RACISMO EN EEUU

Trump responde al clamor por la justicia racial con una modesta reforma policial

Enfrentamientos con la policía ante la Casa Blanca, en Washington.

Enfrentamientos con la policía ante la Casa Blanca, en Washington. / periodico

Idoya Noain

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En una balanza donde Donald Trump coloca “la ley y el orden” y la “justicia”, el primer platillo pesa más para el presidente de Estados Unidos. Así se deduce de la orden ejecutiva que el mandatario ha firmado este martes para abordar reformas en la policía estadounidense, sacudida de nuevo por las sombras de brutalidad y racismo tras los recientes casos de George Floyd y Rayshard Brooks.

El decreto queda muy lejos de las demandas de cambios profundos que cientos de miles de personas han estado pidiendo en las calles en protestas, propuestas como la de redirigir fondos de la policía a programas sociales o incluso desmantelar departamentos a las que Trump ha mostrado este martes una vez más su rechazo frontal, asegurando que "sin policía hay caossin ley hay anarquía y sin seguridad hay catástrofe".

Su decreto es también más modesto que cambios planteados por los demócratas en una propuesta de ley en el Congreso o los que han empezado a abordar departamentos de policía locales. Trump, no obstante, lo ha definido de "histórico", asegurando con una falsedad que su predecesor Barack Obama y Joe Biden, entonces vicepresidente y ahora su rival electoral, "no hicieron nada".

Tres pilares, ningún recurso económico

La orden ejecutiva de Trump, que nace débil al no ir acompañada de una asignación económica, tiene tres pilares. Uno es crear una base de datos nacional donde se registrarán actos de mala conducta policiales. Otro trata de emparejar a trabajadores sociales y expertos en salud mental con los agentes. Y un tercero es crear incentivos para que las policías locales mejoren la formación y acreditación en cuestiones como desescalada de tensiones y uso de fuerza, dando prioridad a los departamentos que lo hagan en la obtención de becas federales.

Según ha anunciado Trump, incluye la prohibición de usar tácticas de inmovilización por ahogo como las que se usaron letalmente contra Floyd y Eric Garner, aunque dejando la posibilidad de que se empleen cuando los agentes teman por su vida, un análisis subjetivo que hasta ahora les ha dado laxitud.  

Ley y orden

Trump puede haber actuado parcialmente movido por la presión social pero no ha cambiado un ápice su postura. Antes de la firma se ha reunido en privado con familiares de negros fallecidos a manos de la policía o de ciudadanos con trazas racistas erigidos en vigilantes, pero al presentar su decreto en el jardín de la Rosaleda los protagonistas de su discurso han sido los policías, de quienes ha hecho una defensa a ultranza, diciendo que "en muchos sitios están infrafinanciados, infradotados de personal e infrapoyados" y asegurando que "el número y el porcentaje de policías malos es muy pequeño". 

Como desde que empezaron las protestas, su mensaje ha sido el de "ley y orden", lo que ha dicho que "quieren y demandan los estadounidenses, aunque algunos ni siquiera saben que eso es lo que quieren". Y una vez más ha vuelto a obviar cualquier problema de racismo sistémico, desvirtuando las protestas ciudadanas y centrándose solo en actos de pillaje y vandalismo que se vivieron sobre todo hace semanas.

Trump se ha comprometido a trabajar con el Congreso en "medidas adicionales", pero está por ver si en Capitol Hill se logra un acuerdo. La propuesta demócrata pasará la Cámara Baja que controlan pero tiene futuro incierto en el Senado, de mayoría republicana, opuesta como el presidente a una medida que rebajaría la "inmunidad cualificada" de policías que hasta ahora ha blindado a la mayoría ante la justicia. En la Cámara Alta los republicanos presentarán este miércoles su propia propuesta, que han encargado a Tim Scott, el único senador republicano negro.