Relación EEUU-China

Biden y Xi celebran una reunión virtual para tratar de rebajar las tensiones

El encuentro, abierto con cordialidad pero con una agenda llena de temas espinosos, como el caso de Taiwán, se prolonga más de tres horas

El presidente estadounidense pide asegurar "que la competición no vira hacia el conflicto, intencionado o no" y el mandatario chino urge al "respeto mutuo"

Joe Biden y Xi Jinping, durante su primera reunión virtual

Joe Biden y Xi Jinping, durante su primera reunión virtual

Idoya Noain

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De modo virtual los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y China, Xi Jinping, han celebrado su primera reunión cara a cara desde que el demócrata llegó a la Casa Blanca. Se ha tratado de un encuentro, tras dos conversaciones telefónicas entre los dos líderes, con el que se intentan reducir las elevadas tensiones que han llevado la relación bilateral a su punto más bajo en décadas y han desatado los temores a una nueva guerra fría. El tema de Taiwán es, sin duda, uno de los más espinosos. Ha sido también una reunión a la que los dos países llegaban rebajando las expectativas de resultados específicos o grandes avances concretos.

La videoconferencia, que según la televisión estatal china CCTV ha terminado después de algo más de tres horas, ha arrancado antes de las 8 de la noche en Washington, la mañana en Pekín, y en la Casa Blanca se ha permitido el acceso a la prensa en los 10 primeros minutos. En ese arranque Biden y Xi se han cruzado a través de intérpretes saludos cordiales (con el líder chino llamando a Biden “viejo amigo”) y han apostado por una conversación “franca y directa” para, entre otras cosas, asegurar lo que el mandatario estadounidense ha dicho que debe ser una “competición simple y honesta” entre las dos naciones.

“Creo que es nuestra responsabilidad como líderes de China y EEUU asegurar que la competición entre nuestros dos países no vira hacia el conflicto, sea intencionado o no”, ha dicho Biden, que ha apuntado a la necesidad de “establecer mecanismos de contención de sentido común”. Un mensaje similar ha pronunciado Xi, que ha destacado la necesidad de “elevar la comunidad y la cooperación” y, como Biden, ha mencionado el cambio climático como uno de los puntos vitales de ese trabajo conjunto.

Esa colaboración, especialmente tras el anuncio del acuerdo para buscar juntos reducir la emisión de gases de efecto invernadero que realizaron durante la cumbre de Glasgow, es uno de los escasos puntos de luz en una relación que se ha teñido de sombras y que ha llenado de asuntos espinosos la agenda de esta reunión, que los dos países se han resistido a calificar como “cumbre”.

Taiwán, principal punto de fricción

Incluso en las diplomáticas palabras pronunciadas ante los periodistas se podían intuir algunos de los puntos de fricción. Biden, por ejemplo, ha asegurado que “todos los países deben usar las mismas reglas” y ha prometido “defender intereses y valores” de EEUU, aliados y socios antes de mencionar temas sobre los que Washington tiene “preocupación”, incluyendo “derechos humanos, economía y “asegurar un Indo-Pacífico libre y abierto”.

 Xi, por su parte, ha declarado que los dos países “deben respetarse uno al otro, coexistir en paz y buscar una cooperación en la que ambos ganen”, un mensaje donde no es difícil interpretar una crítica a los modos de la política de Washington.

Ya sin las cámaras, los dos mandatarios, acompañados por sus delegaciones, han debido abordar cuestiones espinosas. Ninguna lo es ahora más que la relación por Taiwán. Los tambores de guerra han vuelto al estrecho de Formosa, especialmente después de que recientemente 150 cazas y bombarderos chinos realizaran vuelos por la zona exclusión, pero China también ha elevado sus críticas a los esfuerzos de Washington por reforzar la defensa militar de la isla y quiere que Washington clarifique su estrategia.

El sábado, en una conversación preparatoria entre el secretario de Estado Anthony Blinken y su homólogo Wang Yi, el jefe de la diplomacia estadounidense expresó su preocupación por la “continuada presión militar, diplomática y económica” sobre la isla y el fin de semana el titular de exteriores de Pekín aseguró que la perspectiva de la independencia de Taiwán es “la mayor amenaza a la paz y la estabilidad”.

Las tensiones también se han incrementado por asuntos relacionados con las políticas de cibertecnología y ciberseguridad chinas, por la militarización del mar del Sur de China y por el reciente acuerdo Aukus de EEUU con Reino Unido y Australia para dar al país oceánico submarinos de propulsión nuclear. La semana pasada, en un discurso que Xi envió grabado a una reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en el que también participó Biden, el mandatario chino aseguró que “la región Asia-Pacífico no puede ni debe volver a caer en el antagonismo y la división de la era de la guerra fría” y urgió a resistirse a formar “pequeños círculos con criterios geopolíticos”.

Otro asunto conflictivo es el comercio. Y aunque Biden planeaba cuestionar prácticas como los subsidios industriales chinos, un alto cargo de la Administración estadounidense había avanzado en una llamada informativa el domingo que los temas comerciales y cuestiones como aranceles no dominarían la conversación.

Posiciones de fuerza

Biden ha llegado al encuentro el mismo día en que firmaba finalmente la ley de infraestructuras por la que EEUU invertirá 1.2 billones en la próxima década, un logro que la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, aseguraba que le permite colocarse en “posición de fuerza” al superar por primera vez en dos décadas la inversión de China y mejorar la competitividad estadounidense. Xi, por su parte, veía hace unos días apuntalado su poder en una tercera resolución histórica del Partido Comunista que le permitirá un tercer mandato para seguir rigiendo el país hasta al menos 2027.

Pese a las reducidas expectativas sobre este encuentro hay observadores que creen que es fundamental. “Estamos en un momento en que se está produciendo un tipo de giro”, le ha dicho a ‘The Wall Street Journal’ Danny Russel, que formó parte de la Administración de Barack Obama y ahora pertenece al Asia Society Policy Institute. “Los dos líderes están insatisfechos con el estado de la relación y los dos son muy conscientes de que podría ocurrir algún tipo de incidente que crearía un problema que ninguno de los dos se puede permitir ahora mismo”.