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Estado de un edificio en Estambul

Estado de un edificio en Estambul / Adrià Rocha Cutiller

Adrià Rocha Cutiller

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Bastan dos preguntas a cualquier turco de Estambul para que diga la verdad y deje de esconderse. A la primera, muchos dicen lo obvio: “Soy de Estambul; nací aquí”. Pero un turco, marca la tradición, no es de dónde nace sino de dónde vienen sus padres. 

Aquí llega, entonces, la segunda pregunta y, en esta, la verdad sobresale. Ya nadie es de Estambul sino de cualquier otro lugar, de alguna provincia perdida en el centro de Anatolia, o en la costa del mar Negro, o del Egeo, o del Mediterráneo sur o del sureste, cerca de las fronteras con Irak, Siria e Irán

Durante el siglo XX, Estambul, la gran metrópoli turca, fue un polo de atracción, un imán para todo aquel que quisiese prosperar en Turquía. Sigue siéndolo, pero desde hace un mes, la atracción es menor. E incluso algunos se van. Estambul, de 17 millones de habitantes, seguirá siendo la ciudad más grande del país —y de toda Europa—. Pero algo ha cambiado en su interior, tras el el terremoto de hace un mes en el sureste de Anatolia

“Cada vez vemos que hay más demanda de gente que vive en los distritos con más riesgo en Estambul. Muchos se mudan a sus segundas residencias, o a sus provincias de origen. Y creemos que el número de gente marchándose incrementará conforme se hagan más tests en los edificios”, explica al periódico ‘Cumhurriyet’ Ali Ayilmazdir, presidente de una asociación de transportistas turcos.

Desde hace un mes, el país euroasiático vive conteniendo la respiración: dos grandes fallas tectónicas recorren el subsuelo turco, una por el sur de Turquía y la otra, por el norte. La del sur es la que estalló el pasado 6 de febrero y causó la muerte, de momento, de 52.000 personas; la del norte pasa directamente por Estambul. La ciudad turca, junto con otras como Tokyo, Los Ángeles y San Francisco, vive bajo la profecía apocalíptica de un gran terremoto que la sacuda en el futuro cercano. El miedo de los estambulís a que las paredes de su casa les engullan se palpa en el aire. 

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Así, desde el seísmo, el Ayuntamiento de la ciudad ha empezado un programa para que cualquier vecino pida un estudio de riesgo de su vivienda. “En la actualidad —explica el geólogo Okan Tüysüz, profesor de la Universidad Técnica de Estambul— hay en la ciudad 1.200.000 casas. Nuestras estimaciones, con los cribados que hemos podido hacer ya, son que el 70% de ellas no son resistentes a un gran terremoto. De ellas, 90.000 se derrumbarían de golpe”.

Edificios en Estambul.

Edificios en Estambul. / Adrià Rocha Cutiller

“Creemos que estos 90.000 edificios son los que tienen que ser prioritarios, y deben de ser derribados, reconstruidos o reforzados inmediatamente. Lo primero tiene que ser la vida de los vecinos. Una simple suma matemática ya lo explica: si en cada edificio, digamos, viven cinco personas, estamos hablando de que la vida de 450.000 personas está en riesgo. Hace falta ponerse a ello. En un terremoto, la primera norma es reducir el riesgo”.

Pero existen problemas: Turquía, desde hace años, vive sumida en una crisis inflacionista a la que no se le ve fin. Los precios de la vivienda en las grandes ciudades —sobre todo en Estambul— se han multiplicado por tres en el último año. Si alguien, por ejemplo, alquiló un piso en un barrio céntrico de la ciudad hace dos años, esta persona paga en la actualidad alrededor de 250 euros —el salario mínimo son 425 euros—. Esta misma vivienda, de ser alquilada en marzo de 2023, podría llegar a costar 750 euros al mes en alquiler. Una cifra inasumible para la gran mayoría de los turcos.

Y aquí es donde llega el dilema: muchos temen vivir en edificios inseguros pero pocos —casi nadie— puede permitirse dejarlos e ir a viviendas más resistentes. “Lo más urgente ahora mismo es la voluntad política. Tiene que haber una intención de solucionar esta problemática”, dice Tüysüz, que continúa: “Somos un país cuya economía se basa en la construcción. Con el presupuesto que se tendrá que gastar para la reconstrucción de las zonas destruidas en el terremoto —las estimaciones apuntan a que será en torno a 100.000 millones de dólares—, Turquía entera podría haber estado preparada para un seísmo como este”. 

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