Deshielo

El presidente sirio rompe su aislamiento

Los líderes de los países vecinos diseñan su propio rumbo de nuevo acercamiento a Damasco después de años de conflicto

Jordania, Líbano y Emiratos son algunos de los estados que se han acercado al dirignete sirio aunque la Administración de Biden se muestre contraria

Bachar al Asad y su mujer en una foto de archivo.

Bachar al Asad y su mujer en una foto de archivo. / AFP

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En el Palacio Presidencial de Damasco hay mucha actividad últimamente. Viejos amigos llaman, otros planean visitas, algunos piden favores. Tras una década de aislamiento, el presidente Bashar al Asad goza de renovada atención por parte de sus vecinos árabes. Con el fin del verano, llegó el deshielo al régimen de Siria, condenado al ostracismo durante los últimos diez años. Al otro lado del charco, desde Washington, la administración de Joe Biden mira con gesto reprobatorio los acercamientos de sus aliados árabes al presidente de Siria.

Después de la caótica retirada estadounidense de Afganistán, sus socios árabes se han dado cuenta de la importancia de trazar su propio rumbo. Jordania, Egipto y el Líbano tratan de centrarse en construirse una agenda particular que ataje sus problemas nacionales y regionales, como la rehabilitación de sus economías tras años de conflicto y pandemia. Además, la administración de Biden se ha expresado abiertamente sobre su política exterior, centrada en contrarrestar a China. Lejos quedan esas administraciones que ponían el foco y el presupuesto en Oriente Próximo.  

A su vez, una década de guerra civil ha dado tiempo suficiente a los líderes árabes para percibir que Bashar al Asad no se moverá de su trono presidencial. Por ello, han decidido marcar un cambio respecto a los primeros años de conflicto donde los jordanos, emiratís y saudís dieron apoyo a los rebeldes que lucharon contra el dictador. Ahora, un futuro de convivencia regional pasa por mantener relaciones diplomáticas y económicas con aquel que masacró a su pueblo.

Fronteras y llamadas

Jordania tomó el liderazgo, abriendo por completo su principal cruce fronterizo con Siria a finales de septiembre. Ahogados por sus respectivas crisis económicas, ambos países necesitan estimular el comercio. Después sonó el teléfono del rey Abdalá II y por primera vez en más de una década, estaba su vecino Bashar al otro lado de la línea. “Discutieron las relaciones entre los dos países hermanos y las formas de mejorar la cooperación”, afirmó un comunicado del palacio jordano. También la compañía Royal Jordanian Airlines ha anunciado que pronto volverán los vuelos directos a Damasco. 

“No haré una visita oficial a Siria sin la aprobación de la comunidad internacional”, declaró el primer ministro libanés, Najib Mikati, hace unas semanas. Pero la presión de Hizbulá y los intereses geopolíticos de los países vecinos han forzado a su gabinete a retomar el diálogo con su homólogo sirio. A principios de septiembre, una delegación ministerial viajó a Damasco para discutir un plan que permitiera trasladar el gas egipcio y la electricidad jordana al país de los cedros a través de la infraestructura siria y así atajar la grave crisis del combustible que sufre.

Desde el Golfo, los Emiratos Árabes Unidos les llevan ventaja a los demás países árabes. En el 2018 reabrieron su embajada en Damasco y gozan de estables lazos económicos y financieros. Pero Estados Unidos se opone a esta nueva estrategia. “No tenemos la intención de expresar ningún apoyo a los esfuerzos para normalizar las relaciones o rehabilitar al señor Asad o levantar una sola sanción a Siria o cambiar nuestra posición para oponernos a la reconstrucción, hasta que no haya avances hacia una solución política, que creemos necesaria y vital”, dijo el secretario de Estado, Anthony Blinken. 

Población condenada

Estados Unidos suspendió su presencia diplomática en Siria en el 2012. Incluso aplicó la Ley César que hace que todas las transacciones financieras con instituciones sirias sean ilegales de acuerdo a la ley estadounidense. Pero últimamente se han mostrado flexibles al hacer una excepción a este régimen de sanciones cuando apoyó de manera extraoficial el plan para trasladar gas al Líbano a través de Siria. Así busca contrarrestar la influencia de Irán en el pequeño país mediterráneo.

A su vez, Arabia Saudí está a la espera de ver los movimientos que lleva a cabo la Administración de Biden en la región. Pero también muestra su interés por reducir la influencia iraní en el Líbano y en la zona. “Muchos países árabes creen que el fortalecimiento de Siria, particularmente en el Líbano, reducirá el margen de maniobra de Irán”, opina Michael Young en ‘The National’. Abdalá II ha estado presionando a Washington para que se acerque a Siria y Rusia, condición que cree necesaria para alejar al país del dominio de los ayatolás. 

Pero en las calles de Siria, la rehabilitación de Asad se ve con pesar. Diez años de guerra y aislamiento internacional han condenado a la población a la pobreza, con millones de sus habitantes fuera del país temerosos de volver. Aún hay muchas zonas fuera del control de Asad, y miles de personas siguen desaparecidas. Gran parte de la población siria fuera y dentro del país se pregunta si tras diez años de conflicto, Siria se puede volver a armar. Entronar a Asad sobre un Estado en pedazos no implica el retorno de una Siria que ya no es.

Suscríbete para seguir leyendo