Renovación del Ejecutivo francés
La insumergible
SÉGOLÈNE ROYAL Acostumbrada a encajar los golpes, la expareja de Hollande no se rinde nunca y resurge de sus cenizas
«Sé que el momento de la rehabilitación llegará». Ségolène Royal pronunció estas palabras entre lágrimas tras ser derrotada en las elecciones legislativas del 2012. Con la inestimable ayuda del tuit de la entonces primera dama, Valérie Trierweiler, apoyando a su rival político, la excompañera de Hollande -con el que tiene cuatro hijos- perdió el escaño que debía catapultarla a la presidencia del Parlamento. Pese a la tristeza y la humillación, la presidenta de la región de Poitou-Charentes ya pensaba en levantarse.
Hay que decir que Royal no es de las que se rinden fácilmente. Nacida en Dakar (Senegal) hace 60 años, en el seno de una familia católica conservadora marcada por la estricta personalidad de un padre militar, la dirigente socialista ha forjado su carrera a base de esfuerzo, disciplina y constancia. Después de cursar Económicas y Ciencias Políticas, superó el concurso para entrar en la Escuela Nacional de Administración (ENA ), donde se forman las élites del país. Allí coincidió con François Hollande, miembro como ella de la promoción Voltaire.
Ambos participaron en elprimer Gobierno socialista de François Mitterrand como jóvenes consejeros en el Elíseo. El presidente la prefirió a ella para ocupar la cartera de Medio Ambiente. Posteriormente fue ministra de Enseñanza y de Familia e Infancia mientras Hollande se consagraba al Partido Socialista (PS), del que fue primer secretario durante 11 años. La pareja empezó a hacer aguas a partir del 2005 a causa de la infidelidad de Hollande con Trierweiler. Fue entonces cuando Royal decidió optar a las primarias socialistas para el Elíseo cerrando el paso a Hollande, candidato natural del partido pero mucho menos popular que ella en los sondeos.
Electrón libre, sacudió los esquemas socialistas con sus ideas -ecléctica mezcla de patriotismo, seguridad y medidas sociales- y una personalidad fuerte con un lado místico. La combativa Ségolène ganó contra pronóstico el combate interno, en el que tuvo que soportar hirientes ataques machistas, contra pesos pesados como Dominique Strauss-Kahn y Laurent Fabius. Pero tras una campaña en la que su partido no dejó de hacerle la zancadilla, Royal perdió la batalla frente a Nicolas Sarkozy en el 2007. «Valiente y enérgica» para sus partidarios e «iluminada» para sus detractores, no deja indiferente. Incluso la oposición le reconoce el mérito de «haber encarnado la feminización de la política».
Pese a que muchos de sus colaboradores abandonaron el barco tras la derrota, Ségolène optó de nuevo a las primarias para las presidenciales del 2012. Obtuvo un poco glorioso 7% de los votos. Se tragó el orgullo para apoyar -sus hijos no hubieran entendido otra actitud- al triunfante Hollande, que llegó al Elíseo en el 2012 mientras ella atravesaba dos años horribilis. Hasta que llegó el momento de saborear la rehabilitación.
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