"¿Es la retirada de McDonalds de Rusia parte de la cultura de la cancelación?"

La cultura de la cancelación o 'cancel culture' es un resultado inevitable de la progresiva polarización política que hemos visto desarrollarse los últimos años. Se puede resumir brevemente con la frase “culpable hasta que se demuestre lo contrario”, un bonito recordatorio de los métodos de la Inquisición. En esta cultura de la cancelación, un paso en falso puede costarte tu carrera, tu reputación, el apoyo del público y tu futuro, sin juicio previo. Uno de los ejemplos más prominentes de esta cultura fue la caída en picado de la imagen de J.K. Rowling tras supuestamente posicionarse como TERF.

Putin lleva tiempo alegando que el boicot internacional hacia Rusia tras la invasión a Ucrania es parte de una campaña de cancelación, con actos como la reciente retirada de McDonalds de sus establecimientos en el país tras 30 años de actividad, lo que le ha costado el empleo a 60.000 personas. ¿Es esto equiparable a que Johnny Depp perdiera innumerables contratos simplemente tras las alegaciones de Amber Heard en 2018? No. Porque a Putin le precede su historial político, el de su país e innumerables testimonios de las atrocidades cometidas por sus soldados en Ucrania. No podemos saber exactamente qué porcentaje de los ciudadanos rusos apoyan la invasión por convicciones propias o por haber escuchado la versión oficial del Kremlin, pero hoy por hoy, con las excesivas implicaciones que una intervención de la OTAN tendría, lo que quedan son las sanciones económicas, la presión.

Y no es presión para exigir una disculpa por un tuit sacado de contexto, es presión para el cese de un conflicto en Europa que recuerda a muchos al comienzo de las Guerras Mundiales del siglo pasado. Puestos a cancelar algo sin miramientos, cancelemos eso.