Tailandia, un limbo legal para miles de refugiados

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Gaspar Ruiz-Canela

El palestino Iyad Hammoudi pasó toda su vida exiliado en Irak y, tras la guerra en este país, solventó muchas vicisitudes para llegar a Tailandia, un limbo legal para miles de refugiados que huyen de la guerra y la persecución.

Muchos refugiados y solicitantes de asilo eligen Tailandia porque es un país barato y sin muchas trabas de viaje, pero al llegar descubren que no pueden trabajar, carecen de asistencia sanitaria adecuada y tienen que esconderse de la policía.

Esta precaria situación se debe a que el Gobierno tailandés, que no ha firmado la convención de la ONU sobre los refugiados, los considera como inmigrantes ilegales cuando expiran sus visados de turista, y a la falta de fondos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Además, el aumento del número de refugiados debido a conflictos como el de Siria e Irak ha convertido en una odisea su realojamiento en un tercer país.

"Espero que ACNUR en Tailandia o en otros países puedan ayudarme a mi, mi mujer y mis hijos, ya estamos muy cansados de esta situación en este país", señala a Efe Hammoudi, de 57 años, en un piso en el norte de Bangkok.

El palestino se crió en Bagdad, adonde sus padres huyeron del conflicto palestino-israelí, y empezó a jugar como portero en el club de fútbol Haifa, donde luego se convirtió en el entrenador.

Nacido en el país mesopotámico, el palestino nunca consiguió la nacionalidad iraquí, aunque sí tenía un documento "de viaje" expedido por las autoridades de Bagdad.

Tras la invasión de Irak por Estados Unidos y sus aliados, un hermano de Hammoudi fue asesinado en 2006 por una milicia chií en un acto contra los suníes, la rama mayoritaria musulmana a la que pertenece el 40 por ciento de los iraquíes y la mayoría de los palestinos.

"Teníamos que escondernos de los grupos chiíes porque mataban a los suníes", explica el exfutbolista palestino en el pequeño apartamento donde vive con su mujer Amal y tres hijos de 27, 25 y 6 años.

Un año después del asesinato, Hammoudi y su familia huyeron primero a Siria, donde permanecieron durante 7 meses, antes de ir a Chipre, donde estuvieron cinco años, y finalmente viajaron a Tailandia en 2013.

Desde hace un año, el palestino asegura que no recibe ayuda de ACNUR y sobrevive junto con su familia gracias a la ayuda de una ONG local, Satthachon, y donaciones de particulares.

Su esposa padece una hernia y problemas en la columna vertebral que requieren varias intervenciones quirúrgicas, pero la familia no puede pagar el coste, que asciende a 270.000 bat (unos 7.700 dólares o 7.100 euros).

"Si no tuviera temor de Alá, saltaría por la ventana. Esta vida es muy difícil", se lamenta con lágrimas Amal.

Su marido también tiene una lesión en la rodilla que le obliga a andar con muletas y el hijo pequeño solo va a la escuela los domingos en la sede de Satthachon, donde estudia árabe y el Corán.

La ONG, fundada por el tailandés Rohmad Ruengprach, ayuda a unas 600 familias de países de mayoría musulmana como Somalia, Palestina, Irak, Siria o Pakistán.

Los casos incluyen a Nadiah, una siria de 71 años que huyó de las bombas en Siria hace cuatro años, o Rana, una ingeniera palestino-iraquí que perdió un hermano en la guerra de Irak y tiene otros dos acogidos en Australia y Suecia.

A veces los refugiados tienen que pagar sobornos a la policía y, si son arrestados, deben abonar una multa de 50.000 bat (unos 1.400 dólares o 1.300 euros) para poder salir del centro de detención de inmigrantes.

Las autoridades les devuelven este dinero antes de abandonar Tailandia si consiguen ser acogidos en un tercer país.

Según ACNUR, en Tailandia hay unos 4.000 refugiados y 4.000 solicitantes de asilo procedentes de 49 países en zonas urbanas, así como 102.000 refugiados birmanos en 9 campos en la frontera con el vecino país.

"Menos del 1 por ciento de los refugiados en el mundo son realojados (en terceros países). El foco está en países con un gran número de refugiados, en comparación con el relativo escaso número en Tailandia", explica a Efe Vivian Tan, portavoz de ACNUR en Bangkok, en un correo electrónico.

"Solo podemos prestar asistencia a un número muy limitado de refugiados y solicitantes de asilo", admite Tan, quien precisa que ACNUR solo cuenta con 11 de los 34 millones de dólares que necesitaría para cubrir el presupuesto en Tailandia.