VIÑETAS SIN COMPLEJOS

Las enfermedades mentales en 10 cómics

La publicación de 'Manicomio', de Montse Batalla y Xevidom, se suma a una tendencia de la historieta que estigmatiza dolencias como la esquizofrenia o el trastorno bipolar

collage

collage / periodico

Anna Abella

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Cualquier patología o transtorno, como el alzhéimer (‘Arrugas’, de Paco Roca), el autismo (‘María y yo’, de Miguel Gallardo), el cáncer (‘Que no, que no me muero’ de María Hernández y Javi de Castro, o ‘17, vivir, revivir, sobrevivir’, de Àlex Santaló), la epilepsia (‘Epiléptico’, de David B), el sida (‘Píldoras azules’, de Frederik Peeters), los desórdenes alimentarios ('Yo, gorda', de Meritxel Bosch), las adiccionesla enfermedad de Crohn (‘De tripas y corazón’, de Pozla)... han sido tratados y diseccionados por el mundo del cómic, a menudo por los propios autores de forma autobiográfica y desdramatizada. También, como ahora demuestran Montse Batalla y Xevidom en el recién publicado ‘Manicomio’ (La Cúpula), las enfermedades mentales, probablemente las más estigmatizadas. Diversos son los títulos que en los últimos años han abordado estas dolencias desde distintas ópticas. He aquí algunos de ellos:

MAJARETA. Ellen Forney. La Cúpula. La autora estadounidense describe su experiencia y cómo cambió su vida tras serle diagnosticado un trastorno bipolar. Este cómic, en el que vuelca un certero sentido del humor, le sirvió como terapia tanto como cualquier medicamento. Forney se plantea hasta qué punto el arte es una consecuencia del dolor, recordando que Vincent Van Gogh, Paul Gauguin o Hermann Hesse también sufrieron enfermedades mentales.

CARA O CRUZ. CONVIVIENDO CON UN TRASTORNO MENTAL. Lou Lubie. Norma. Entre la autobiografía y la divulgación médica, con humor y sensibilidad, la joven historietista francesa busca desestigmatizar los trastornos mentales. Ella sufre uno de ellos ligado a las enfermedades bipolares: una ciclotimia, que le afecta al ánimo. Para la autora, es como un pequeño zorro salvaje que habita en su cerebro, imprevisible, con el que debe cohabitar e intentar domesticar.

PSIQUIÁTRICO 1 y 2. Lisa Mandel. Astiberri. Basándose en testimonios de familiares y amigos enfermeros que trabajaron en los años 60 en hospitales psiquiátricos de Francia la autora denuncia los abusos, humillaciones, la insalubridad, los maltratos y los tratamientos y prácticas médicas de dudosa eficacia que eran el pan de cada día en aquellos perturbadores centros. 

DIAGNÓSTICOS. Lucas Varela y Diego Agrimbau. La Cúpula. Seis transtornos mentales -la agnosia, la claustrofobia, la sinestesia, la afasia, la akinetopsia y la prosopagnosia- sirven de hilo conductor de sendas historias cortas protagonizadas por mujeres. Un experimento narrativo del dibujante Lucas Varela y el guionista Diego Agrimbau que juega con las claves tradicionales del cómic. Como ejemplo, una joven sufre claustrofobia encerrada en una viñeta o una investigadora con poderes sinestésicos descifra las onomatopeyas de una página. 

EL NAO DE BROWN. Glyn Dillon. Norma.  Merecedora del Premio especial del jurado del festival de Angulema, esta obra del británico Glyn Dillon cuenta la historia de Nao, una joven londinense de origen japonés que sufre un trastorno obsesivo compulsivo. Intenta tener una vida normal pero sus obsesiones son violentas y macabras, la impulsan al homicidio. Por ello realiza extraños rituales para autocontrolarse, entenderse sí misma y expresar lo que siente. 

TRÁGAME ENTERA. Nate Powell. La Cúpula. Ambicioso tebeo, ganador del Premio Ignatz al mejor debut del 2008, que explora las sombras de la adolescencia a través de la historia de dos hermanastros que navegan entre la esquizofrenia y el trastorno obsesivo compulsivo en un ambiente de descomposición familiar y enfermedad terminal sin saber cómo comunicarse con el mundo y cómo afrontar el fracaso amoroso. 

LAS VOCES Y EL LABERINTO. Ricard Ruiz Garzón y Alfredo Borés. Sapristi. La realidad de la esquizofrenia recorre las cinco historias personales, y optimistas pese a la dureza del trastorno, contadas en primera persona, que formaban parte del libro ‘Las voces del laberinto’, de Ruiz Garzón. Las viñetas de Borés transmiten cómo lo sufre cada enfermo y cómo luchan y aprenden a vivir con una enfermedad que saben que no desaparecerá. 

ALBERT CONTRA ALBERT. Arnau Sanz. Edicions de Ponent.  El dibujante barcelonés tuvo la valentía de compartir la historia del trastorno bipolar que aquejó a su propio padre tras la adicción a las drogas y el alcohol en un cómic abrumador y honesto en el que también habla de sí mismo. El autor, con solo 27 años, tuvo que cuidar de él, mantener a la familia y reconducir una relación que se había deteriorado. 

EL DÍA DE LA VICTORIA. Guillermo Carandini. Autoedición. También Carandini, como Arnau Sanz en ‘Albert contra Albert’, narra su historia y la de su padre, que sufría un trastorno bipolar, en este cómic autoeditado gracias al ‘crowdfunding’. En él, muestra los efectos y los estigmas de la enfermedad mental y cómo luchar contra ella mientras recorre la historia de la familia desde el Perú, el Madrid y la Europa de entreguerras y la segunda guerra mundial. 

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