Polémica en el país nipón

Japón se prepara para verter al mar el agua de la central de Fukushima a partir del jueves

El primer ministro japonés visita Fukushima antes de comenzar el polémico plan de vertidos de agua tratada

Protestas en Corea del Sur por el inminente vertido de aguas residuales de Fukushima al océano Pacífico

Protestas en Corea del Sur por el inminente vertido de aguas residuales de Fukushima al océano Pacífico / JUNG YEON /AFP

El Periódico

El Periódico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El primer ministro nipón, Fumio Kishida, ha anunciado que este jueves empezará el vertido al mar del agua residual tratada de la central nuclear de Fukushima, a pesar de la oposición por parte de pescadores y países vecinos como China. El Gobierno japonés y el operador de la central TEPCO, con el respaldo de la agencia nuclear de la ONU, aseguran que tras recibir un tratamiento que elimina la mayoría de sustancia radiactiva el agua vertida no implica riesgos sanitarios o medioambientales.

La comunidad pesquera teme que esta controvertida acción pueda causar algún efecto adverso en la venta de sus productos. China también está en contra del vertido y este martes ya ha decidido imponer prohibiciones a la importación de alimentos nipones. Hong Kong ha hecho lo mismo.

500.000 litros diarios

La central nuclear de Fukushima-Daiichi sufrió uno de los peores desastres radioactivos después de quedar destruida por culpa un terremoto de magnitud 9 seguido de un tsunami que mató a unas 18.000 personas en marzo de 2011.

Desde entonces, el operador de la central nuclear ha acumulado más de 1,3 millones de toneladas, el equivalente a la capacidad de 500 piscinas olímpicas, de agua de refrigeración de los reactores radioactivos, mezclada con agua subterránea y pluvial que se ha filtrado. TEPCO asegura que este agua ha sido diluida y filtrada para eliminar todas las sustancias radioactivas. La única excepción que se encuentra es la del tritio, que está a niveles muy por debajo del umbral de peligrosidad.

El plan prevé decantar este agua a un ritmo máximo de 500.000 litros diarios al océano Pacífico, frente a la costa noreste de Japón. Según las previsiones, el vertido se prolongará décadas, potencialmente tantas como dure el desmantelamiento de la central nuclear.

Miedo al desastre económico

Desde que se inició el proceso de aprobación del plan por parte de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), varias oenegés han mostrado su disconformidad. Una de ellas ha sido Greenpece, que ha denunciado que el proceso de filtración es defectuoso y que una "inmensa" cantidad de material radioactivo se dispersará en el mar.

A esta inquietud de suman las de la industria pesquera nipona debido a que sus negocios empezaban a recuperarse después de más de una década del desastre natural. En Corea del Sur se han producido manifestaciones en contra y algunos ciudadanos, alarmados, han hecho acopio de sal marina por temor a que el agua de la que se obtiene termine contaminada. Aún así el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, no ha puesto oposición al plan nipón en plena campaña de distensión de las históricamente distantes relaciones con Tokio.

En cambio, China acusó a Japón de tratar el océano como una "cloaca". "El oceáno es propiedad común de toda la humanidad, no un lugar para que Japón vierta aribrariamente agua contaminada con materia nuclear", reaccionó el Ministerio de Exteriores. Por este motivo, Pekín ha prohibido la importación de productos alimentarios de 10 prefecturas niponas y ha impuesto controles de radiación a los del resto del archipiélago.

"Impacto insignificante"

Algunos expertos tachan las denuncias, por parte de algunas organizaciones e incluso de algunos países, de alarmistas. Tony Hooker, experto nuclear de la Universidad de Adelaida de Australia, aseguró que la alarma se debe al Tritio pero que este "ha sido liberado, por las centrales nucleares, durante décadas sin evidencias de efectos perjudiciales para el medio ambiente o la salud", en declaraciones a AFP.

La OIEA dijo en julio que la descarga tendrá "un impacto insignificante en la población y el medio ambiente". A estas declaraciones se han sumado las de James Brady de la consultoría de riesgo Teneo, que considera que las preocupaciones chinas pueden ser sinceras, pero también ve que existe un tinte de rivalidad geopolítica y económica en su reacción.