EL TREN DE LA HISTORIA
Las pioneras de la medicina: Maseras, Castells y Aleu
La burocracia y el machismo se cruzaron en el camino de las primeras mujeres que quisieron ser doctoras

Estos días el personal sanitario es protagonista de la actualidad. Después de haberlos cubierto de elogios durante los peores momentos de la pandemia, ahora médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud tienen hacer huelga para evidenciar las malas condiciones con las que trabajan. Conviene recordar una y mil veces que sus reivindicaciones no solo les favorecen a ellos sino al conjunto de la sociedad, o sea a cada uno de nosotros.
Dedicarse a la medicina (y por extensión a cualquier carrera del ámbito sociosanitario) requiere una vocación granítica, porque además de tener que consagrar parte de la juventud al estudio, después se encuentran con unas condiciones ridículas en su entorno profesional. Es vergonzoso que quien debe salvarnos la vida tenga que amenazar con la huelga para que se le escuche.
Hubo un tiempo en el que dedicarse a la medicina era motivo de respeto. Era cuando la gente iba a casa del “señor médico”. Y ahí está la clave de la cosa: era una profesión masculina. Se consideraba que las mujeres no estaban suficientemente preparadas para ejercerla. La feminización de los trabajos del ámbito sanitario siguió un camino similar al mundo de la enseñanza, tal y como ya explicamos hace unos meses, y a la larga esto afecta a su prestigio social.
En el caso de la medicina sabemos perfectamente quiénes fueron las pioneras: Elena Maseras, Martina Castells y Dolors Aleu. Ellas son las protagonistas del Tren de la Historia de esta semana, donde hemos conversado con Betsabé García, autora de “Juguen Dames. La aventura de las primeras mujeres universitarias”.
Permiso del rey Amadeo I
Maseras, nacida en Vila-seca en 1853, fue quien abrió camino. Sólo había un problema: antes de ir a la universidad era necesario aprobar el bachillerato. Pero cuando se presentó en el Instituto de Tarragona, el director quedó asombrado. Era la primera que hacía esa petición y no sabía cómo proceder. De hecho, preguntó a las autoridades de Madrid si la joven podía continuar su formación. El caso llegó al despacho del rey Amadeo I, quien le otorgó un permiso especial. Así, en septiembre de 1872, Maseras se convirtió en la primera mujer en pisar la universidad. Escogió medicina y al cabo de seis años ya había superado todas las asignaturas. Sólo le quedaba el examen final para obtener el título y poder ejercer.
Pero una vez más, la burocracia y el machismo se cruzaron en su camino. Al ser una mujer, la universidad consideró que había que pedir un permiso especial al Consejo de Instrucción Pública de Madrid, que tardó tres años (3!) en decirle que sí, que tenía derecho a hacer el maldito examen. Era 1882. Aún y así, sacó un sobresaliente. Pero ya era demasiado tarde para que fuera médico. Durante la espera había empezado a trabajar de maestra, ocupación que ya no abandonó. Ahora bien, su caso facilitó las cosas a las siguientes: Martina Castells y Dolors Aleu; que no tuvieron que esperar permisos especiales y en 1882 no sólo se licenciaron sino que también consiguieron el título de doctoras en medicina. Desgraciadamente Castells apenas tuvo tiempo de ejercer porque ella, que quería ser pediatra, murió durante el embarazo.
Noticias relacionadasComo nos explica García, las tres tuvieron que coincidir en la universidad pero no tenemos rastro documental alguno de su posible relación de amistad. Entre otras cosas porque el marido de Dolors Aleu quemó sus documentos cuando ella murió en 1913. Una pérdida irreparable para la historia de la ciencia porque, más allá de ser la primera en dedicarse profesionalmente a la medicina, encabezó el estudio de la salud femenina, un ámbito inédito en aquellos tiempos. Sin embargo, gracias al creciente interés por visibilizar la historia de las mujeres, se ha restituido su nombre incluso más allá del mundo académico. Una de las iniciativas más interesantes fue la obra 'Barbes de Balena o de què estan fetes les cotilles', representada en el Teatre Maldà. Una de las actrices del espectáculo, Núria Cuyàs, es descendiente directa de la doctora Aleu y en el podcast comparte las sensaciones que tuvo al pisar las tablas para homenajear a su antepasada.
Desde fuera, puede parecer que las médicos del siglo XXI lo tienen más fácil, pero no es así. La doctora Àngels Escorsell, presidenta de la asociación Metgesses de Catalunya habla claro para el Tren de la Historia: las mujeres tienen muchas más dificultades a la hora de acceder a puestos de responsabilidad. Basta con mirar los cuadros directivos de los hospitales de nuestro país. ¿Por qué hay más hombres con cargo que mujeres, si la profesión es mayoritariamente femenina?
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