su trabajo y las estudiantes fueron obligadas a superar un examen de revalida porque los títulos de la República no eran aceptados por el nuevo régimen. Por supuesto, el plan docente fue convenientemente españolizado para adaptarlo a la ideología nacionalcatólica. Fueron años de estancamiento, mediocridad y carencia de medios, como explica Estivill.

Ni siquiera con la Transición llegaron cambios substanciales. Las profesionales de la biblioteconomía tuvieron que luchar mucho para que sus estudios tuvieran categoría universitaria. No fue hasta 1999 cuando dejó de ser Escuela Universitaria para convertirse en una facultad de la universidad de Barcelona a todos los efectos y así Assumpció Estivill en vez de ser directora como sus predecesoras, fue nombrada decana; cargo que ocupó hasta 2005.

Con la dignificación de los estudios, los hombres mostraron más interés que nunca por esta disciplina y significativamente después de Estivill ninguna otra mujer ha vuelto a ocupar el decanato. Al igual que ocurre en el sector sanitario, el verbo conciliar sólo se conjuga en femenino. Ellas en casa, ellos en los despachos.