Represión del Kremlin

Condenan a 25 años de cárcel por traición al opositor ruso Kará-Murzá

Se trata de la pena de cárcel más elevada impuesta por la justicia rusa desde el inicio de la ofensiva en Ucrania para este tipo de delitos

El periodista y activista ruso Vladímir Kara-Murzá, durante una intervención en el senado de EEUU en 2017.

El periodista y activista ruso Vladímir Kara-Murzá, durante una intervención en el senado de EEUU en 2017. / BRENDAN SMIALOWSKI

Àlex Bustos

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"Rusia será libre, que lo sepa todo el mundo" aseguró el opositor ruso Vladímir Kará-Murzá nada más conocerse el veredicto final para él, 25 años de cárcel por los cargos de alta traición y de desacreditar al ejército ruso, exactamente la condena que pedía la fiscalía. Con 41 años y tres hijos, ha sido durante años un crítico mordaz del presidente ruso Vladímir Putin y su Gobierno, y fue detenido en abril de 2022.

El opositor, con pasaporte ruso y británico, negó los cargos. Cuando fue detenido, acababa de regresar de Estados Unidos y la Unión Europea, donde acusó a Moscú de bombardear objetivos civiles en Ucrania, acusación que el Kremlin rechaza. También pidió a los gobiernos occidentales que impusieran sanciones al Estado ruso y a ciudadanos del país a título individual por supuestas violaciones de los derechos humanos. Lo último que se hizo público antes de su arresto es una entrevista con la CNN, emitida horas antes de su detención, en la que afirmó sin tapujos que Rusia estaba dirigida por "un régimen de asesinos".

A imagen de los juicios de Stalin

El juicio a Kará-Murzá empezó el pasado lunes 10 de marzo, a puerta cerrada. Durante la vista oral, comparó el juicio con los juicios-farsa de Josef Stalin en la década de 1930, e incluso se negó a pedir al tribunal que lo absolviera, afirmando que se mantenía firme y estaba orgulloso de todo lo que había dicho.

"Se supone que los criminales se arrepienten de lo que han hecho. Yo, en cambio, estoy en la cárcel por mis opiniones políticas. También sé que llegará el día en que la oscuridad sobre nuestro país se disipe", proclamó. Poco después de enviar decenas de miles de soldados a Ucrania en febrero del año pasado, Rusia introdujo una amplia legislación de censura en tiempo de guerra que se ha utilizado para silenciar las voces disidentes en toda la sociedad, entre los cuáles se incluye castigar a quién "desacredite" al ejército ruso, se ha endurecido la ley de los agentes extranjeros y se han prohibido los productos culturales que hablen de homosexualidad y transexualidad.

Este marco legal ha conllevado a un deterioro de la libertad de expresión y de prensa. Muchos medios independientes han cerrado o se han ido del país, y los ciudadanos de a pie se han expuesto a multas y penas de cárcel por criticar o difundir información que las autoridades consideran falsa sobre el conflicto rusoucraniano o las Fuerzas Armadas. Otros casos conocidos son los del también opositor Ilya Yashin, condenado a nueve años de cárcel por afirmar que la matanza de Bucha fue realizada por soldados rusos, o Alekséi Moskalyov, condenado a dos años e cárcel por un dibujo de su hija a favor de la paz y de Ucrania. En el contexto actual, las autoridades rusas buscan minimizar las críticas, señalando a las voces críticas como traidores y/o útiles de los servicios secretos occidentales.

Tal y como le sucedió a Aleksei Navalni, otro crítico del régimen ruso, Kará-Murzá sostiene haber sufrido envenenamientos en diferentes ocasiones, en 2015 y 2017. Él apunta a los servicios secretos rusos como los responsables de estos, durante los cuáles cayó enfermo. Los abogados del propio opositor aseguran que debido a los emponzoñamientos sufre polineuropatía, un trastorno nervioso grave.