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"Mamá, el taekwondo no es un deporte violento: enseña respeto, humildad y compañerismo"

Joel González celebra con su entrenador Toni Toledo el bronce de Río

Joel González celebra con su entrenador Toni Toledo el bronce de Río / ELVIRA URQUIJO (EFE)

Cuando era pequeña, mi madre me hizo probar todas las extraescolares imaginables. Hice patinaje artístico, hockey, fútbol, guitarra, piano, violín, teatro, manualidades, ballet, jazz, hip-hop, hípica, tenis o coral. Probé todas las actividades que ofrecía mi colegio. Todas, menos una: el taekwondo.

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Cuando le pregunté a mi madre por qué no me apuntaba, me dijo que era "un deporte violento" y que no quería que me hiciera daño" Acepté sus argumentos sin rechistar, aunque una parte de mi jamás dejó de sentir curiosidad por aquél "deporte prohibido". Más de diez años más tarde me apunté con una amiga a una pequeña escuela de artes marciales del barrio, donde empecé taekwondo. 

La verdad es que no sabía qué esperarme, pero sin duda, nada remotamente parecido a lo que me encontré: una clase llena de gente de todas las edades, donde los cinturones blancos, como yo, tenían la misma autoridad y respeto que los negros, y entrenaban codo con codo.

Donde, cuando el sabonim (maestro) hablaba, todo el mundo lo escuchaba atentamente y en completo silencio; y nadie jamás le contradecía. Donde no se castigaban los fracasos, sino que se premiaba el esfuerzo. Donde siempre se trabajaba en equipo, pues unos y otros se observaban y se daban consejos de cómo mejorar, sin importar el color del cinturón. 

Donde al dar golpes siempre se medía la fuerza y nunca se iba a dañar. Donde todos nos dábamos la mano al acabar la clase y aplaudíamos cada vez que alguien conseguía una raya en su cinturón, porque sus triunfos eran nuestros triunfos, pues éramos compañeros, no adversarios.

Donde cada clase era una lección de respeto, humildad, compañerismo, disciplina y autosuperación. Y yo me pregunto: mamá, ¿acaso ese "deporte violento" no me habría enseñado mucho más que cualquier otra extraescolar divertida? ¿Y si todos hubiéramos hecho taekwondo de niños? Quizás el mundo sería un lugar mejor.

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