Bombardeos y hambre

El desgarro de ser madre en Gaza: "En tiempos de guerra, somos las últimas en comer"

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La madre de dos mellizos de 8 años fallecidos en un bombardeo israelí besa sus manos en el hospital Al Aqsa de Gaza, el pasado 29 de diciembre.

La madre de dos mellizos de 8 años fallecidos en un bombardeo israelí besa sus manos en el hospital Al Aqsa de Gaza, el pasado 29 de diciembre. / AFP

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

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Cada hora mueren dos madres en la Franja de Gaza, víctimas de los bombardeos israelíes, denunció ONU Mujeres ya a finales del pasado noviembre. Desde entonces, ha habido 10.000 muertos más, casi el 70% de los cuales siguen siendo mujeres y niños, según las cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza, en manos de Hamás. Ese terrible reloj mortal no se detiene. La ferocidad de la guerra no ha amainado y esta tendencia tampoco se ha revertido. Cada hora, en el castigado enclave palestino, desaparecen dos madres. Consigo, se esfuman toda la protección y el calor del abrazo materno. Emergen el trauma por la pérdida antes de tiempo, el duelo en medio de la guerra y el odio incipiente hacia los perpetradores de tal injusticia. Pero, en el cementerio de vidas en el que se ha convertido la Franja, quedan madres con el empeño de seguir cumpliendo la complicada misión de cuidar de los suyos.

"Las mujeres nos enfrentamos a infinitud de desafíos a día de hoy, y no sólo como madres", cuenta Alaa, madre de tres pequeños, desde Rafah, al sur de Gaza. "Nadie está comiendo lo suficiente y, en tiempos de guerra, somos normalmente las madres quiénes comemos las últimas", explica a este diario. "He dormido con el estómago vacío muchas noches para que mis hijos no pasen hambre", reconoce angustiada. Tras 100 días de guerra, la totalidad de la población del enclave palestino necesita una asistencia humanitaria que no llega. Israel bloquea su entrada al asediado enclave e impide la libre circulación, ausente de peligros, de la poca que consigue cruzar sus puestos de control. Más allá de los objetivos militares, Israel también ha logrado que los gazatíes sufran un hambre hasta ahora desconocida para ellos. 

Las madres en Gaza son testigos en primera línea de las muertes de sus hijos. Ahora no sólo les observan perecer bajo las bombas, sino que son forzadas a presenciar la lenta desaparición de sus cuerpos, incapaces de alimentarlos. Esa desnutrición también la sufren ellas en su propia piel, compartiendo sus terribles consecuencias. "Falta agua, comida y las mujeres que están lactando necesitan tener un mayor acceso a ambos que las demás mujeres", explica Raquel Vives, experta en salud sexual y reproductiva de Médicos sin Fronteras (MSF). "Esto, sumado al estrés y el miedo de vivir bajo las bombas constantes, tienen un impacto indescriptible en la salud mental y física de estas madres; haciendo que no se produzca la leche que es necesaria para el bebé y que pueda perder peso", dice a EL PERIÓDICO.

Colapso del sistema sanitario

Al menos 17.000 mujeres en la Franja de Gaza han dado a luz en los últimos 100 días en circunstancias inimaginables. Casi tantas vidas nuevas como perdidas, con 24.000 palestinos muertos desde el pasado 7 de octubre. Para estas madres, el supuesto momento más feliz de su vida se ha teñido de polvo gris y más sangre de lo normal. "Ha habido un aumento de partos en los que las mujeres y sus hijos podrían haber muerto o sufrido daños graves, casos de sepsis y desgarros vaginales", mientras "los servicios de maternidad, traumatología y atención de emergencia son muy limitados", informa la agencia humanitaria CARE. Esta también ha confirmado otro horrible dato: desde el inicio de los ataques israelíes, el índice de abortos involuntarios ha aumentado un 300%, de acuerdo a los trabajadores sanitarios que quedan en el enclave.

Al menos 17.000 mujeres en la Franja de Gaza han dado a luz en los últimos 100 días en circunstancias inimaginables

Sumado a estas posibles complicaciones, que son cada vez más comunes, se registran los cientos de ataques a instalaciones sanitarias, la falta de suministros y la pérdida de al menos 310 miembros del personal médico. En el éxodo forzado para salvar la vida, algunas madres se han visto obligadas a dejar a sus bebés prematuros atrás, asumiendo que la escasa electricidad será su definitiva condena a muerte. "Se estima que el 40% de los embarazos actuales se consideran de alto riesgo, mientras que sólo 15 de 36 hospitales siguen operativos y están llenos al 250% de su capacidad", recuerda CARE. 

Frente a la falta de lugares seguros en la totalidad del enclave, las mujeres gazatíes se ven forzadas a huir embarazadas y a buscar refugio en centros con decenas de personas hacinadas. "Si las mujeres tienen alguna complicación durante el embarazo, por pequeña que sea, no se monitorea ni se trata de forma que se pueda paliar un poco sus consecuencias", explica Vives, también enfermera y comadrona. "Se llega a enfermedades, como la preeclampsia y eclampsia, que provoca que las mujeres puedan llegar al hospital de parto con tensiones muy elevadas y convulsionar; estas posibilidades aumentan en zonas de conflicto por el estrés y la falta de monitoreo", añade. 

"Un único deseo"

Las trágicas circunstancias en las que se ven obligadas a dar a luz y maternar no apagan sus deseos para dar una vida lo más cercana a la normalidad posible a sus hijos. "Como madre, me esfuerzo para mantenerme positiva, distraerles, y contarles bromas", confiesa Alaa en un testimonio relatado a CARE y compartido en exclusiva con EL PERIÓDICO. "Me parte el corazón ver el daño que les ha hecho esta guerra, y ver cómo mis hijos, que siempre estuvieron llenos de vida y alegría, ahora necesitan todas sus fuerzas para siquiera atreverse a salir de casa", explica. En Gaza, la mitad de la población son niños. La gran mayoría de ellos, descendientes de refugiados, ya han vivido en su propia piel los ataques israelíes. Antes de la guerra, el 95% vivía por debajo del umbral de pobreza. El 80% de los niños dependían de las raciones de UNRWA, la agencia de las Naciones Unidas dedicada a los refugiados palestinos.

El índico de abortos involuntarios ha aumentado un 300% desde que empezó la ofensiva contra Gaza

El caos no garantiza la continuidad de estas nuevas vidas ni de las que las han traído al mundo. "Entre un 10% y un 15% de los partos se complican y se tienen que practicar cesáreas, pero, como ahora mismo tienen tanta gente en el hospital y pocas camas, dan el alta a las parturientas muy rápido", dice Vives. "A algunas las mandan a casa dos horas después de la cesárea con elevados riesgos de sangrado o infecciones", afirma la representante de MSF. No todas las muertes en Gaza llegan desde los cielos. Cada vez más, el colapso del sistema sanitario y el hambre severa se llevan vidas consigo. "Como madre, como mujer, y como palestina de Gaza, solo tengo un único deseo: que la violencia se detenga", pide Alaa. "Una paz duradera", añade. 

"Desearía poder volver a mirar a mis hijos sin temer si esta será la última vez que pueda tenerlos cerca; ojalá se detuviera el llanto y los gritos constantes, la aterradora banda sonora de esta guerra, para que podamos volver a escuchar a nuestros hijos reír y dejarlos ser niños", pide esta madre de tres criaturas, de seis, cuatro y un año. 

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