Apoyo militar
Jesús A. Núñez Villaverde

Jesús A. Núñez Villaverde

Codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH).

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Nuevo paquete de ayuda estadounidense para Ucrania: vital, pero no definitivo

Kiev seguirá estando atrapada en sus propias limitaciones, tanto demográficas como industriales y económicas para hacer frente a un enemigo que, por el contrario, no ha llegado al limite de sus fuerzas

Un misil de largo alcance proveidos por EEUU a Ucrania para su uso en la guerra contra Rusia

Un misil de largo alcance proveidos por EEUU a Ucrania para su uso en la guerra contra Rusia / AP/ John Hamilton

La definitiva aprobación de 60.840 millones de dólares por parte de Washington para Ucraniano solo pone fin a un largo y perturbador paréntesis, sino que ha disparado las expectativas en los círculos proucranianos, hasta el punto de que algunos ya ven la victoria sobre Rusia a la vuelta de la esquina.

Las razones de ese prolongado paréntesis hay que buscarlas, en primer lugar, en el emponzoñado clima político estadounidense. Con el trasfondo de un aislacionismo republicano que nuevamente cobra fuerza, las huestes que Donald Trump está siendo capaz de liderar desde su simple condición de candidato han puesto todos los obstáculos posibles al intento de Joe Biden de seguir respaldando a Kiev. Y así, a lo largo de este último año, han demostrado que les daba igual si eso terminaba por identificarlos como “tontos útiles” al servicio de Moscú, o si se deterioraba aún más el liderazgo estadounidense. En todo caso, esa actitud no habría tenido tanto recorrido si no hubiera estado acompañada por las ambigüedades que la propia Casa Blanca viene manifestando prácticamente desde el arranque de la invasión rusa. A estas alturas todavía no está claro si EEUU busca una victoria ucraniana -entendida como la retirada total de todas las tropas invasoras, incluyendo Crimea- o si, más bien, lo que pretende es simplemente empantanar a Rusia en un conflicto de larga duración que lo vaya debilitando hasta la irrelevancia estratégica.

Es un hecho que, con el recurrente argumento del temor a provocar una escalada rusa hasta niveles de guerra total, Washington ha optado (para desesperación de Zelenski) por secuenciar el apoyo tanto económico como militar. Como resultado de ello, no solo la contraofensiva ucraniana del pasado año careció de los medios suficientes para poder romper las líneas defensivas rusas, sino que en estos últimos meses Moscú ha pasado a una actitud ofensiva, en la misma medida en que Kiev está ahora a la defensiva, racionando su munición y sin posibilidad de reemplazar el personal y el material que causa baja en los combates diarios.

Llegados a este punto, cuando aumentan los indicios que apuntan a una próxima ofensiva rusa en el frente oriental, se impone nuevamente la cautela a la hora de calibrar el impacto que puede tener el nuevo paquete de ayuda estadounidense. Desde luego, no puede caber ninguna duda de que resulta vital para, al menos, mantener a Ucrania en la guerra existencial en la que está metida. Como tantas veces ha reconocido el propio Zelenski, sin la ayuda de Washington (y del resto de los aliados occidentales) Ucrania no habría podido resistir la embestida rusa. Pero, cuando se analiza el contenido de lo ratificado por Biden, se impone la necesidad de rebajar las expectativas. En primer lugar, buena parte del paquete (23.200 millones) se dedicarán a la reposición de 'stocks' estadounidenses. Además, nada garantiza que Ucrania vaya a contar de inmediato con todo lo que potencialmente puede enviar EEUU. Y, por último, aunque algo tan improbable ocurriera (incluyendo misiles ATACMS, carros de combate y blindados, munición…), Ucrania seguirá estando atrapada en sus propias limitaciones, tanto demográficas como industriales y económicas para hacer frente a un enemigo que, por el contrario, no ha llegado al limite de sus fuerzas.

En esencia, Ucrania podrá combatir en mejores condiciones a partir de ahora. Pero seguirá sin tener garantías sobre el nivel de apoyo de sus aliados y, por supuesto, sin saber hasta dónde querrá llegar Putin.

Suscríbete para seguir leyendo