Análisis
El nazismo como objeto de comparación
Rosa Massagué
Periodista
ROSA MASSAGUÉ
Comparar como ha hecho Vladimir Putin la ofensiva de las fuerzas ucranianas contra los rebeldes de Donetsk y Lugansk alzados contra el Gobierno legítimo de Kiev con el asedio alemán a ciudades soviéticas como Leningrado durante la segunda guerra mundial es una barbaridad. Viniendo del presidente ruso no debe extrañar.
El recurso retórico al nazismo y al fascismo para exaltar a una audiencia de jóvenes, a quien iban dirigidas sus palabras, es siempre fácil. Sin embargo, desde el punto de vista académico, sí puede compararse la trayectoria histórica del nazismo, solo que en este caso el otro objeto del símil es la propia Rusia de Putin.
El profesor Alexander J. Motyl, uno de los mayores expertos en Ucrania y Rusia, recuerda cómo la Alemania derrotada surgida de la primera guerra mundial y la Rusia postsoviética habían perdido sus imperios y no renunciaron a reconstruirlos, cómo ambos países habían sido humillados, cómo coincidían en culpar de sus males a la democracia o cómo eligieron hombres fuertes que les prometieron un retorno a la gloria pasada.
Las comparaciones no acaban aquí. Tanto Hitler como Putin han recurrido a la defensa de alemanes o rusos fuera de sus fronteras para poner en práctica políticas expansionistas. El nazismo se anexionó los Sudetes en 1938, región germanohablante de Checoslovaquia. Con la excusa de proteger a los rusos de Crimea, el hombre fuerte del Kremlin se anexionó la península ucraniana. Con el mismo pretexto, mediante la guerra de Georgia (2008), los territorios de Osetia del Sur y Abjazia han quedado en una especie de limbo, reconocidos únicamente por Moscú.
La remilitarización es también común. Uno de los elementos que ha devuelto el orgullo al Kremlin ha sido precisamente la reciente modernización de sus fuerzas armadas en sustitución de los obsoletos artefactos que contribuyeron a la disuasión convencional en época comunista.
Puestos a comparar, también es parecido el control de la información ejercido desde el poder. En este capítulo cabe además otra similitud entre la Rusia actual y la Unión Soviética, con lo que fue llamado el Vietnam de la URSS, la invasión de Afganistán y la guerra que siguió (1978-1989). Al igual que entonces, ahora existe un gran desconocimiento entre la población acerca de lo que está ocurriendo en el este de Ucrania y acerca de la enorme presencia de tropas rusas.
La llegada ahora a Rusia de cadáveres de militares muertos en Donetsk o Lugansk y las denuncias hechas por organizaciones de defensa de los derechos humanos, pero muy especialmente por los comités de madres de soldados que aseguran que sus hijos han sido enviados a combatir a Ucrania, recuerda mucho lo ocurrido con la intervención en Afganistán, lo que contribuyó al descrédito y la impopularidad del régimen comunista.
Se podrían encontrar más similitudes entre la trayectoria de la Alemania nazi y la Rusia de Putin, pero es de desear que la comparación no llegue a su punto extremo que sería el de abocar al mundo a una nueva confrontación bélica.
@RosaMassague
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