Chequeo a la naturaleza

Listas negras y brigadas ciudadanas: la nueva ofensiva contra el auge de las especies invasoras

La Administración reconoce que no las puede eliminar y reclama colaboración ciudadana

Erradicada la rana toro en el Delta (o cuando el fin de una especie es una buena noticia)

MULTIMEDIA | El porqué de la crisis de la biodiversidad

Linces, osos y nutrias, la excusa para recuperar ecosistemas al completo

La famosa lagartija de Ibiza, en riesgo por la invasión de una serpiente peninsular

Nido de avispa asiática.

Nido de avispa asiática. / Pixabay

Guillem Costa

Guillem Costa

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El combate contra las especies invasoras -fatales para la preservación de la biodiversidad- es desigual. Estos animales y plantas que se expanden sin control, de momento, van ganando la batalla que contra ellos libran el Departament d'Acció Climàtica y otras entidades.

A principios de año, se alertó de las casi 200 especies invasoras que amenazan actualmente los ecosistemas. En aquel momento, se presentó un plan de acciones directas para abordar el problema. Sin embargo, el Govern reconoce que el crecimiento de muchas de estas especies ya se ha desmadrado. De ahí que apele, entre otras soluciones, a la colaboración ciudadana.

"La contribución de agricultores, cazadores de setas, naturalistas o apicultores se ha convertido en algo vital", admite Anna Barnadas, secretaria general de la 'conselleria'. Pero no solo se han tenido que implicar los colectivos "afectados". También se apela a la ciencia ciudadana: varias entidades, por ejemplo, han lanzado avisos a la población para que adviertan de la presencia de coipús (Myocastor coypus) en las comarcas de Girona.

Control, no eliminación

"En algunos casos, no tenemos suficientes efectivos como para controlar ciertas especies, ya que sus estrategias de reproducción superan el control que podemos llegar a ejercer sobre ellas", detalla Barnadas. Este escenario obliga a abandonar la idea de la erradicación: "El objetivo es el control, no la eliminación. Y más adelante, acabará siendo la convivencia". Para el coipú, que se esparce aprovechando el curso de los ríos, el reto que se ha marcado la Administración es reducir el 70% el número de ejemplares.

"Con este roedor vamos muy tarde. No actuamos cuando apareció, 10 años atrás, y ahora se ha descontrolado", explica Joan Pino, director del CREAF, catedrático de Ecología de la UAB y responsable del proyecto Exocat, que se encarga de estudiar la presencia de especies exóticas (e invasoras, no todas ellas) en Catalunya.

Un ejemplar de coipú, un roedor sudamericano que se está extendiendo por el Alt Empordà.

Un ejemplar de coipú, un roedor sudamericano que se está extendiendo por el Alt Empordà. / El Periódico

La eliminación de la especie al completo es realmente complicada en la mayoría de casos. Un caso paradigmático es el de la uña de gato (Carpobrotus edulis). Se trata de una planta de hojas crasas y grandes flores que prolifera sin control en el Cap de Creus. Lo que se hace es intentarla controlar. En cambio, en la isla de Portlligat (cerca de Cadaqués), al ser un espacio delimitado y concreto, sí se ha podido erradicar por completo.

Listas para "atacar" al principio

Las opciones de éxito aumentan cuando la especie se detecta de forma temprana. "Para hacerlo, es clave tener una lista con los posibles animales y plantas exóticos que se pueden convertir en invasores. Nos fijamos en lo que hacen países vecinos para anticiparnos al problema", expone Barnadas. De esta forma, se puede "atacar" a la especie desde el principio.

Cuando una especie exótica (normalmente traslocada por los humanos) crece sin límites y perjudica a las especies autóctonas se considera invasora. Su triunfo puede ser un problema porque los hábitats se simplifican y hay menos variedad animales y plantas, lo que es un problema para la biodiversidad.

En Catalunya, las especies exóticas se concentran sobre todo cerca de las grandes urbes, aunque cada vez están esparciéndose por más lugares. A menudo, las condiciones climáticas facilitan su adaptación. Es lo que ocurre por ejemplo con algunas algas marinas tropicales que cada vez están más presentes en el Mediterráneo.

"Actuamos cuando hay problemas para la biodiversidad, la salud humana o la economía", señala la secretaria general de la 'conselleria'. Sin embargo, en algunos casos se ha tardado años en actuar y no se ha anticipado el problema como se debía. Esta es sin dudas la asignatura pendiente, frenarlas justo cuando se manifiestan.

"Es necesario un cambio de chip. Debemos pasar de la reacción a la anticipación, para no ir a remolque", propone Pino. Así, se podrán evitar situaciones como la de la avispa asiática en la actualidad, un insecto que devora varios polinizadores autóctonos como las abejas.

Brigada vecinal

Esta especie creció tanto en los últimos años que ya no se puede expulsar de Catalunya. En el Moianès, una entidad ecologista llamada El Fanal decidió tomar cartas en el asunto y organizar una plataforma ciudadana para reducir la población.

"Nos reunimos con los apicultores y nos centramos en eliminar avispas reinas que sobrevivem después de pasar el invierno enterradas", cuenta Pilar Clapers, portavoz de la plataforma. El objetivo era capturar a estas reinas antes de que empezaran a poner huevos. "La gente que participó nos avisaba por grupos de Whatsapp de los nidos detectados. Ahí colocamos trampas para capturarla", añade.

En total localizaron 36 nidos y acabarien con 6.439 reinas. Es cierto que hubo daños colaterales: "En las trampas murieron moscas y algunas mariposas nocturnas, pero ningún coleoptero ni ninguna abeja autóctona. Las pérdidas son mucho menores de los insectos que se hubieran comido las avispas asiáticas si los nuevos nidos hubieran prosperado". Calculan que han evitado unos 320 nidos. Más de 100 personas han participado en el escuadrón y el año que viene repetirán.

Dura convivencia

Barnadas advierte de que, pese a los proyectos activados, deberemos aprender a convivir con especies nuevas. Ha pasado ya con las cotorras argentinas en Barcelona y otras ciudades, y también con la tórtola turca: "Son especies que obligatoriamente hemos incluido en la biodiversidad urbana. Se deben controlar, pero ya forman parte de los ecosistemas, aunque no sea lo ideal".

Pino explica que hay animales autóctonos que ya dependen de especies invasoras para sobrevivir: "La gambusia es un pez que tiene el honor de haber reducido las poblaciones de fartet. Ahora, las cadenas tróficas de los humedales han cambiado. Es decir, varios pájaros necesitan las gambusias, las carpas y el cangrejo americano para alimentarse y sobrevivir".

Otro caso es el del abejero europeo, una ave rapaz que se alimenta principalmente de avispas asiáticas. "Esto solamente ocurre cuando la especie invasora ya ha crecido más de la cuenta. Y esto es precisamente lo que debemos impedir con anticipación y contundencia si no queremos acabar teniendo una biodiversidad simple y basada en especies generalistas y poco especializadas.

Suscríbete para seguir leyendo