"No se puede creer en la ciencia como antiguamente en la religión"

El razonamiento y las emociones no siempre encuentran el camino más inteligente para encontrar la verdad. En momentos de miedo y de incertidumbre es lógico llevarse por los sentimientos y no faltan hoy por hoy artículos que nos hacen creer en la ciencia como el nuevo Santo Grial.

Pero este razonamiento no está exento de cierta puerilidad, de pretensiones inciertas y de un mensaje que puede abordar nuestra gran crisis tomando un aspecto un poco frívolo de parcialidad. Se echa de menos en estos días una cierta profundidad de pensamiento en los medios; hemos vivido un punto de inflexión y lo único que piensan algunos es volver a la vida de antes como si nada hubiese ocurrido.

La filosofía y la ética deberían tomar un papel preponderante, no ya en el desarrollo de la crisis, que lo está haciendo, sino en el futuro. No se puede creer en la ciencia como antiguamente en la religión; la ciencia, sin el andamio de la filosofía, de la solidaridad y de la ética, es una acción que deja inerme al ser humano; no sería lógico creer en otros diez mandamientos sin libertad en su máxima expresión: de transparencia, tranversalidad y profundidad. La ciencia, sin duda, es importante, pero no es ni lo será todo, y es peligroso caer en el terreno de la tecnocracia.