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Juventud, divino tesoro

Hoy, me levanto un día más, un día menos. Joven, y cada vez más viejo.

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La generación no tan perdida

Formación, empleo, relaciones, futuro... Hablemos de qué implica ser joven hoy

Generación preparada, generación frustrada. Generación del botellón, de la 'titulitis', de la explosión de las redes sociales, de las fotos a cada instante. La generación de González, Aznar, Zapatero y Rajoy; los de la LOGSE, la de los padres que no ahorraban, la de los viajes sin cinturón y la de las series de televisión.

Hoy, como cada mañana, miro ese sofá con la forma de mi cuerpo, a ese ordenador, Infojobs, Linkendin, y Facebook mientras remuevo una taza de café, para espabilarme pero sin saber para qué.

Soy esa juventud a la que no se deja de escuchar en debates, ruedas de prensa, entrevistas, anuncios y programas de campaña electoral. Soy esa juventud que con ignorancia y descaro se dice que va a mejor. Soy esa juventud para la que se han puesto medidas destinadas a conseguir su solución.

Somos los preparados, los del inglés tardío, los de los másters porque sí, los del currículum sin respuesta, los de las oposiciones de los 30.000 presentados para tres plazas. Los de la 'no experiencia'. Somos los eternos becarios, los arquitectos camareros, los titulados en el extranjero. Somos el mayor fallo de esta sociedad, somos los silenciosos por miedo al 'no contrato', los que aceptamos cualquier cláusula por trabajar.

Jóvenes que comienzan a peinar canas, que dibujan primeras arrugas en su rostro, que empiezan a tener problemas de vista cansada. Jóvenes sin salario, sin casa, sin alquiler, sin posibilidad ni pensamientos de tener hijos, sin medios para ser independientes. Jóvenes con problemas de insomnio, de tardes de llanto, de mañanas desocupadas.

Los de la continua incertidumbre, esperando ese e-mail o esa llamada de un trabajo mediocre que nos levante el cada vez más perdido ánimo. Y mientras tanto, pasan los meses, cumplimos años, y el talento se apaga, el talento se pasa, las ganas se pierden, la ilusión es inexistente. Jodida depresión prematura de los jóvenes con estudios, de imagen fresca, cada vez más podrida.

Desde aquí les pido un favor, cuando hablen de nosotros, hablen al menos con respeto y si no, callen. Hablen al menos sabiendo la realidad, no la suya desvirtuada. Siéntense con nosotros un día en ese sofá y vean pasar las horas del reloj de la casa de nuestros padres. Piensen una y otra vez para qué se levantan y vean llegar la noche sin haber hecho nada. Envejezcan junto a mí en esta vida que nos ha tocado vivir.

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