DE LA LLEGADA DEL HOMBRE A LA LUNA A 'PULP FICTION'

El diccionario 'vintage' de los 70, 80 y 90, según Vicenç Pagès

El autor de 'Robinson' preserva en 400 entradas enciclopédicas la memoria que marcó a su generación, la del 'baby boom'

Vicenç Pagès, este martes ante el bar Almirall, en el Raval.

Vicenç Pagès, este martes ante el bar Almirall, en el Raval. / periodico

Anna Abella

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No en vano la primera de las 400 entradas de esta ‘Memòria vintage. De l’home a la Lluna a Pulp Fiction’ (Empúries) que ha armado Vicenç Pagès Jordà (Figueres, 1963) es la a de ‘absència’. Porque esta miscelánea, “mezcla de espeleología, de notaría, de crítica cultural, de evocación, de ensayo, de microhistoria y de autobiografía”, no exenta de humor, busca conservar “cosas que existían en nuestra historia reciente y que ya no están, que ahora solo existen en nuestro recuerdo, cosas que la gente más joven desconoce”. ¿Ejemplos? Sin ir más lejos, la máquina de escribir, los casetes, los discos (de “cuando nadie los llamaba vinilos”), los walkmans o las cabinas telefónicas, en unos años analógicos en que los ordenadores y los ‘smartphones’ eran cosa de ciencia ficción; una época en la que había mili, “un año para tirar a la papelera”, una EGB “que era una tortura, porque los profes te agredían y todo el mundo lo veía normal, y tenías la foto de Franco en clase”, y los diccionarios y enciclopedias aún no estaban en peligro de extinción gracias a Google y la Wikipedia. De ahí también que el nuevo libro del autor de ‘Els jugadors de whist’ adopte la forma de diccionario enciclopédico. 

En un lugar tan ‘vintage’ como el Almirall, bar de la barcelonesa calle de Joaquim Costa que se conserva como antaño, Pagès puntualiza que el libro recoge “el aroma de unos años, los 70, 80 y 90”, para “evitar que se pierda”. Se trata de “una memoria personal en la que muchas cosas son compartidas por una generación –la del ‘baby boom’-, que puede reconocerse en esas entradas, y a la vez es un libro de historia que permite entender qué había entonces, algo necesario para poder entender el presente”. Los “grises”, la policía tardofranquista; Richard Bach, el autor de ‘Juan Salvador Gaviota’, prueba de que “la autoayuda no ha nacido ahora”; Manuel Vázquez Montalbán, “ese señor que nos ayudaba a entender el mundo”; una ETA “distinta a la que conocimos después”; o el ‘drugstore’ del paseo de Gràcia, cuando no había tiendas 24 horas.  

Sin las trampas de la nostalgia

Sin caer en las trampas de la nostalgia ni en tópicos, el autor de títulos como Dies de frontera’ (Premi Sant Jordi 2014), ‘Robinson’ o 'Exorcismes' desgrana intereses personales ligados a la música (de los Beatles a Tina Turner pasando por el ‘Triki triki’ y Canet Rock), el cine (de ‘París, Texas’ y ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ a Clint Eastwood, Michelle Pfeiffer o Micky Rourke), la literatura (el ‘Uf, va dir ell’ de Quim Monzó o ‘Rayuela’ de Julio Cortázar), la televisión (de ‘La Clave’ al ‘Un, dos, tres’, en un momento en que “solo había dos canales, uno malo y otro flojito”, La 1 y UHF), el cómic (de Mortadelo y Filemón a ‘El Víbora’) o la política (de Suárez a Pujol). Y refleja un imaginario donde pululaban Nostradamus, Copito de Nieve, Nadia Comaneci o el Negro de Banyoles.   

El arco temporal de ‘Memòria vintage’, con dibujos de Miguel Bustos, va de los primeros recuerdos de Pagès, con la llegada a la Luna (“coleccionaba unos cromos…”), hasta los inicios de internet, cerrando con el estreno en España de ‘Pulp Fiction’ en 1995. El equivalente en términos políticos sería desde la “decadencia del franquismo a la presidencia de Aznar”. En medio, “los guateques, un gran marco prohibitivo (hasta leer nos prohibían y los cómics estaban mal vistos), una educación sexual inexistente y una ignorancia supina en la materia…”, lamenta, para añadir que “la prohibición siempre es estimulante”. Por eso, y “porque no teníamos Netflix como ahora ni debíamos vivir solo para trabajar como las generaciones anteriores, teníamos tiempo de aburrirnos y leíamos mucho”.

Franco y el garrote vil

El volumen expresa también el sentimiento de Pagès de no sentirse representado por “el relato banal y comercial que suele hacerse de aquellos años ni por esa globalización que era una estafa porque se habla de los 60 y 70 como si fuera California pero aquí teníamos a Franco, represión lingüística y el garrote vil. No es el discurso nostálgico e idealizado del ‘qué felices éramos’”.  

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