Impacto climático

Internet ya consume más del 3% de la energía mundial

Dónde estamos y qué hace falta para esquivar la catástrofe climática

La transición energética generará un indeseado pico de las emisiones

Un empleado de Facebook muestra una CPU de su centro de datos en Suecia.

Un empleado de Facebook muestra una CPU de su centro de datos en Suecia. / Simon Dawson / Bloomberg

Carles Planas Bou

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Internet contamina. Cada vez que miras al móvil, que chateas con un amigo o ves vídeos de gatitos estás mandando señales a un servidor para que procese esa información. Tu vida 'online' depende de los tres millones de centros de datos que hay repartidos por el mundo, edificios que albergan granjas de ordenadores que trabajan sin descanso 24 horas al día y 365 días al año. Para mantener la red en funcionamiento se requiere de una inmensa capacidad de almacenamiento y potencia de cálculo. Y todo ello se alimenta con un consumo voraz de energía.

Se calcula que los centros de datos y las redes de transmisión representan ya más del 3% del gasto mundial de electricidad, según la Agencia Internacional de la Energía. Esta cifra podría crecer hasta el 4% en 2030, espoleada por la mayor demanda energética que supone el auge de la inteligencia artificial (IA), la digitalización y la computación en la nube. Más de la mitad del sector está controlado por grandes corporaciones tecnológicas como Amazon, Microsoft o Google, cuyas mayores instalaciones tienen capacidad para absorber unos 198 megavatios (MW), suficiente para abastecer a unos 150.000 hogares en Estados Unidos.

"Esas empresas van a obtener un retorno en sus ganancias tan anormalmente alto que no les importa el gasto de energía que suponga. Y eso supone un daño enorme para el medio ambiente", explica a EL PERIÓDICO Ulises Cortés, coordinador científico de IA del Barcelona Supercomputing Center.

Más contaminación

Esos procesos de alta intensidad aumentan la contaminación. La tecnología digital es responsable de entre el 1,4% y el 5,9% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según un análisis del Foro Económico Mundial (FMI). Aun así, cabe decir que la crisis climática sigue siendo consecuencia directa de la explotación de combustibles fósiles, que copan cerca del 80% de la demanda de energía de todo el planeta.

Almacenar miles de millones de datos y procesarlos para satisfacer la conectividad mundial requiere de mucha energía. Sin embargo, en torno a un 40% de la electricidad que necesitan los centros de datos no se destina a ejecutar esos cálculos computacionales, sino a impulsar los sistemas de refrigeración mediante ventiladores que mantienen esos espacios a una temperatura óptima de entre 20 y 22 grados. Eso evita un sobrecalentamiento que podría dañar los servidores, pero también acelera las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Más eficiencia

Ese impacto climático preocupa. Aun así, Greenpeace ha apuntado que la solución no es desconectarse de internet, sino alimentar los centros con energías renovables. Amazon, Meta, Microsoft y Google son las compañías que más han invertido en fuentes limpias, principalmente en solar o eólica.

La Unión Europea (UE) ha apostado por esa senda verde, pero con un código de conducta que es voluntario y que no fija obligaciones para los gigantes del sector. "Mientras no haya una regulación que fuerce a las tecnológicas a ser más sostenibles seguirán haciendo la suya sin que tengamos acceso a los datos sobre su impacto", advierte Ana Valdivia, investigadora y profesora en IA, Gobernanza y Política en el Oxford Internet Institute.

El sector asegura que los centros son cada vez más eficientes. Eso ha permitido que su consumo energético se haya mantenido más o menos estable a pesar de que el tráfico de datos se ha multiplicado por 15 en la última década y el almacenamiento hasta por 40. "Por mucho que sean sostenibles, si hay más demanda de centros y de energía el impacto será mayor", advierte Valdivia.