¿Por qué les exigimos tan poco a los políticos?

Una de las negligencias más significativas es la poquísima exigencia de los ciudadanos hacia los políticos. Los representantes públicos se singularizan por externalizar su trabajo y responsabilidad a las personas que representan. Tienen todos los resortes para solucionar los problemas, ya que el poder legislativo está en sus manos. Hay un dicho que acierta y que lo utilizan constantemente y no es necesario poner ejemplos, como menciona el saber popular: el uno por el otro y la casa sin barrer.

La misión de los servicios sociales de los municipios no es la de una empresa que tiene asalariados, sino cumplir con su obligación y resolver los problemas de su incumbencia. El rescate a las entidades financieras se llevó a término sin preguntar a los ciudadanos si estaban de acuerdo que sus ahorros se utilizasen para salvar las malas prácticas de las entidades correspondientes. 

Cuando salen los portavoces en los medios de comunicación por una desgracia irreversible, siempre se quejan de que no tienen suficiente presupuesto. Efectivamente es cuando se puede valorar el trabajo correspondiente, no es excusa porque tienen colegas en otras instancias y administraciones suficientes para solventar la dificultad y no para dar unas explicaciones esperpénticas, que si lo sabían o dejaban de saber. El estado vecino invierte el 1,02% del PIB en ayudas personales de alquileres. ¿Cuánto se invierte aquí? ¿Es profesional la administración correspondiente? Sus resultados no son precisamente para felicitarlos, porque es una vergüenza que haya asociaciones que intenten paliar este desastre político.

Si los representantes públicos no son capaces de cumplir con su obligación, que cambien de profesión, pero que no tengan el descaro de hacerse las víctimas y pasar el inconveniente a otras instancias o externalizar a la ciudadanía sus deficiencias.