Un 2021 intenso
Brillo y lágrimas en la música italiana
Ha sido un año intenso para la música italiana, lleno de luces y de sombras, de nuevos ídolos y de estrellas que se han apagado. Del éxito de Måneskin al fallecimiento de Franco Battiato y Raffaella Carrà

Raffaella Carrà, Franco Battiato y el grupo Måneskin / EL PERIÓDICO


Beatriz Martínez
Beatriz MartínezPeriodista
Periodista cultural y crítica de cine.
Italia ama su música. Ama a sus grandes figuras, a esos himnos que forman parte de su idiosincrasia. Durante el confinamiento, Italia salió a los balcones a cantar. Todo el mundo se sintió identificado con este espíritu, con este grito de esperanza frente a la incertidumbre de la pandemia. El impulso colectivo de un pueblo que necesitaba expresarse como mejor sabía: en vez de aplausos de ánimo, canciones. Su creatividad no tenía límites. Cantantes de ópera, ritmos grupales, sesiones de 'disc-jockeys', conciertos improvisados, temas tradicionales como 'Fratelli d’Italia' y clásicos, desde el 'Volare' de Domenico Modugno a 'Il cielo e’ sempre piu blu', de Rino Gaetano.
A pesar del entusiasmo de los ciudadanos, y el empeño que pusieron los músicos en alegrar el ambiente, el sector, como ha ocurrido en todos los países, entró en una grave crisis y a través de las redes sociales pusieron en marcha iniciativas como 'Io lavoro con la musica' a la que se adscribieron artistas de todo tipo, de Jovanotti o Tiziano Ferro a Diodato o Fiorella Mannoia para denunciar ante el Gobierno la fragilidad del sector. Más o menos así empezó el 2021.
Primera alegría
La primera alegría del nuevo año fue el Globo de Oro que consiguió Laura Pausini por su tema 'Io Sì', compuesto para la película 'La vida por delante', que supuso el regreso de la mítica Sofía Loren al cine de la mano de su hijo, Edoardo Ponti. Puede que no ganara el Oscar, pero ese momento de la cantante celebrando su premio resultó bastante inolvidable.
Entonces llegó San Remo, el mayor evento de la música del país. Un San Remo pospandemia en el que había ganas de celebrar. Un San Remo con grandes nombres consagrados y un grupo desconocido, Måneskin, que se subió al escenario repleto de espíritu irreverente, tatuajes, indumentaria glam y una canción, 'Zitti e buono', que era un auténtico espectáculo. Arrasó en el festival con todas las expectativas y se impuso a favoritos como Francesca Michelin y Ermal Meta.
En Eurovisión
Fuera de las fronteras italianas a poca gente le importa San Remo, así que los Måneskin se dieron a conocer verdaderamente en Eurovisión. Había canciones bonitas en esta edición del festival, pero el público pedía fuego, furia y descaro, pedía energía después de un año terrible y en eso no tuvieron rival.
Sin embargo, la música italiana estaba de luto en esos momentos. Unos días antes había fallecido Franco Battiato a los 76 años. Él había participado en Eurovisión hacía 37 con el tema 'I treni di Tozeur' y lo hizo junto a Alice, que lo despidió en su funeral junto a algunos íntimos amigos y un grupo de monjes budistas. Imposible determinar la influencia del cantautor siciliano en la música contemporánea a la que nutrió de constantes nuevas vías expresivas que abarcaron de la electrónica al rock progresivo, pasando por el pop, el sonido dodecafónico, lo experimental y el elemento espiritual, filosófico y metafísico en sus letras. Su obra podría considerarse una especie de Evangelio musical y él, un profeta.
Las malas noticias no quedaron ahí. En junio falleció Raffaella Carrà. También pilló por sorpresa. Tenía 78 años y una carrera repleta de éxitos inolvidables que forman parte de nuestro imaginario colectivo. La conmoción fue todavía mayor porque la cantante había sido también un icono televisivo, una leyenda del espectáculo durante varias décadas, tanto en Italia como en España, y eso deja una huella. Si el funeral de Battiato fue solitario, en su villa junto al Etna, el de Raffaella Carrà se convirtió casi en una cuestión de Estado y fue retransmitido por televisión. Si a alguien ha llorado Italia este año, ha sido a su Raffaella.
Época de mitos
Battiato y Raffaella no tenían nada que ver entre sí, pero ambos formaron parte de una época en la que se forjaron muchos mitos. Él era un poeta, ella un torbellino a la hora de hacernos bailar. Él era tímido e hierático, ella desenfadada y picarona. Cada uno en su terreno, era incuestionable.
Nos queda Mina, nos queda Celentano, Renato Zero, Lucio Battisti. Y los nuevos talentos, porque la música italiana siempre se renueva. Mahmood, que también se dio a conocer en Eurovisión, ha sacado nuevo disco y su 'Soldi' sigue siendo un himno. Hasta Nanni Moretti lo utiliza para hacer vídeos virales por las redes.
Por cierto, Måneskin no solo ganó Eurovisión, ahora es un fenómeno global número uno en escuchas.
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