Contenido de usuario Este contenido ha sido redactado por un usuario de El Periódico y revisado, antes de publicarse, por la redacción de El Periódico.

"El tirano no entiende de justicia"

El presidente ruso, Vladimir Putin

El presidente ruso, Vladimir Putin

César Carulla

El principal problema de las dictaduras es que padecen de una sola locura. El resto de demencia se queda sin voz ni voto y eso obliga a todo un país a descarrilarse por el mismo barranco. La democracia (al menos) permite la 'demencia corporativa', y de entre todos los del manicomio elegimos al menos loco cada tanto tiempo. Incluso se permite censurarle si se pasa de rosca.

Entretodos

Publica una carta del lector

Escribe un 'post' para publicar en la edición impresa y en la web

Pero no es locura afirmar que todos los gobiernos del mundo precisan de profundas reformas de conciencia. Revisar (o reencontrarse con) la ética en la que se fijan los principios de autoridad sería un primer paso hacia una globalización más sostenible y justa (ajustada a derecho), ya que todo apunta a que la actual coyuntura solo sirve a los países poderosos; y aunque esa haya sido la realidad en política internacional a lo largo de la historia conocida, también es sabido que esta solo funciona con el uso recurrente de la guerra como medio regenerador de conciencia.

Resulta aún más crítico si los países implicados en reyerta están dirigidos por un tirano (dictador), como ahora ocurre con Rusia y su disputa con Ucrania. ¿Acaso alguien conoce la opinión de sus opositores políticos? Seguramente solo un puñado de presos sabe de la opinión de Navalni.

Ucrania es un país soberano que está haciendo políticas contrarias al pensamiento de un líder opresor imperialista que se vincula a su política mediante la injerencia mediática. Quiere gobernarla desde el Kremlin por medio de otro tirano, como ocurre en Bielorrusia y Kazajistán. Pero la mayoría de la demencia ucraniana parece querer apegarse a Europa al modo de Letonia, Lituania y Estonia (exsoviéticas). La estrategia de Putin falla y por eso ha llevado a más de cien mil tropas a su frontera con Ucrania.

Pero que nadie se sorprenda, es algo que se veía venir: cuando la demencia se topa con la realidad debe elegir entre resignarse y claudicar o seguir hasta el fondo del barranco junto a todos aquellos que le obedezcan.

Participaciones de loslectores

Másdebates