Rivalidad geopolítica

La alianza de EEUU, Australia y el Reino Unido en el Pacífico alarma a China

El acuerdo, bautizado AUKUS, permitirá a Canberra desarrollar submarinos de propulsión nuclear para patrullar las aguas de la región

Pekín advierte que la alianza aumentará la carrera armamentística en la zona y perjudicará la paz y la estabilidad

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aukus / Mick Tsikas / Reuters

Adrián Foncillas

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Las aguas del Asia Pacífico, las más erógenas del planeta, sumarán otro país con submarinos con tecnología nuclear. Estados Unidos ha invitado al club a Australia y provocado la previsible ira de China apenas unos días después de que Joe Biden llamara a Xi Jinping para aceitar las relaciones bilaterales y se comprometiera a que la inevitable rivalidad no lleve al conflicto.  

El último acuerdo apadrinado por Washington en la región fue firmado el miércoles y bautizado como AUKUS, acrónimo de Estados Unidos, Reino Unido y Australia. La primera discute la primacía global con China, la segunda busca nuevas zonas de influencia tras su salida de la Unión Europea y la tercera ha coleccionado roces con Pekín en el último año. Hablaron de un “aumento de poder de disuasión” y no hizo falta que mencionaran a China. El acuerdo llega unas semanas después de la apresurada huida de las tropas estadounidense de Afganistán y profundiza el viraje hacia Asia que ya emprendiera Obama tras las calamitosas aventuras en Oriente Medio. 

El tratado menciona áreas de colaboración tan dispares como la información, la inteligencia artificial, la tecnología cuántica y la militar. El meollo está en la última y, más concretamente, en los ocho submarinos propulsados con reactores nucleares que Australia fabricará con la asesoría estadounidense y británica. Son más rápidos, más complicados de detectar y su mayor autonomía podría acercarles hasta Taiwán. La nueva flotilla, juzgan los expertos, apuntalará la hegemonía occidental en el patio trasero chino. No portarán armas nucleares, ha prometido Canberra, sin que la aclaración tranquilizara a Pekín.

Palos a los firmantes

La embajada china en Washington, la prensa oficial, el Ministerio de Exteriores… desde todos los frentes han llovido en pocas horas los palos a los firmantes. El acuerdo estimulará la carrera armamentística en la zona y perjudicará la paz y estabilidad en la zona, ha pronosticado Zhao Lijian, portavoz ministerial, en una de las ruedas de prensa más beligerantes del año. También ha aconsejado a Washington que jubile su “trasnochada mentalidad de guerra fría” si no quiere “dispararse en un pie”.

Un editorial del 'Global Times', el diario más ultranacionalista, lamentaba la “histérica política de alianzas estadounidense” y veía en el acuerdo una “legalización de la exportación de tecnología nuclear” con consecuencias funestas a escala global. “La posesión de submarinos con tecnología nuclear será una tentación generalizada. El mundo necesita prepararse para la fiebre por esos submarinos”, pronosticaba. “Estados Unidos y sus aliados están llevando el mundo al caos. Incluso han vulnerado los acuerdos de no proliferación de armas nucleares. Y aquí viene una cuestión interesante: ¿Quién está más preparado para resistir en el caos global? ¿China o ellos?”, se preguntaba el matutino.  

Expertos internacionales también anticipan que por la nueva “vía australiana” transitarán otros gobiernos para vulnerar el espíritu de los tratados de no proliferación nuclear. Países de la zona mucho más amenazados que la lejana Australia como Corea del Sur también podrían replantearse su fidelidad a los compromisos si les embarga una insuperable sensación de ingenuos.   

Socios europeos

China no está sola en la condena. Ha protestado Francia, más inquieta por el bolsillo que por las turbulencias en la otra punta del globo. El AUKUS deja en papel mojado el acuerdo para construirle a Canberra una docena de submarinos a cambio de más de 30 mil millones de euros. El Ministerio de Defensa y el de Exteriores lamentaron la “falta de coherencia” de Estados Unidos por arrinconar a uno de sus principales socios europeos y Gerard Araud, antiguo embajador en Washington, habló de “puñalada en la espalda”.

Es notoria la ausencia en el acuerdo de Nueva Zelanda, que impedirá la entrada de los submarinos nucleares en sus aguas. Y no todos en Australia le ven la lógica al terco vínculo con Estados Unidos en su cruzada contra China. Para el exprimer ministro, Paul Keating, el acuerdo supone una “dramática pérdida de soberanía y una dependencia de Estados Unidos que privará a Australia de su libertad a elegir en cualquier combate”.