MALESTAR POR UNA DECISIÓN JUDICIAL

Polonia frente a la Iglesia

Protesta en contra de las nuevas restricciones sobre el aborto en Polonia, este jueves en Elblag.

Protesta en contra de las nuevas restricciones sobre el aborto en Polonia, este jueves en Elblag. / periodico

Andreu Jerez

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"Actualmente valoro más la libertad que la vida porque salir a protestar supone exponerse al virus y a un posible contagio". Es la manera que tiene Slawomir Lonisk de resumir la mayor ola de protestas que vive Polonia desde las de la década de los 80 contra el régimen comunista entonces gobernante.

Este guionista de 47 años es una de las miles de personas que han salido a las calles del país durante las últimas semanas contra el nuevo marco legal que prohíbe el aborto casi en todos los casos: el pasado 22 de octubre, el Tribunal Constitucional polaco confirmó la limitación del aborto a los casos de peligro para la vida de la madre, la violación o el incesto; la malformación del feto, el motivo de la mayoría de abortos en Polonia, pasaba así a ser ilegal. La decisión del tribunal era la respuesta a una querella presentada por parlamentarios del gobernante y ultraconservador PiS (Partido de Ley y Justicia).

Desde el fallo se han sucedido concentraciones y marchas en diferentes puntos del país. No son las primeras manifestaciones antigubernamentales desde que el ultranacionalismo del PiS volviese al poder en 2015, pero la expresión del descontento es, en esta ocasión, diferente: la decisión del Constitucional parece ser el catalizador de un malestar estructural, bastante heterogéneo y descentralizado; se están manifestando feministas, activistas del colectivo LGBTI y también ciudadanos situados en un espectro ideológico más centrista o incluso conservador, y lo están haciendo de manera espontánea.

"Lo primero que me impresiona es la edad de los manifestantes y la lucha de la gente joven. Es precisamente por ellos que estas protestas son tan sinceras, tan honestas. A diferencia de nosotros, la gente mayor, con más experiencia, los jóvenes no tienen que pagar préstamos ni tienen tantas obligaciones. Y eso está tal vez conectado con la vitalidad de las protestas, que tienen algo de vigor revolucionario", dice a EL PERIÓDICO Slawomir a través de videoconferencia. "Lo segundo que me impacta es que estas protestas no son partidistas. En protestas anteriores sí hubo políticos, pero en estas no están tomando parte. Esta vez se trata más de un movimiento de base. Los políticos no están en primera línea", añade este padre de familia.

Publicación del fallo

Ante la dimensión de las protestas, el Gobierno ha decidido de momento congelar la publicación de la ley que recoge el fallo del constitucional: Varsovia ha pedido más tiempo para analizar la opinión de "expertos, médicos y especialistas". Así lo dijo este viernes el portavoz del jecutivo, Michal Dworczyk, en una entrevista de radio. El retraso de ese paso formal apunta las dudas que está generando en el Gobierno ultranacionalista del PiS la oleada de protestas de las últimas semanas. El presidente polaco, Andrzej Duda, -cercano al PiS y reelegido por estrecho margen el pasado verano- había hecho previamente un llamamiento a la calma y dejado entrever margen para cambios en la ley.

Las sospechas que cunden entre parte de la población polaca sobre la independencia del Tribunal Constitucional -reformado en el 2017 para dar entrada a jueces conservadores, lo que ha supuesto un encontronazo con Bruselas- han contribuido a esas dudas oficialistas. "Yo creo que el Gobierno está aterrorizado; tiene pánico y es normal si tienes medio millón de personas en la calle en plena pandemia", responde a EL PERIÓDICO por teléfono desde Varsovia Kinga Stankzuc, profesora de historia y feminista participante en las protestas.

Kinga ya tomó parte en una huelga de mujeres en el 2016, considerada el preámbulo a las actuales protestas. "Estamos viendo una especie de revolución que todavía no entendemos. En esta ocasión, las protestas son diferentes desde el punto de vista geográfico: ha habido concentraciones en ciudades, pero también en localidades muy pequeñas donde no había habido protesta alguna durante tres décadas o incluso más. A ellas se han sumado feministas, mujeres e incluso agricultores con sus tractores, que querían expresar así su apoyo", analiza Kinga.

Ruptura de un tabú

Las encuestas de opinión muestran varios elementos que apuntan que algo ha cambiado en Polonia en pocos días: en primer lugar, la mayoría de la ciudadanía -alrededor de un 70%-  se muestra en contra del fallo del Constitucional; en segundo, recientes proyecciones electorales muestran que el PiS ha perdido 10 puntos de intención de voto en las últimas semanas -del 40 al 30%-; y, por último, en un país donde catolicismo juega un papel históricamente tan importante, dos tercios de los participantes consideran negativo el papel de la Iglesia en la vida pública, según una encuesta realizada por encargo de medios locales.

Antes del fallo del Constitucional, numerosos representantes de la Iglesia católica habían pedido un endurecimiento de la ley antiaborto. La respuesta de algunas feministas no se hizo esperar: interrumpieron misas en más de una veintena de templos, también en las catedrales de Poznan y de Lodz, una acción que algunos comentaristas consideran una suerte de ruptura de tabú cultural.

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