Título no deseado
Tel Aviv es la ciudad más cara del mundo y Damasco la más barata
La urbe israelí escala cuatro posiciones hasta la primera del ránking de 'The Economist', seguida en el segundo puesto por París y Hong Kong
Israel celebra una década de su particular 15-M que exigía viviendas más económicas para todos, demandas que 10 años después no se han cumplido
Andrea López-Tomàs
Periodista y politóloga.
Tel Aviv es la nueva ciudad más cara del mundo. La urbe israelí lidera el ránking de la Unidad de Inteligencia de 'The Economist' (EIU, por sus siglas en inglés) escalando cuatro posiciones desde el año pasado. Este título no deseado es la culminación de décadas de gentrificación, precios astronómicos y la transformación de la ciudad en un escenario atractivo para la proliferación de start-ups y empresas. A la vez que Israel celebra una década de su particular 15-M, este primer puesto golpea con dureza a los activistas que acamparon en las plazas exigiendo una vivienda más económica.
Más allá de este liderazgo, Tel Aviv ha sido clasificada como la segunda ciudad más cara para el consumo de alcohol y transporte, la quinta para el cuidado personal y la sexta para o ocio. La ciudad escala en la clasificación por la fortaleza de la moneda nacional, el shékel, frente al dólar y por el aumento de los precios del transporte y los combustibles. La encuesta de la EIU ha rastreado el coste de vida en 173 ciudades del mundo a partir de la comparación de precios en dólares estadounidenses de bienes y servicios en estas urbes.
Este año Tel Aviv desbanca a París, Zúrich y Hong Kong que quedaron las tres en primera posición en el 2020. La capital francesa se mantiene en segunda posición igualada con Singapur. La urbe suiza y el territorio autónomo asiático les siguen. Nueva York se encuentra en la sexta posición antes de Ginebra. Con los datos recogidos entre agosto y septiembre, se ha comprobado que los precios de los productos básicos subieron un 3,5% en términos de moneda local, la tasa de inflación más rápida registrada en los últimos cinco años.
Damasco, la más barata
Los costes de transporte han crecido más rápidamente, principalmente debido al incremento de los precios del petróleo que han aumentado el precio de la gasolina sin plomo. "Aunque la mayoría de las economías de todo el mundo se están recuperando con la implementación de las vacunas, muchas ciudades importantes todavía están experimentando picos en los casos, lo que genera restricciones sociales", ha explicado Upasana Dutt, directora de Coste de Vida Mundial en EIU.
"Estos han interrumpido el suministro de bienes, lo que ha provocado escasez y precios más altos", ha añadido. Se espera que siga aumentando el coste de vida. Según EIU, los problemas de la cadena de suministro por la pandemia de coronavirus han causado esta subida de los precios de los bienes. A su vez, Damasco sigue siendo la ciudad más barata del mundo para vivir, con la caída de los precios desde el pasado año; la devastada economía siria no se recupera tras una década de conflicto.
Trípoli en Libia se sitúa como la segunda ciudad desde abajo y fue una de las 40 nuevas urbes añadidas al ránking este año. La capital de Irán, Teherán, ha experimentado el salto más grande de la posición 79 a la 29, ya que las sanciones de EEUU han elevado los precios y provocado escasez. En cambio, Roma ha protagonizado la mayor caída 16 posiciones más abajo hasta la 48, por la bajada pronunciada en el precio de los alimentos y la ropa.
Sin logros del 15-M
Cuando Tel Aviv se corona como la ciudad más cara del mundo, sus habitantes recuerdan con dolor los 10 años de las protestas que se instalaron en las plazas para exigir viviendas más económicas. Mientras se sucedían revoluciones en los países árabes de su alrededor, Israel vivía el movimiento social más masivo en toda su historia. "Fueron protestas sin precedentes en envergadura", recordaba el pasado mes de julio a EL PERIÓDICO Manuel Trajtenberg, economista y manifestante hace 10 años, con motivo del décimo aniversario. "Durante dos meses, medio millón de personas, el 6% de la población, salió a las calles a manifestarse", apuntaba.
Ahora, el bulevar Rothschild, escenario de la revuelta israelí, es hogar de apartamentos para multimillonarios, sedes de start-ups y hoteles de lujo. Su gente, la que hace 10 años durmió en las plazas en señal de protesta, ahora se ve forzada a irse. "Por culpa de los astronómicos alquileres, tengo que repensar toda mi carrera y mi situación de vida", explicaba, por su parte, Shahd Shabari, de 25 años, seis de los cuales viviendo en Tel Aviv. El aumento de los precios la ha obligado a abandonar la ciudad que le ha visto crecer.
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