Historias de 'Juego de tronos' (y 21): ¡Lannister! ¡Aragó!

En los Siete Reinos de George R. R. Martin hay regiones que muestran características de lo que podríamos llamar patriotismo: el ‘hecho diferencial’ de los hombres del Norte, de las Islas de Hierro de o los exóticos dornienses. Pero más allá de estas periferias, los guerreros sirven a su señor. ¡Lannister!, gritan al celebrar una victoria los soldados. Se trata de un mundo feudal, en que tierra, siervos y caballeros son patrimonio familiar, las dinastías se enfrentan por su pervivencia y el control de los territorios y el campesinado aspira es a que ni lo saqueen, ni lo violen, ni lo maten. Conflictos similares a los contenciosos entre los carteles de la droga mexicanos, las Cinco Familias de la Cosa Nostra en EEUU, los señores de la guerra somalís… o los barones medievales.

Echemos una ojeada, por ejemplo, a la ‘Crònica’ de Bernat Desclot, que no se ajusta ni al relato de quienes tratan de la historia medieval catalana con alergia al término 'Aragón' ni al de los historiadores aragoneses que hablan de su reino como si de un Estado nación se tratase, del que Catalunya sería una provincia. Cuando se trata de gentes, Desclot distingue claramente entre franceses, 'cecilians', catalanes y aragoneses. Y cuando dice que el rey recluta en Aragón, está claro que está hablando de más allá del Cinca. Pero cuando “el noble rey d’Aragó”, Pere, se acerca a Girona, los sitiados lo reconocen y “cridaren tuyts a grans crits: Aragó! Aragó!” En la visión del mundo medieval que inspira a Martin, invocar el nombre de la dinastía, casa, emblema o patrón del señor (Santiago, por ejemplo, o el 'Palle!' de los Médicis) no sería muy distinto a gritar ‘Lannister’. O ‘Zetas’. O ‘Genovese’. Quizá su mundo fantástico tenga más de real que según que construcción idealizada de la Edad Media. Si al cabo de 300 años se hubiese creado un ‘Lannisterián’ dispuesto a recrear su pasado… eso ya sería otra historia. Que también se parecería a la real

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