Conflicto en el este de Europa

Baños de masas y 'selfies', el nuevo Putin en los 500 días de la ofensiva rusa en Ucrania

Tras la intentona de Wagner de llegar en una caravana de vehículos militares hasta Moscú, la imagen de Putin decayó y el Kremlin se puso manos a la obra para mejorarla

La invasión rusa de Ucrania, en directo

Russian President Vladimir Putin meets with residents of Derbent during his working trip to Russia's Republic of Dagestan on June 28, 2023. (Photo by Gavriil GRIGOROV / SPUTNIK / AFP)

Russian President Vladimir Putin meets with residents of Derbent during his working trip to Russia's Republic of Dagestan on June 28, 2023. (Photo by Gavriil GRIGOROV / SPUTNIK / AFP) / Gavriil GRIGOROV / SPUTNIK / AFP

Àlex Bustos

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En Rusia, la pandemia del covid-19 no pareció importarle ni a la población ni a las autoridades, que aprobaron medidas laxas que no solían ser respetadas. Una excepción muy destacada fue el presidente ruso, Vladímir Putin, y su entorno, que desde que la pandemia empezó, exigía requisitos muy específicos a cualquier persona que fuera a tener contacto con él. Los periodistas que fueran a su rueda de prensa anual, por ejemplo, debían presentar tres PCR negativas y ser rociados en la entrada del recinto con desinfectante. Durante las visitas de líderes extranjeros, en muchas ocasiones optaba por mantener la distancia en unas largas mesas que incluso sorprendieron a políticos como Emmanuel Macron, el presidente francés. Después de la intentona de Wagner de hace dos semanas, la actitud del líder ruso ha cambiado radicalmente, mostrándose más abierto y más proclive a ser próximo con el ruso medio.

Las imágenes de Yevgeni Prigozhin, el líder de los mercenarios Wagner, abandonando la sureña Rostov del Don vitoreado por algunos civiles debieron verse en el Kremlin, algo que sumado al propio motín, obligó al Kremlin a cambiar de actitud. El 29 de junio se vio a Putin en Daguestán, también en el sur de Rusia, dándose un baño de masas en el que se permitió a los presentes acercarse al líder ruso e incluso hacerse fotografías con él. Nada que ver con las cuarentenas a las que obligaba a cualquiera que tuviera que estar cerca, incluso a líderes como el presidente bielorruso, Aleksándr Lukashenko, o los veteranos de la Segunda Guerra Mundial durante el desfile del Día de la Victoria.

Además de querer cambiar la imagen y mostrar que Putin cuenta con apoyo popular, más allá de los propagandistas de la televisión estatal, también a través de estos canales públicos se ha retransmitido con pelos y señales el registro del antiguo domicilio de Prigozhin, intentando desacreditarle con las imágenes que mostraron lo que encontró la policía allí.

La elección de la república del Daguestán para uno de sus baños de masas no es casual. Lo que se pretendía es que Putin se topara cara a cara con el pueblo daguestaní, de otra etnia diferente a la rusa. Esta región rusa es de las que más hombres ha aportado al frente, provocando protestas relativamente insólitas en el país, donde incluso la policía se vio obligada a disparar al aire para dispersar a las multitudes. Durante el motín de Wagner en redes circularon supuestas imágenes grabadas en la región en la que alguien pintaba en la pared "Daguestán no es Rusia". El separatismo se castiga muy duramente en Rusia, tanto que ni siquiera existe ningún partido regionalista en el país. En todo el sur del Cáucaso hay diferentes minorías, mayoritariamente musulmanas. Esta ha sido históricamente una región inestable. En otro acto reciente también se vio al mandatario luciendo sus "dotes artísticas", dibujando un rostro simpático para mostrar su lado más amable.

Sensaciones en Rusia

Mientras tanto, para los rusos la vida sigue. Sin novedades positivas, la mayor parte de los rusos mantiene sus quehaceres diarios afectados de forma indirecta en la mayor parte de los casos, por el conflicto con el país vecino. "Al final, la gente lo que quiere es hacer vida normal", explica una moscovita que no quiere dar su nombre. Durante la rebelión wagnerita estuvo preocupada y no quiso salir de casa durante el fin de semana "por si acaso". El carácter estoico de los rusos, que "aguantan" lo que les venga, les hace tirar hacia adelante, como hicieron en los asedios de Leningrado y Stalingrado o en los difíciles años 90.

El rublo, que durante meses aguantó fuerte gracias a las medidas de las autoridades rusas, perdió fuelle y registró el pasado jueves su peor marca desde el inicio de la ofensiva rusa. Además de perjudicar a la economía rusa, eso dificulta la vida a los rusos que viven en el extranjero y a los que se pueden permitir viajar más allá de las fronteras rusas. En el momento de escritura de este artículo el cambio se hace a 100 rublos por cada euro. Antes del inicio del conflicto rusoucraniano la divisa rusa oscilaba alrededor de los 80 rublos por euro. "Dejaré lo de viajar para más adelante, el precio del euro para mí es muy caro", explica Amina --nombre ficticio--, que tiene muchas ganas de viajar por Europa aunque económicamente es complicado para ella.

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