En Estambul

Cinco años de impunidad tras la muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi

El régimen de Arabia Saudí tira de "petrodólares" para reconvertir su economía más allá del oro negro

Un manifestante protesta con una foto del periodista Jamal Khashoggi frente al consulado saudí en Estambul, el 5 de octubre de 2018.

Un manifestante protesta con una foto del periodista Jamal Khashoggi frente al consulado saudí en Estambul, el 5 de octubre de 2018. / OSMAN ORSAL / REUTERS

Adrià Rocha Cutiller

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Su historia ocupó portadas en todo el mundo durante meses: Jamal Khashoggi, una mañana normal y corriente de principios de octubre, entró en el consulado de su país, Arabia Saudí, en Estambul en busca de unos documentos necesarios para casarse, unas semanas después, con su prometida turca. 

Todo tenía que ser muy rápido, y lo fue. Al periodista y colaborador del 'The Washington Post' le estaba esperando un equipo de hombres enviados desde Riad para aprehenderle. Justo al entrar le noquearon, le mataron, le descuartizaron y —aún no se sabe cómo— se deshicieron de su cadáver.

El plan era tan meticuloso que un hombre del equipo de saudís se disfrazó de Khashoggi y salió a pasear por toda Estambul con la idea de despistar a las autoridades turcas y las cámaras de seguridad. Mientras esto ocurría, la prometida del periodista esperaba y desesperaba delante del consulado. Toda esta escena ocurrió hace justamente cinco años. Nadie —menos los hombres que fueron mandados a Estambul para asesinar a Khashoggi, que fueron utilizados como cabezas de turco— ha pagado por ello.

"Su cuerpo fue desmembrado y destrozado, y a pesar de que el mundo supo la verdad no se ha impartido justicia... pero Dios acabará por impartir la suya", ha tuiteado este lunes la prometida del periodista, Hatice Cengiz, que pasó los primeros años tras la muerte de Khashoggi intentando armar un proceso legal en Turquía para encausar a los verdaderos responsables, que según EEUU y la reportera especial de la ONU para el caso eran las altas esferas del poder saudí. Sobre todo un hombre: el príncipe heredero, Mohammad bin Salmán.

En un principio, Turquía, enfrentada con Riad, apoyó a Cengiz. Pero el tiempo pasó, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con una crisis económica galopante, necesitó el dinero saudí. Cengiz se quedó sola. 

Inmunidad y abandono

"Con él fui muy directo cuando le hablé del tema. Fui muy claro. Le dije que un presidente estadounidense no puede quedarse callado ante un tema de derechos humanos, que yo no soy así", explicó Biden hace un año después de reunirse con Bin Salmán. "Él básicamente me contestó que no era responsable de lo ocurrido. Yo le indiqué que creía que eso no era cierto", continuó Biden.

En 2022, otra denuncia contra Bin Salmán fue interpuesta en Estados Unidos. Poco después de esa reunión entre Biden y Bin Salmán, sin embargo, la Casa Blanca anunció que el saudí no podía ser juzgado en suelo estadounidense porque su posición de jefe de Estado de un país extranjero le concedía inmunidad judicial

"Si EEUU no lleva a los criminales ante la justicia, ¿quién lo va a hacer? Biden traicionó sus propias palabras. Habla siempre de la democracia, los derechos humanos, pero son solo eslóganes; no hay acción tras ellas —dijo entonces Cengiz—. Esta decisión es un punto de no retorno para toda la humanidad".

Cinco años después, el asesinato de Khashoggi ha sido olvidado por el mundo, que ha pasado página. Para Cengiz, sin embargo, las preguntas siguen: "Necesito saber la verdad. Aún no sé qué le pasó exactamente, por qué le mataron. Y no pienso descansar hasta saberlo todo".