La gestión del agua

Catalunya quintuplica la inversión para derribar pequeñas presas y reconectar ríos

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075350310052021 preview / Agència Catalana de l'Aigua

Guillem Costa

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"El Gobierno está derribando presas cuando más escasea el agua". Este es el bulo que lleva meses circulando por las redes sociales y que aparece constantemente en foros de todo tipo. Con la sequía, sectores ultraconservadores alentados por miembros de Vox han puesto el foco en las actuaciones para recuperar la conectividad fluvial que se han llevado a cabo en España. Para los próximos años, Catalunya tiene previstas siete actuaciones de este tipo.

El Govern eleva de 8 a 44 millones de euros el presupuesto para eliminar esclusas y azudes con el objetivo de mejorar la conectividad fluvial

¿Pero qué significa exactamente la 'conectividad fluvial'? Es la posibilidad de movimiento que los ríos ofrecen a los organismos que habitan en ellos. Los peces y los anfibios, por ejemplo, solo se pueden desplazar sin problemas de un ecosistema a otro cuando esta conectividad está presente. Es decir, se trata de una situación que favorece a casi todas las especies. ¿Y qué lugares geográficos facilitan esta conectividad? Pues básicamente los meandros y las áreas inundables cercanas a los ríos, que promueven la dispersión de animales y plantas.

El 62% de los ríos que dependen de la ACA tienen un estado ecológico mediocre o deficiente

En cambio, hay algunos elementos que complican gravemente esta posibilidad de conexión e impiden que el río fluya en todo su esplendor: las presas, azudes y esclusas son infraestructuras hidráulicas que perjudican el devenir de los ríos y empeoran su situación ecológica. De hecho, el 62% de los ríos que dependen de la ACA (Agència Catalana de l'Aigua) tienen un estado mediocre o deficiente. Además, estas infraestructuras también dificultan el avance de los sedimentos.

Recorrido pendiente

En las cuencas internas de Catalunya, en estos momentos, existen 1.100 estructuras que dificultan la connectividad fluvial. De estas, solo 28 son grandes presas. El resto son elementos de menos altura (en el 90% de los casos no superan los cinco metros). La gran mayoría se encuentran en las cuencas del Besòs, el Ter y el Llobregat. La cuestión es que algunos de estos azudes y esclusas, 311 en concreto (un 28% del total), están en desuso.

Ante esta situación, las administraciones se han propuesto eliminar algunos de estos obstáculos transversales. En ningún caso se ha planteado el fin de las grandes presas de embalses que sirven para el abastecimiento de agua. En el caso catalán, en los últimos 10 años se han derribado 11 de estos obstáculos transversales, lo que demuestra que la conectividad fluvial se está recuperando lentamente.

El 28% de los azudes y esclusas que hay en Catalunya (311) no tienen ninguna función

Para los próximos años (ciclo de planificación 2022-2027), el Govern prevé eliminar esclusas y azudes en casi todas las cuencas internas y ha quintuplicado el presupuesto para este tipo de acciones: se ha pasado de ocho a 44 millones de euros.

Obstáculo burocrático

Sin embargo, el plan es poco concreto, ya que en muchos casos estas actuaciones de restauración y retirada de azudes son responsabilidad de las empresas concesionarias de la estructura, obligadas a hacerlo si la presa en cuestión ya no se utiliza.

La Administracion interviene directamente cuando el titular no da respuesta o se niega a eliminar el azud. Entonces, sí actúa la ACA, aunque lo acaba pagando la empresa o el particular que gestionaba la infraestructura.

Presa de la Font del Vern.

Presa de la Font del Vern. / Agència Catalana de l'Aigua

Fuentes de la agencia reconocen a EL PERIÓDICO que estas actuaciones tienen una burocracia compleja. Esto explica que en el ciclo de planificación casi no se especifiquen nombres de azudes. Simplemente existe una partida presupuestaria para cada cuenca y a medida que se van detectando azudes, se ordena su retirada. Aun así, sí se explicitan dos casos: la demolición de la esclusa del pantano de la Font del Vern entre Tagamanent y Aiguafreda y el derribo de una esclusa en Monistrol de Calders, que debe dejar de existir este 2023.

"Este tipo de acciones son una buena noticia para nuestros ríos. Todas las presas perjudican su curso de una forma u otra", opina Annelies Brookman, doctora de la UAB especializada en la gestión del agua. "Queda mucho trabajo por hacer", añade. Según su punto de vista, empezar a restaurar los ecosistemas fluviales derribando estos elementos es el camino a seguir. A menudo, se trata de azudes de pequeñas centrales hidroeléctricas que ya no funcionan o de pantanos que se encontraban cerca de colonias ahora abandonadas.

La eliminación de azudes y restauración fluvial depende económicamente de las empresas responsables

Es cierto que el actual plan de la ACA prevé derribar algunos de estos obstáculos y aumenta sustancialmente la inversión para restaurar la conectividad fluvial. De todas formas, también es una realidad que este proceso está avanzando paso a paso, sin grandes acelerones, en muchos casos por la lentitud de los reponsables a la hora de retirar los azudes y restaurar el ecosistema.

Quedan más de 200 infraestructuras horizontales sin funcion alguna que truncan el paso de los ríos y, en los próximos años, entrarán en desuso más decenas de pequeñas presas. La ACA admite la importancia de su eliminación para mejorar el estado ecológico de los ríos, que actualmente está por debajo de los umbrales requeridos en muchos casos.

En realidad, estos procesos serán obligatorios en los próximos años, después de que la Comisión Europea aprobara la ley de la restauración de la naturaleza. Su mejora permitiría recuperar biodiversidad acuática y también ayudaría a asegurar algunos caudales débiles y en peligro.

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